Juventus y Barcelona se enfrentaron en Turín con el primer puesto del grupo en el horizonte. En un partido marcado por ausencias sensibles, ambos equipos plantearon un partido muy rico en lo táctico y disputado en lo futbolístico, a la altura de la competición que disputaban y de los equipos que se colocaban sobre el terreno de juego.

Midiendo las distancias

En una primera parte de pocas ocasiones aunque con mucho interés táctico, Barça y Juve midieron sus planteamientos y jugaron con mucho respeto. Posiblemente los italianos tenían más en juego, pues eran conscientes de que una victoria del Sporting de Portugal, que ya en la primera parte aventajaba en dos goles a Olympiakos, podía complicarles la vida en la última jornada si en el Juventus Stadium no obtenían un resultado provechoso.

Sin Leo Messi por parte del Barcelona por decisión técnica, ni Chiellini en la Vecchia Signora por lesión, el Barça planteó un partido muy diferente al habitual en el equipo de Valverde en el apartado táctico. El conjunto culé defendía en un claro 4-5-1 mientras que en ataque utilizaba un sistema mucho más asimétrico, con un rombo en el centro del campo y dos laterales muy profundos, mientras Gerard Deulofeu, que entró en este partido por Alcácer, ocupaba el perfil diestro junto a Semedo mientras toda la banda izquierda era para Digne.

Ante esto la Juve no inventó nada nuevo, siguió confiando en su habitual 5-4-1 en defensa aunque con un matiz importante: una presión muy elevada para tratar de dificultar las posesiones culés, aunque con la movilidad de Paulinho y el criterio de Iniesta, el Barcelona no tuvo demasiados problemas para ser superior en la posesión. Aun así las ocasiones no fueron lo más destacado de la primera mitad, pues ambos sistemas defensivos se mostraron muy sólidos, con unos intocables Umtiti y Barzagli.

Una segunda parte sin sobresaltos

La segunda mitad siguió un guión similar, a pesar de que Ernesto Valverde no llegó a aguantar una hora sin Leo Messi, dando entrada al argentino hacia el minuto 55. Con su máxima estrella sobre el césped, el plan táctico del Barcelona volvió a acercarse más a lo habitual, manteniendo el rombo pero con un hombre menos en ayudas defensivas. Esto lo trató de aprovechar un siempre activo Douglas Costa, que ya demostró su actividad en ataque en los minutos que disputó en la última derrota juventina en Génova frente a la Sampdoria.

Sin embargo, a pesar de los cambios, el partido no difirió mucho en estos segundos cuarenta y cinco minutos. El Barcelona seguía siendo amo y señor del balón, mientras la Juve lo intentaba todo a través del juego exterior, puesto que el duelo Higuaín - Umtiti caía claramente favorable del lado catalán. Ambos siguieron midiendo mucho sus acciones y mostrándose sólidos en defensa, tanto que ni siquiera Messi fue capaz de cambiar el devenir del encuentro. Dybala estuvo participativo, pero intrascendente. Sus acciones siempre terminaban por dentro, y en este sistema que planteó el Barça dificultaba mucho cualquier opción interior, con lo que el conjunto culé se mostró siempre cómodo defendiendo estas situaciones.

Con el paso de los minutos se notaba la ansiedad de una Juventus que buscaba una victoria que les diese la tranquilidad en la fase de grupos, pero su mayor presencia ofensiva tampoco logró traducirse en ocasiones de verdadero peligro. Siempre que los turineses conseguían alguna ventaja, algo que pocas veces se pudo ver, para colmo un sensacional Ter Stegen, que está firmando su mejor temporada, salvaba toda intentona italiana. Este panorama no fue el ideal para el espectáculo que demanda el aficionado más ofensivo, pero para el amante de la táctica y el rigor, el partido fue una delicia.