El Manchester United tiene dos caras, dos maneras de jugar los partidos que se superponen una sobre otra durante los noventa minutos. Tiene la cara positiva, la del Doctor Jekyll, que presiona al rival, lo avasalla y lo castiga con el gol. La de la intensidad y el fútbol vibrante. Pero con la ventaja en el marcador, con su superioridad, se aletarga, se tranquiliza y se convierte en el Mister Hyde que concede ocasiones, goles, balón y terreno al rival.

Sin estas dos tendencias no se entendería al United de esta campaña, al líder de la Premier League que, a pesar de no dominar los partidos ni convencer en cuanto a fiabilidad, colecciona triunfos rutinarios como el de hoy ante el West Bromwich. Con sus dos caras, con sus concesiones, superó a unos ‘Baggies’ apáticos, lastrados por las bajas y sin el aura de sorpresa y éxito que tienen en The Hawthorns. Un triunfo más, el mismo guión bajo la lluvia de Manchester y sobre el barro y el verde húmedo de Old Trafford.

Gol y éxito

Como un resorte, olvidando la apatía y la dejadez que mostró ante el Newcastle en el Boxing Day, el United salió en busca del gol. Ferguson dio entrada a Kagawa, que no jugaba desde octubre, y a Welbeck en punta para refrescar a Chicharito y Van Persie. Una apuesta arriesgada que dobló al meter a Vidic, sin rodaje, en el eje de la zaga. El capitán siempre responde pero ante Long, una de los delantero más en forma de la Premier, su rendimiento era una incógnita. No falló el central serbio.

Las carreras de Long y de Odemwingie fueron lo único descatable del West Bromwich en la primera mitad. Las bajas de Olesson y Popov en defensa y de Yacob en la media mutilaron la columna defensiva del equipo de Clark, que dio una dimensión menor del fútbol que destila en Old Trafford.

El United sabía de ese agujero y lo explotó hasta el extremo. Kagawa, Cleverley y Young se movieron como quisieron por el borde del área, entre la media y la zaga, trenzando pases y peligro. De esas combinaciones surgió el tanto inicial. Young cosió el balón a su bota en la izquierda, dejó atrás con sus quiebros a varios defensas, combinó con Kagawa y el japonés le picó el balón por encima de las torres del West Brom. El esférico, trastabillado, le volvió a caer al extremo inglés que centró con violencia. Cuando Foster iba a coger el balón McAuley lo introdujo en su portería poniendo en ventaja al United y condenando a su equipo.

A partir de ese instante los diablos rojos coleccionaron ocasiones y monopolizaron el esférico. Con fluidez, velocidad y decisión buscaron los costados, presionaron la salida del cuero del rival y maniataron todas sus opciones. En uno de los muchísimos buenos pases que dio Kagawa, el mejor del United, el esférico terminó en ventaja para Valencia a la espalda de Ridgewell. El futbolista sudamericano centró, encontró a Young, y el extremo inglés, de primera, tras esperar el bote, lo transformó en un tiro preciso y fuerte que sacaron acrobáticamente Foster y violentamente el larguero. En el córner, Vidic luchó entre el bosque de piernas visitantes, limpió el esférico a Carrick. El disparo del medio encontró las piernas de Tamas cuando iba a gol.

Dominaba cómodamente el duelo el United. Era dueño del balón y del peligro mientras Cleverley, Kagawa y Carrick filtraban pases que Welbeck, Young y Vidic desperdiciaban. El West Bromwich solo inquietaba con los peligrosos centros a balón parado de Brunt aunque De Gea no tocó ningún balón con sus guantes.

Cambio

El ecosistema del encuentro cambio en el segundo acto. El United se relajó y se durmió ante la superioridad técnica que tenía sobre el West Bromwich. Bajó sus defensas, disminuyó su intensidad y los ‘Baggies’ buscaron su premio.

El debutante y joven Thorne, que hace unos días estaba jugando en Championship con el Peterborough, se calmó, Brunt comenzó a imponer su jerarquía y Odemwingie y Long empezaron a correr con sentido.

Seguía creando peligro el United pero en su potería tenía inquietudes. La salida de Lukaku, un portento físico que dejó muestras de su calidad, supuso el empujón definitivo a las intenciones del West Bromwich.

Lukaku empezó a bracear, a generar peligro, aunque las opciones se limitaron a disparos lejanos de Brunt, Fortune y Dorrans. Mientras tanto, el United buscaba la sentencia por medio de Valencia. El extremo ecuatoriano se sacó un disparo sin ángulo que casi sorprende a Foster y regaló un gol a Van Persie. En esta primera ocasión no acertó el holandés.

Pero si acertó en el epílogo del encuentro. Cuando la victoria ya parecía decantada, a pesar de incertidumbre del resultado, Van Persie cogió el balón en el costado derecho del área, se abrió hueco, caracoleó, dejó mirando a los defensas y dibujó un disparo fortísimo que no vio Foster.

Sentenciaba el partido el United, marcaba el atacante su decimocuarto gol de la temporada (uno más que Michu), se colocaba como el rey del gol de Inglaterra y contaban los diablos rojos una victoria más. La fiabilidad del United, su regularidad en los partidos, es discutible pero no su capacidad de crear ocasiones y de coleccionar triunfos. Y hoy, aunque mostrara sus dos caras, el Doctor Jekyll y Mister Hyde rojo siguió el guion del triunfo y del liderato. 

Fotografía: McAuley se lamenta del gol marcado en propia. Fuente: Jason Cairnduff/Action Images