Después del derbi del norte del Londres la jornada pasada, después también del parón de selecciones, el Tottenham se enfrentaba con un vecino: el West Ham. La plantilla de Daniel Levy llegaba plagada de bajas, pues ni Lamela, ni Alderweireld, ni Davies pudieron disputar un solo minuto. Por su parte, los Hammers, llegaban con la ilusión de sumar puntos ante un rival poderoso.

Todo estaba listo, los entrenadores Slaven Bilic y Mauricio Pocchetino se saludaban amistosamente, los jugadores tomaban posiciones, el árbitro Mike Dean hacía sonar su silbato y el anfitrión hacía rodar el esférico.

¡Qué velocidad! Disfrutábamos de un ritmo trepidante nada más comenzar el encuentro. Los dos contendientes buscaban la verticalidad en el primer minuto. Ya en el minuto dos los jugadores locales pensaron un poco y maduraron una jugada combinada por el centro de la defensa granate que, tras un rechaze, terminó en un disparo cerca del palo del joven Harry Winks.

Minuto cinco y llegó el primer zarpazo del Tootenham. Un espectacular balón aéreo de Dier  cruzaba gran parte del campo para llegar a un desmarcado Eriksen, quien, tras un par controles orientados, definió batiendo al guardameta. El marcador no varió, el colegiado de línea levantó su banderín para señalar un fuera de juego riguroso, pero existente.

La posesión de la pelota era claramente del Tottenham, que tocaba y tocaba hasta hallar un hueco en el muro que planteó el entrenador croata. Cada vez que aparecía la lozana dupla de delanteros Spurs había incertidumbre. Por parte de los visitantes, las acometidas ofensivas llegaban casi todas por la banda derecha con ese puñal llamado Michail Antonio.

Ocurrió lo inesperado

Poco a poco la situación iba variando, los que estaban a la defensiva se  iban adaptando a lo que había propuesto el Tottenham. Y así se reflejó en el resultado. En el minuto 24, gracias a un balón parado llegó el gol. Payet  colgaba el balón desde la esquina y, tras diversos rebotes – incluido uno en el travesaño –, Antonio cazaba con la cabeza un balón suelto para poner el uno a cero en el electrónico. La historia de la última vez que se vieron las caras se volvía a repetir y la alegría y los cánticos se desataban en el área habilitado para la afición visitante.

Los entrenadores no paraban de dar instrucciones a sus futbolistas desde la banda, se desesperaban por tener a su equipo bien situado y ordenado en el campo. Ahora la situación era distinta a los minutos iniciales. El equipo de blanco seguía tocando pero podía descifrar el código que abriera la defensa rival. Y cuando lo hacían no daban con un rematador.

Un encontronazo previo al descanso entre Eriksen y Kouyaté dejaba noqueados a ambos. El partido se paralizaba durante un par de minutos y se reanudaba sin ningún problema. Ambos equipos marchaban en dirección a los vestuarios.

Pochettino reacciona

El árbitro daba comienzo al segundo tiempo. Los equipos habían saltado a la pista reseteados, no parecían los mismos. Tanto es así que en seis minutos Winks igualó la contienda con un tiro a bocajarro del guardameta. Pochettino había hecho reaccionar a su equipo. Quien sabe lo que les gritaría en el vestuario, pero ahora estaban atosigando al adversario. La afición favorecía la situación, se vino arriba y no paraba de entonar cánticos de apoyo. Las ocasiones no cesaban en la portería de Randolph. Poco duraría el empate. Un penalti de novato en un corner cometido por Vincent Janssen dio una oportunidad de oro al West Ham para retomar la ventaja. Lanzini no la desaprovecharía y transformaría el lanzamiento desde los once metros.

Llegaba la hora de sacar a los revulsivos. El entrenador argentino dio entrada a Alli y a Son para voltear el marcador. Así fue, llegó el empate. Un centro tras una jugada individual del coreano desembocó en el empate de Harry Kane. El ariente inglés volvía al rescate de su equipo. Un minuto después, Son en una jugada practicamente calcada generó un penalti. Otra vez el dorsal 10 perforaba la red rival. Se echaba el equipo la espalda y la afición se lo compensaba coreando su nombre. Era el héroe de la tarde