Cada vez queda menos para el estreno de Guardiola en el Etihad Stadium. Los aficionados citizens han depositado ilusión y ganas en esta nueva aventura del equipo de Mánchester. Desde luego, la ambición queda instaurada en una grada con muchas expectativas dado el curriculum de su nuevo técnico. El de Sampedor es uno de los entrenadores más laureados del panorama futbolístico internacional y ha demostrado su valía allá por donde ha ido. Si cuando estaba en el FC Barcelona muchas eran las voces que se preguntaba qué sería del técnico sin jugadores de la talla de Messi, Iniesta o Xavi, muchas han sido las respuestas cuando ha estado rodeado de otros como Robben, Ribery, Lahm o Neuer. Fue, precisamente, en el equipo alemán, donde demostró su capacidad para adaptarse.

No fue ni mucho menos fácil. El hecho de haber estado fuera del escenario futbolístico un año influyó en un entrenador que nunca se desligó de una de sus pasiones. Tanto fue así que, de cara a ese nuevo proyecto que tenía en mente, llegó con la lección aprendida y con muchas horas de trabajo adelantadas a los campos de entrenamiento de Säbener Strasse, ciudad deportiva del Bayern Münich. Tras las críticas iniciales, cuando el equipo ganaba pero no enamoraba, se produjo un momento único que tuvo como invitado a su actual conjunto, el Manchester City. El encuentro del 2 de octubre de 2013, correspondiente a la jornada 2 de la UEFA Champions League, marcó un antes y un después en la “era Guardiola” del Bayern Münich.

El Manchester City llevaba sin perder en el Etihad en competición europa desde 2008

El equipo alemán terminó imponiéndose en un estadio siempre complicado como el Etihad. El feudo de los Sky Blues llevaba sin ser profanado en competición europea desde 2008, por lo que la victoria bávara suponía un aliciente más en los primeros pasos de Guardiola en su nueva experiencia. El 1-3 reflejaba una superioridad que también había sido plasmada sobre el rectángulo verde. Los muniqueses se habían impuesto a los de Mánchester durante 80 minutos. Fue, en los diez restantes, cuando los de Pellegrini, liderados por un gran Álvaro Negredo, volvieron a despertar a unos fantasmas que ya habían aparecido en el pasado. Y es que, el Bayern venía de ganar al Wolfsburgo en Bundesliga con más pena que gloria. Solo el tanto de Müller a la hora de encuentro logró dejar los tres puntos en un Allianz Arena que esperaba mucho más de los dirigidos por Guardiola. Por su parte, el Manchester City había goleado al otro rival de la ciudad, 4-1, y se perfilaba como el favorito en este duelo que podía decidir el liderato de un Grupo D completado por Viktoria Plzen y CSKA Moscú.

Por fin, la perfección

Probablemente, éste sea el primer encuentro en el que al técnico catalán le encajaron las piezas a la perfección. Muchas habían sido las probaturas que había realizado jornadas antes, algunas de ellas como contrapunto a las lesiones que había venido sufriendo el conjunto de Múnich. La alineación inicial representaba sobre el terreno de juego una idea que había tenido Guardiola en su análisis diario del equipo.

Neuer iba a estar bajo palos, algo que poco o nada sorprendía. En la línea defensiva iban a formar tan solo dos hombres: Boateng y Dante. Ellos iban a ser ayudados por un Philipp Lahm que, partiendo como mediocentro, se incrustaba entre los centrales para crear superioridad en la salida de balón. Ante dos delanteros rivales, el Bayern situaba tres futbolistas para que uno quedara siempre libre. En el centro del campo llegó la gran sorpresa. A la misma altura que los centrocampistas, Kroos y Schweinsteiger (que jugó en esa posición al estar aquejado de su tobillo), se situaban los laterales: Rafinha y Alaba. El primero ocupaba el puesto natural de un reconvertido Lahm, mientras que al segundo, Guardiola ya le atisbó características de creador de juego. Por delante de esa línea de cuatro, tres hombres con desborde y movilidad: Ribery a la izquierda, Robben a la derecha y Müller en el centro.

Formación del Bayern Münich
Formación del Bayern Münich

Fue, precisamente, este último, quien cuajó una de sus grandes noches. Muchos habían sido los problemas que habían tenido técnico y jugador para seleccionar la posición idónea que creara un equilibrio perfecto entre la idea del catalán y los valores futbolísticos del alemán. Si por algo se caracteriza Müller es por ser eso, muy alemán. Un jugador ordenado, trabajador y cumplidor, de aquellos que jueguen donde jueguen siempre van a dar el máximo. Guardiola contaba con ello pero, además, quería explotar muchas de sus virtudes. Su movilidad y olfato goleador, llegando al área desde segunda línea, iba a ser algo valiosísimo para el Bayern a lo largo de la temporada. Con un Mandzukic que poco o nada tenía que ver con la filosofía de Pep, y sin Lewandowski aún en el equipo, Thomas Müller iba a ser esa especie de ‘falso 9’ que tantos y tantos triunfos le había dado en el FC Barcelona.

El Bayern tuvo posesión, movilidad, salida de balón y contundencia defensiva

Dejando a un lado la alineación y poniendo el foco sobre el terreno de juego y el desempeño del equipo muniqués, hay que resaltar que durante esos magníficos 80 minutos de partidos el Bayern Münich hizo todo lo que Guardiola había soñado. Logró mantener la posesión, pero no ese tiki-taka tan odiado por el de Sampedor, sino una posesión efectiva, una posesión en campo rival. De esas que poco a poco van desgastando, encerrando y descolocando al rival. La superioridad en cada metro cuadrado del campo era un hecho. La movilidad no dejaba de aparecer. La salida de balón jugado desde atrás, con el experimento ya comentado de la ayuda de Lahm -mediocentro- a Boateng y Dante -defensas-, fue todo un éxito. El equipo lograba llegar junto y, sobre todo, en superioridad al centro del campo. En pocos toques ya estaban en terreno de juego citizen. Por otro lado, en defensa el equipo también funcionó. Las posibles contras de los entrenados por Pellegrini eran cortadas de inmediato. El jugador más próximo al rival con balón saltaba sin piedad. La recuperación tras pérdida fue efectiva y la basculación para tapar espacios un ejemplo para ver una y otra vez en vídeo. El partido se dibujaba antológico en las horas previas y no defraudó.

Rizando el rizo. Exponiendo una filosofía

De todas formas, el momento clave del encuentro llegó alrededor del minuto 65. Si el partido ya estaba siendo una oda al fútbol control de Guardiola, lo que estaba a punto de suceder no tenía precedentes. El Bayern Münich logró enlazar una posesión de balón que duró 3 minutos y 27 segundos. Tiempo en el que los muniqueses dieron 94 pases en los que intervinieron los diez jugadores de campo. Durante esos más de doscientos segundos, el Manchester City solo tocó el balón en tres ocasiones, siendo dos de ellas despejes. Tan solo Jesús Navas consiguió conducir el esférico unos metros, hasta que un impecable Lahm lo recuperó con un bonito corte a ras de césped.

Algo tan mágico no dejó de asombrar a una grada que deseaba ver lo mismo pero con el balón en los pies de los Sky Blues. Como suele ser habitual, el aficionado inglés sabe, y mucho, de fútbol. Todos los asistentes al evento notaban que algo fuera de lo normal estaba sucediendo, por lo que se limitaron a callar y contemplar la gran obra maestra. No quedaba tiempo para reprochar nada a unos jugadores locales que acabaron por los suelos ante el gran rondo del Bayern. La frustración que sentían los futbolistas de Pellegrini la reflejó Nasri, que cortó la excelente jugada con una falta, muy fea, a Kroos. El francés vio una cartulina amarilla que ponía punto y final a una gran obra maestra que llevó meses y meses de preparación por parte de Pep Guardiola y su cuerpo técnico. Por supuesto, hay que reconocer el gran esfuerzo de unos jugadores que supieron entender la idea de su nuevo entrenador, interiorizarla y ponerla en práctica en los momentos más adecuados.

Los jugadores del Manchester City se lamentan tras un gol del Bayern | Fotografía: Bayern Münich
Los jugadores del Manchester City se lamentan tras un gol del Bayern | Fotografía: Bayern Münich

Kroos y Schweinsteiger habían logrado un 97% y 95% de acierto en el pase respectivamente

Durante esos 3 minutos y 27 segundos, hubo un gran protagonista que sorprendió cuando dejó el equipo alemán. Toni Kroos era el jugador que más veces había intervenido durante esa vorágine de pases, movilidad y creación. Con 18 asistencias a sus compañeros se había destacado de Arjen Robben, que había intervenido en 14 ocasiones. Al final del encuentro, los datos reflejaron un porcentaje abrumador. Los dos centrocampistas interiores del Bayern Münich, Toni Kroos y Bastian Schweinsteiger, habían logrado un 97% y 95% de aciertos en el pase respectivamente. Una auténtica locura para un encuentro ante un rival de primer nivel nada más y nada menos que en la UEFA Champions League.

Un punto de inflexión

Aunque este partido puede quedar reflejado por varios motivos, lo que es cierto es que supuso un punto de inflexión en la temporada del equipo de Múnich. Un equipo que llegaba sin jugar bien, por lo que muchos eran los ojos que apuntaban a este encuentro para valorar el verdadero nivel que iba adquiriendo el proyecto de Guardiola. Apenas tres días más tarde, el nivel de juego mostrado volvió a rozar la excelencia pero, en esta ocasión, la victoria no se consiguió. El Bayern empató ante el Bayer Leverkusen en el BayArena, pero la derrota del Borussia Dortmund ante el Borussia Mönchengladbach les daba el liderato en solitario por primera vez. Se superaba septiembre, el primer mes de competición tras el parón estival, y Guardiola tenía todo donde quería.

Guardiola durante un encuentro con el Bayern Münich | Fotografía: Bayern Münich
Guardiola durante un encuentro con el Bayern Münich | Fotografía: Bayern Münich

El Bayern estuvo 24 partidos oficiales seguidos sin perder entre julio y diciembre

La racha del equipo era triunfal. El partido ante el Manchester City no fue sino uno más de una ráfaga de encuentros oficiales sin perder que se iba a extender hasta 24. Entre ellos, se consiguió la agónica Supercopa de Europa ante el Chelsea de José Mourinho en la tanda de penaltis, se ganaron 13 partidos de liga, tres más de copa y se empataron los dos enfrentamientos restantes, ambos de Bundesliga. Desde que cayeran derrotados en la Supercopa alemana ante el Borussia Dortmund por 4-2 el 27 de julio de 2013, los muniqueses no iban a volver a saborear el amargor de la derrota hasta el 10 de diciembre del mismo año. Curiosamente, fue el equipo citizen quien se deshizo del baño de fútbol de la primera vuelta endosando un 2-3 en el Allianz Arena que iba a dejar a los de Guardiola en la segunda plaza del Grupo D.

Fue una especie de revancha que nunca se recordará tanto como aquel encuentro en el Etihad en el que Guardiola asombró, de nuevo, al panorama futbolístico mundial. Volvió a demostrar que quien se adapta, vive, y que quien es fiel a sus ideas y valores es capaz de inculcarlos allá por donde vaya.

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