Cagliari y Milan se enfrentaban en un duelo de necesidades, buscando afianzar un cambio de dinámica que ambos conjuntos requieren para acercarse a sus objetivos en la tabla clasificatoria. El Milán de Gattuso comenzó con las mismas sombras que los meses anteriores planeaban sobre Casa Milán.

Sin embargo en las últimas semanas han ido ganando en confianza y los resultados han comenzado a parecerse más a lo que la directiva y afición rossonera desean -y demandan- para su equipo. Ya en semifinales de Coppa Italia tras vencer al eterno rival local, el Inter de Spalletti, y tras su segunda victoria consecutiva en liga -y tercer partido sin perder- tras su visita a la isla de Cerdeña, el conjunto lombardo se encuentra más cerca de los puestos europeos aprovechando la mala racha por la que pasan Sampdoria, Roma o Atalanta.

En clave del conjunto sardo, el Cagliari no pasa por su mejor momento. A dos puestos de la zona de descenso de la Serie A, tras esta derrota frente a los chicos de Gattuso y la victoria del Crotone, el conjunto rossoblù se encuentra todavía a menos distancia del descenso, que lo marca la SPAL a tan solo cuatro puntos.

Contando únicamente con una victoria en los últimos ocho encuentros, el Cagliari sigue necesitando encadenar una serie de resultados positivos que le permitan coger aire para encarar el tramo final de una temporada que se averigua difícil para los isleños.

Una primera parte de locura

Los primeros cuarenta y cinco minutos nos dejaron las imágenes más destacadas del encuentro. Como es habitual en los partidos disputados en el Sardegna Arena, el Cagliari apretó desde el inicio y sorprendió a un Milan que se vio muy pronto con el marcador en contra.

Corría tan solo el minuto 8 cuando Nicoló Barella desbordó a Davide Calabria por la banda izquierda -algo que se convirtió en una constante a lo largo del encuentro- y definió con su pierna más hábil, la derecha, al palo largo de un Donnarumma que seguramente podía haber hecho algo más, y es que no fue el partido en el que más seguridad inspiraba el joven portero italiano.

En este contexto el Milán despertó, y comenzó a desplegar su fútbol ofensivo. Fue el propio Kessié, a la postre gran protagonista del encuentro, y es que el marfileño parecía inspirado aquella tarde, el primero en avisar con un potente disparo desde la frontal que terminaría por desviar Cragno, que tuvo varias ocasiones para lucirse, sobre todo en esta primera mitad.

Sin embargo un penalti clarísimo de la defensa rossoblù que sorprendentemente se encargó de anotar el ex de Atalanta, dejó aún más tocado el ánimo de un Cagliari que volvió a cometer importantes errores en defensa, pero con esa competitividad que tanto le caracteriza y hace que sus derrotas siempre sean ajustadas.

Suso comenzó a entrar en juego para alegría de los de Gattuso, y entonces los siguientes minutos fueron de vital importancia para el Milán. En una de esas combinaciones llegó una gran jugada trenzada en la zona de tres cuartos que Kessié, en una de sus especialidades como es la llegada desde segunda línea, definió a placer dentro de la zona de castigo ante un Cragno que no pudo hacer nada en ninguno de los goles, a pesar de su buena actuación. 45 minutos que dieron para todo; para ver una remontada a manos de un Kessié inspirado que se convirtió en bigoleador inesperado.

Un quiero y no puedo

No hay frase que mejor defina la segunda mitad de este partido, y es que el Cagliari intentó proponer en campo contrario, pero el Milán supo leer el partido y juntar las líneas lo suficiente para estar bien resguardado atrás, pero sin perder la opción de matar el encuentro en alguna opción a la contra.

Esto limitó las opciones ofensivas de ambos conjuntos a unas pocas intervenciones acertadas de sus guardametas, pero sobre todo influyó en la tensión e intensidad de cada duelo, ya que la desesperación del combinado sardo y las continuas interrupciones del juego de los lombardos, jugando también a la perfección en este aspecto psicológico, dieron como resultado una segunda mitad muy intermitente en la que el árbitro tuvo que intentar controlar a base de tarjetas.

Nada menos que 8 tarjetas amarillas tan solo en esta segunda mitad, acompañadas de dos expulsiones, la de Ricardo Rodríguez y la de uno de los protagonistas del encuentro, también por partida doble, Nicoló Barella, ambas sin ninguna discusión.

Al final la presión tanto de los aficionados del Cagliari como de sus jugadores no surtieron efecto, y el Milán consiguió sumar una victoria más a su casillero y le deja en una situación favorable de cara a seguir mirando hacia arriba ya desde la séptima posición tocando con la yema de los dedos la zona que da acceso a los puestos europeos.

Por su parte el conjunto sardo sigue en una mala dinámica de resultados que le impide alejarse de una zona de descenso a la que cuanto más se acerquen las últimas fechas del campeonato más se le afilará el colmillo. Sea como fuere, aún queda prácticamente la mitad de liga y todo puede cambiar sobre manera, pero lo que quedará sin discusión y en el recuerdo para todos sus allegados, es que el protagonista del partido en Cerdeña no fue otro que Frank Kessié.