El encuentro comenzó con un ritmo muy bajo de intensidad y con dominio de balón del Inter de Milán que trataba de llegar con peligro a la portería local a base de circular el esférico de un lado al otro, por todo el frente del ataque. Mientras tanto, el conjunto local apostó por mantenerse replegado en su campo en los primeros minutos de juego, y por buscar al ariete Capriari con balones largos a la espalda de la defensa rival. Pasaron los minutos, y el Pescara consiguió retrasar la zona de toque del Inter desde la frontal de su área, al centro del campo, gracias a la unión de sus líneas de presión en un 4-4-2 que estaba bloqueando todos los movimientos del equipo de Frank de Boer por dentro.

Dominio visitante, ocasiones de los locales

Después de los primeros minutos de juego, el conjunto blanquiazul empezó a llevar la iniciativa del juego, teniendo la posesión del balón y llegando a zonas avanzadas en terreno de juego contrario por las bandas, aunque cuando buscaba a alguno de sus atacantes con un balón largo, o un centro lateral, estos eran incapaces de rematar la jugada. Pasaron los minutos, y el Inter consiguió estabilizar el encuentro con la posesión del balón, tras el ligero desequilibrio que habían producido las llegadas del conjunto local, que a pesar de todo, estaba mostrando una gran falta de recursos en ataque. Por su parte, el equipo neroazzurro tenía la situación absolutamente controlada en defensa, pues le bastaba con estar bien colocado para frenar las jugadas de combinación que realizaba el conjunto local con tres jugadores que se descolgaban. Aunque estaba teniendo algunas dificultades para profundizar en ataque, pues estaba abusando de los pases en horizontal, y estaba echando en falta a un jugador que de un buen último pase entrelíneas, pues Banega estaba jugando más retrasado.

En los últimos minutos de juego en el primer tiempo, el conjunto interista siguió controlando la situación, por la falta de remate que tenía el Pescara, que a pesar de que se estaba desplegando con cierto peligro para salir a la contra, estaba fallando en el remate. Pasaban los minutos, y el Inter de Milán que estaba jugando con un 4-1-4-1 con el balón controlando, seguía amasando la pelota en fases de ataque posicional en los 35 últimos metros, en los que rodeaba el área contraria rehúyendo de los 15 últimos metros, como si intentando entrar en él se estuviera saltando algún tipo de cerco. Mientras tanto, el equipo blanquiazul se seguía desplegando por las bandas con Caprari que estaba cayendo en alguno de los costados con cierta frecuencia, y cada vez que llegaba al área rival, llevaba más peligro en sus acciones.

Control interista con mayor profundidad en ataque

El segundo tiempo comenzó con un mayor dominio de balón por parte del conjunto interista, que a pesar de que seguía intentando crear espacios en la defensa rival a base de tocar, estaba llevando mucho más peligro en sus acciones de ataque, pues estaba consiguiendo profundizar, especialmente por el costado diestro, por donde Candreva estaba siendo muy profundo. Por su parte, el conjunto local se seguía manteniendo replegado en su campo, aunque estaba aprovechando las recuperaciones de balón para salir al contraataque, especialmente por el costado diestro por el que Santon estaba siendo muy endeble a la hora de cerrar espacios. El 1-0 llegó por medio de Bahebeck, después de que el extremo propiedad del Paris Saint-Germain rematara en el segundo palo con un disparo raso, un centro desde la banda derecha.

Después del gol, el Inter siguió dominando el encuentro, teniendo la pelota, aunque aún así seguía siendo igual de plano y previsible, y además estaba siendo algo impreciso, una circunstancia que sumada a la debilidad defensiva por el centro de la zaga, empujó al conjunto local a buscar a Jean Cristophe Bahebeck en velocidad y al espacio. Pasaban los minutos, y el Pescara rebajó la intensidad en ataque al mismo tiempo que el conjunto interista se dedicaba a circular el esférico en terreno de juego contrario, en busca de algún espacio, en un entramado defensivo que empezaba a mostrar espacios por la dificultad que tenían algunos de sus jugadores para replegarse, a causa del desgaste físico que padecían. Aunque a pesar de ello, el conjunto dirigido por Frank de Boer que había introducido a Jovetic, a Éder y a Palacio al mismo tiempo para jugar en una línea de mediapuntas por detrás de Icardi, seguía insistiendo por el costado diestro repitiendo la misma jugada una y otra vez.

El 1-1 llegó por medio de Mauro Icardi, que remató de cabeza desde el primer palo al poste más alejado, un centro de Banega desde la banda derecha. Tras el empate, el equipo milanés siguió llevando la iniciativa en el juego, aunque el Pescara consiguió alejarle de su frontal del área, a base de presionar tímidamente al jugador que tenía la redonda. A pesar del desgaste físico de 80 minutos de esfuerzo, el conjunto local se siguió volcando en ataque cuando recuperaba el balón con muchos efectivos, y en alguna ocasión estuvo cerca de volver a adelantarse en el marcador. En los últimos minutos del encuentro, el equipo visitante no consiguió traducir la fluidez que debería de proporcionarle un centro del campo Joao Mario-Banega, dos jugadores de corte ofensivo, que estaban formando un doble pivote en el 4-2-4 que estaba formando el cuadro neroazzurro que no estaba siendo capaz de profundizar, ni arrancando en transición rápida, ni en las fases de ataque posicional. El segundo gol del Inter también llegó por medio de Mauro Icardi que recogió un balón rebotado del aire, y conectó el disparo para batir a Bizarri.