En sus cinco años al Torino, Giampiero Ventura ha sido mucho más que un entrenador. Ha sido la columna del proyecto de los “granata”, llevando su equipo desde la Serie B hasta jugarse los cuartos de final de Europa League contra el Zenit.

La historia del seleccionador italiano (69 años el próximo enero) es una de aquellas muy largas, en el medio de la cual ha ocurrido de todo. El banquillo de la “Nazionale” ha sido el último escalón subido en un recorrido empezado hace mucho tiempo. La lesión que lo obligó a dejar el fútbol en edad juvenil fue lo que lo llevó hacia el papel de entrenador: Ventura era demasiado enamorado de la pelota para dejar de vivir en aquel mundo. Campeonatos juveniles y ligas al límite entre fútbol profesional y aficionado marcaron buena parte de su existencia y es allí que él aprendió como enfrentarse a las dificultades.

foto Getty
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Triunfó empezando desde abajo

En su vida nadie le ha regalado nada, Ventura tiene la fuerza mental de quien ha triunfado empezando desde abajo. La habilidad de saber desarrollar sus pensamientos de juego ha sido una de las partes más importantes de su carrera. Lo demuestra la manera de interpretar cada situación y de actuar consecuentemente.

A Ventura se reconoce la capacidad de trabajar con los jóvenes y de transmitirles sus ideas tácticas. El defensa de West Ham y de la Selección Italiana, Angelo Ogbonna, intentó definir Ventura como “un Maestro con la M mayúscula, capaz de ver al fútbol con ojos diferentes”. La consecuencia de las varias apreciaciones lo ha llevado al puesto de trabajo más deseado para un entrenador: la selección del propio país.

Ventura y Tavecchio (foto Getty)
Ventura y Tavecchio (foto Getty)

Quiere proseguir el trabajo de Conte

Tomar el lugar de Antonio Conte no ha sido y no será fácil. Para nada. El “mánager” del Chelsea ha dejado en herencia un equipo con pocas cualidades técnicas pero con un gran espíritu de sacrificio. Ventura no ha querido cambiar radicalmente la filosofía del equipo, sino que ha empezado su trabajo a partir de esta mentalidad y con casi los mismos jugadores. El objetivo es mantener el esqueleto existente y hacer cambios meritocráticos graduales. Donnarumma, Romagnoli, Belotti y Sansone son un ejemplo de que Ventura reconoce los méritos y da una oportunidad a quien se la merece sin mirar al nombre que está detrás de la camiseta.

Llevando pocos meses de trabajo seria un error llamarla la “nueva Italia”, aunque en el amistoso contra Francia y en los partidos de calificación al Mundial frente a Israel y España se ha empezado a notar su estilo. Un equipo con garra, que salga del campo consciente de haber luchado al máximo de sus posibilidades pero, al mismo tiempo, inteligente tácticamente y que reconozca las debilidades del adversario. Si los jugadores seguirán las indicaciones de Ventura, entonces la nueva Italia podrá llegar a ser realidad.