Como todos los años, la Liga del país donde se originó el fútbol no consigue un dueño que la domine de principio a fin. Es un campeonato muy competitivo y reñido. Por ello, equipos que no han empezado bien el año aún sueñan con alzar el título. Ese es el caso de los Red Devils.

Pese a haber perdido valiosos punto al principio de la temporada, el conjunto originario de Manchester no ha cambiado su objetivo: ser el club más regular de su Liga. Pese a que marchan séptimos en la clasificación, se encuentran solamente a cinco puntos del líder, el Manchester City. El club celeste dominaba la Liga con puño de hierro hasta hace dos jornadas. Un fútbol ofensivo, de posesión y rápida circulación del esférico eran la causa. Hasta que visitaron White Hart Lane y más tarde se enfrentaron al Everton. En casa del Tottenham recibieron un sorprendente varapalo de los de Pochettino, fuerte candidato a la corona, ya que perdieron por diferencia de dos goles y sin anotar. Contra el equipo azul de Liverpool logró sacar un punto, aunque dejó un sabor amargo en la boca de los citizens, pues erraron dos penaltis.

El Manchester United es un club ganador, con una gran historia y con, como dice el ariete inglés,  “una plantilla fantástica”. También se defiende de las críticas recibidas por el comienzo de la campaña: “Es una manera diferente de jugar, como jugador es fácil de sacarte de la cabeza el antiguo estilo de juego y aprender lo que quiere el entrenador. Como equipo sabíamos que iba ser más un poco más difícil y que iba a tomar algo de tiempo”, decía en referencia al cambio de inquilino en el banquillo.

El United quiere volver a ser el hegemónico de Inglaterra tras tres años de sequía. Pero para poder conseguir su vigésimo primer título de Liga el siguiente escalón es el Chelsea, que goleó por tres a cero al vigente campeón, el Liecester City.