El encuentro comenzó con dominio de balón del conjunto giallorosso, que se estaba intentando acercar el área contraria a base de circularlo por los alrededores del área en busca de espacios, mientras tanto, el conjunto visitante se mantenía replegado, y estaba tratando de cortarle las vías de pase a la Roma a base de juntar líneas en la frontal del área, sin embargo estaba renunciando bastante a tener la posesión, y a salir al contragolpe, al mantener a muy pocos efectivos en ataque, y al ser estos de lo más inmóvil.

Dominio giallorroso que ha ido de menos a más

El conjunto de Spalletti estaba llevando la iniciativa en el juego, pero cuando perdía el esférico estaba teniendo muchas dificultades para recuperarlo al replegarse, y no presionar a un Chievo que intentaba asegurar el pase. Una de las causas del gran peligro que estaba creando el conjunto local con las fases de ataque posicional en la frontal del área, estaba siendo el efecto sorpresa que creaba al estar jugando con tres atacantes con bastante libertad de movimientos, estaban permutando permanentemente y estaban despistando a la defensa rival.

El 1-0 llegó por medio de Radja Nainggolan que batió al portero Sorrentino con un disparo raso desde la frontal del área con pierna derecha, tras recoger un balón rechazado. Tras el gol, el equipo de la capital siguió llevando la iniciativa en el juego, tocando con bastante calma, e intentando crear espacios en la defensa rival a base de paciencia. Mientras tanto, su contrincante se veía obligado a replegarse en su campo, ante la presión que ahora sí estaba realizando la Roma, que estaba consiguiendo recuperar la pelota en la frontera entre el segundo tercio de campo y el primero y estaba creando bastantes ocasiones de gol, aprovechando que el rival estaba descolocado y algo lento retrocediendo. 

En los últimos minutos del primer tiempo, los de Spalletti tuvieron ocasión de mostrar su gran arsenal ofensivo, sitiando el área rival con combinaciones en corto, llegando por bandas, y con disparos de media distancia, mientras que el conjunto veronés se encontraba absolutamente desbordado, y era incapaz de trazar tres pases seguidos ante un rival que le estaba estrechando las salidas con el balón jugado, y que estaba despoblando de delanteros la zona defensiva. El 2-0 llegó por medio de Rüdiger, que remató a portería vacía en el segundo palo, una falta lateral botada por Pjanic desde el costado izquierdo. Tras el gol, la intensidad decayó mucho en el enfrentamiento, y la Roma aflojó la presión, y le permitió tener más balón a un conjunto visitante que no había creado ningún peligro, al margen de alguna llegada aislada por banda. 

Misma dinámica de juego que en la primera, pero con mucha menos intensidad

El segundo tiempo comenzó con dominio de balón del conjunto romano, que seguía rondando el área, moviendo la pelota en los alrededores, ante un conjunto que se mantenía agrupado con las líneas juntas, y que esperaba la ocasión de recuperar el esférico para salir al contraataque, el problema es que cuando conseguía salir, no terminaba la jugada, y el conjunto local tenía la opción de realizar otro contraataque cuando recuperaba, ante la lentitud del Chievo a la hora de retroceder para cerrar espacios. El ritmo de intensidad estaba siendo bastante bajo, y los de Spalletti estaban teniendo más dificultades para llegar, ya que se estaban contagiando de esta soporífera cadencia.

Después de los primeros minutos de juego del segundo tiempo, el partido entró en un tramo de transición y de indecisión por parte de ambos equipos, especialmente en el lado de los visitantes que dudaban si ir a buscar el empate o no, ya que en los locales quedaban pocas dudas, pues la consigna de manejar la posesión, y de alejar la pelota del área con posesiones largas asegurando el pase era bastante clara. Pasaron los minutos, y el conjunto visitante optó por replegarse denotando una clara falta de ambición, al no tener nada en juego. 

El tercer gol llegó por medio de Miralem Pjanic que recibió un magnífico pase al espacio de Francesco Totti y batió a Sorrentino en el mano a mano. Este gol completó un tramo de gran control por parte del equipo local, en el que terminó de anestesiar a un conjunto auriazul, que perseguía al rival que tenía el balón como títere sin cabeza sin poder quitarle el balón. A pesar de que el partido ya estaba sentenciado, el equipo local se siguió gustando, y siguió buscando la portería rival con bastante peligro. Los últimos segundos del encuentro fueron de asedio por parte del equipo de la capital que embotelló a su rival.