Tras algunos años convulsos en el Valencia, cesión incluida al Atlético de Madrid, donde no terminó salvo momentos muy puntuales de plasmar en el césped el talento que indiscutiblemente atesora, Banega ficharía por el Sevilla en el verano de 2014. Y allí, de la mano de Unai Emery, su gran valedor, y tal vez, ayudado por su madurez como persona, ha ido madurando de forma exponencial como futbolista.

Con Emery coincidió en el Valencia entre 2009 y 2012, hasta la salida del preparador vasco del club che, pero éste no dudó en incorporarlo a las filas del Sevilla en cuanto vio la oportunidad. Y allí, a orillas del Nervión, es donde ha explotado definitivamente: partiendo de una posición por detrás del delantero en el 4-2-3-1 tan habitual en Emery, Banega se ha transformado casi en lo que los ingleses llaman jugador box-to-box, capaz de recoger el balón en su propio área y llegar a posiciones avanzadas en la contraria. Además, ha ido desarrollando un entendimiento brutal del juego, sabiendo perfectamente qué hacer con la pelota en cada situación y convirtiéndose así, en el refugio de sus compañeros cuando las cosas se ponían difíciles y no sabían qué hacer con la pelota.

Ever Banega, celebrando un gol logrado con el Sevilla (Foto: mundodeportivo.com)
Ever Banega, celebrando un gol logrado con el Sevilla (Foto: mundodeportivo.com)

Y esta adquirida madurez y su peso específico dentro del Sevilla tri-campeón de la UEFA Europa League (las dos últimas con Banega al mando) son las que han llamado la atención del Inter de Milán quién, tras semanas de insistentes rumores y confirmaciones oficiosas, confirmó de forma oficial su fichaje el pasado día 6 de Julio.

Un fichaje que, con Roberto Mancini como entrenador interista, sorprende pero no tanto. Sorprende porque no es Mancini muy amigo de hacer jugar a sus equipos con la clásica figura del ‘enganche’. Los ejemplos serían innumerables si analizamos su carrera como técnico pero basta, como muestra, un botón: al único jugador de esas características que tenía en la plantilla, el brasileño Hernanes, lo dejó ir a la Juventus. Pero sorprende “no tanto” por el tipo de jugador en que Banega se ha convertido: un jugador que no rehúye el esfuerzo físico y la implicación defensiva y que no es, específicamente, lo que llaman en Italia un ‘trecuartista’. Es el tipo de jugador del que huye Mancini; un jugador que aunque muy bien dotado técnicamente y con grandes condiciones de pasador, no suele cubrir mucho campo ni destacar por su esfuerzo físico.

El jugador en que se ha convertido hoy Ever Banega puede ser muy útil para Mancini y su Inter: un jugador que cubre mucho campo, colabora en tareas defensivas en medio campo, pero que a la vez, tiene la suficiente calidad para crear juego, virtud ésta que fue una de las grandes lagunas del Inter el pasado año y que tras un comienzo de temporada notable, le fue descabalgando poco a poco de la lucha por el Scudetto. Si se adapta bien (o si Mancini logra que encaje bien), un Banega en el mejor momento de su carrera puede ser esa ‘pieza faltante’ que le de al Inter el salto de calidad que necesita para, al menos, disputar el título, cosa a la que lleva demasiados años sin siquiera acercarse.