Si hace nueve meses se hubiera comentado que un equipo de fútbol desafiaría a los grandes imponiendo un fútbol impropio de una plantilla limitada respecto de la de sus rivales, podría creerse, es Premier League. Si además se hubiera conjeturado que ese mismo equipo, tras una espectacular temporada, estaría a un paso de proclamarse campeón de liga para sorpresa de todos, el personal arquearía la ceja unos segundos, pero qué demonios, es Premier League.

Si ya se hubiera terminado de contar la leyenda diciendo que ese mismo equipo se dejaría remontar tres goles en nueve minutos tras dominar un partido, perdiendo así sus principales oportunidades de alzarse con un título que ansían desde tiempos inmemoriables, el hito hubiera sido creído por los amantes de la fantasía, no así por el común de los mortales. Pues esto es lo que ha acontecido hoy en Londres (cómo no), y esta es la prueba de que la Premier League nunca dejará de producir historias para no dormir.

Comienza esta historia, digna del mejor guionista de Expediente X, con unos primeros minutos de partido que dieron pie a ciertas llegadas con peligro de los atacantes del Liverpool. Sterling y Suárez fueron los mejores en un tramo del encuentro en el que el Crystal Palace no se salió de la línea argumental en toda la primera mitad. Sus opciones pasaban por salir en vertical y buscar algún balón parado.

Una historia sin sobresaltos...

Precisamente a balón parado llegó el primero de los reds: córner botado por Gerrard, y Joe Allen (altura: 1,68m, para más señas) se deshace de su marcador y remata en solitario a portería. Fallo defensivo en las marcas de los locales y acierto en el desmarque del menudo centrocampista inglés.

El partido fue tornándose un monólogo de los de Brendan Rodgers. Once ocasiones de éstos en la primera mitad (muchas de estas oportunidades desde fuera del área) es un dato que se acentuaría más si cabe en el inicio de la segunda mitad.

... con un guión definido...

En el 51' un paradón de Speroni a disparo de Suárez acaba estrellándose en el poste derecho del marco del Crystal Palace. Cuatro minutos más tarde, sucedió lo predefinido: fenomenal pase de Gerrard para Sturridge, que realiza un no menos genial control orientado hacia dentro y aloja el balón en el fondo de la red tras un disparo raso a palo cambiado.

Sin tiempo para descansar de un gol marca de la casa, llegaría otro gol de la fábrica de Brendan Rodgers: pared entre Sterling y Luis Suárez que el uruguayo acaba definiendo con la determinación que le caracteriza.

Los visitantes no se conformaban y querían más, gracias a un poderoso incentivo: el saber que, en caso de empate en el liderato, gana el que mayor diferencia de goles obtiene. Es por eso que los visitantes se vinieron arriba e intentaron ampliar su ventaja ante un rival que no se jugaba nada. Pero entonces, algo extraño sucedió.

... y un final inexplicable

Minuto 79, saque de banda aislado que llega a los pies de Delaney y este dispara a la portería de Mignolet. Gol, tras tocar en un defensor red. Un accidente.

Minuto 81, contra espectacular conducida por un rapidísimo Bolasie, que asiste a Gayle para que este anotara el segundo de los eagles. El segundo accidente convirtió la incomodidad en temor. El Liverpool no hizo ademán de escapar del monstruo, y paralizados por una extraña fuerza se dejaron llevar hasta su desenlace.

Minuto 88, Murray asiste con el pecho a Gayle que, tras jugada colectiva, firmó el tercer y último accidente del líder de la Premier. Los 'reds' pudieron cambiar la historia de terror en una última carambola propiciada por Moses que terminó en línea de fondo. Las lágrimas de Luis Suárez al final del choque fueron la pura expresión de un Liverpool que aún anda buscando una explicación lógica a lo acontecido.