SPAL y Fiorentina no pudieron pasar del empate en Stadio Paolo Mazza ubicado en la localidad de Ferrara. El conjunto dirigido por Pioli dominó el encuentro de cabo a rabo y fue el mejor sobre el verde ya que tuvieron el la posesión del esférico durante algo más del 70% del tiempo de juego y además, realizaron más del doble de disparos que sus oponentes. Pero para desgracia suya o suerte del SPAL, el balón no quiso entrar y los viola desaprovecharon una oportunidad de oro para seguir escalando puestos en la clasificación de la Serie A.
Paloschi sacó un gol de la nada
La primera mitad pese al dominio de la Fiorentina, nos dejó sin lugar a dudas los instantes más parejos del choque. Durante esta, el conjunto local realizó cinco de los siete disparos que realizó a lo largo de los noventa minutos de juego reglamentarios, sin embargo; no consiguió hacerse con el control del cuero y tan sólo pudo incomodar a Sportiello por medio de contraataques y posesiones cortas y aisladas.
El dominio del combinado de la ciudad de Florencia era más que evidente. Fueron ellos los que golpearían primero por medio de la joven estrella formada en la cantera del club, Federico Chiesa, que anotaría el primer gol del encuentro. Un tanto que no subiría al marcador pues el colegiado teramani Gianpaolo Calvarese invalidó la acción por fuera de juego ya que el propio autor del gol recibió la pelota en posición adelantada.
Seguía insistiendo el dos veces campeón de la Serie A por medio de grandes combinaciones entre Veretout, Chiesa y Simeone que acababan siempre en una peligrosa acción que lamentablemente para ellos jamás acababa en el fondo de la portería defendida por Gomis. Justo antes de que acabara el primer tiempo y en una de las acciones aisladas que comentamos anteriormente, el mítico ex delantero del Chievo de Verona, Alberto Paloschi, anotó el primer gol del encuentro tras rechazar un disparo previo en el área pequeña.
Este inesperado gol dejó muy tocado a la Fiorentina que vio como sus rivales se ponían por delante habiendo sido muy inferiores a ellos durante los cuarenta y cinco pirmeros minutos del partido. Pese a este duro palo recibido justo antes del descanso, el capitán Astori se encargó de levantar la moral de su equipo pues estaba ansioso de poder levantar el resultado adverso en la segunda mitad.
Chiesa al rescate
El segundo tiempo fue un auténtico monólogo de los pupilos de Stefano Pioli donde la SPAL tan sólo podía sentarse y observar. Los florentinos hacían y deshacían a su antojo, nada les podía frenar excepto la portería rival. Fuera el portero, fuera el palo o sus propios disparos que por lo general se iban desviados, la Fiorentina era totalmente incapaz de anotar el gol del empate, estaban negados de cara a puerta.
Con el corazón en la mano y el alma saliendo por la garganta, Federico Chiesa dijo basta. El joven de veinte años recién cumplidos asumió los galones que ningún veterano jugador quería asumir y se echó el equipo a la espalda con el fin de por lo menos empatar el duro y encuentro. Demostró pasión en su juego pero sobre todo, demostró amor. Amor a unos colores, amor a un escudo que representa a toda una ciudad y también, amor a los incondicionales que le alientan en cada partido, jueguen donde jueguen, en el Artemio Franchi o como visitantes.
Y como dice el refrán, el que la sigue la consigue. Chiesa insistió e insistió sin cesar durante todo el partido y finalmente, cuando apenas restaban diez minutos de partido, el joven y más que probable futuro capitán del club de la ciudad de Florencia, anotó el gol del empate. Un gol que les permitía continuar una jornada más entre los diez primeros de la clasificación de la Serie A, hecho que antes de iniciar la temporada parecía muy pero que muy difícil de conseguir.
Chiesa sacó el orgullo florentino; Chiesa devolvió los ánimos perdidos a los hinchas de su club, Chiesa anotó el gol del empate, pero por encima de todo, Chiesa dejó claro que ama a la Fiorentina por encima de la mayoría de cosas.
