El encuentro comenzó con el 1-0 del conjunto local, que llegó por medio de Matthew Phillips al batir a Heaton con un disparo de media distancia. Tras ese tanto, el equipo de Sean Dyche se hizo con la iniciativa del juego a base de tener la posesión del esférico aunque encontraba serias dificultades para profundizar cada vez que pisaba terreno de juego rival, ya que los de Tony Pulis se dedicaban a defenderse, replegado en los últimos metros de campo y que quería aprovechar las recuperaciones de balón para salir al contraataque en velocidad como ocurrió en la jugada del 2-0. James Morrison recibió un balón de Rondón de espaldas a portería en el centro del campo, y batió al guardameta contrario con un disparo raso y potente desde la frontal del área.

Dominio visitante, pegada local

Esa era precisamente la gran causa de la falta de producción de ocasiones en el centro del campo, por parte de los visitantes, la buena organización defensiva de los blanquiazules, que estaban demostrando tener unos mecanismos defensivos, de lo más desarrollados para realizar las transiciones defensa-ataque, pues a pesar de que no estaba presionando a su rival, y no se estaba empleando a fondo en ataque, estaba consiguiendo recuperar el cuero a una gran velocidad, y con ello se estaba desplegando magistralmente para atacar.

El WBA se puso 3-0 antes del descansoTras el segundo gol el encuentro decayó en intensidad, aunque parecía partir en un rumbo muy claro: en el dominio estéril del Burnley que tenía la posesión de la redonda, y que la circulaba con una excesiva lentitud y horizontalidad. El rival vivía de las recuperaciones de balón del en campo contrario que le estaban proporcionando al equipo muchas ocasiones de gol, tanto llegando por los costados, como combinando por el centro, por donde Morrison que estaba jugando descolgado de mediapunta y Rondón estaban muy participativos.

El tercer gol llegó por medio de Fletcher que remató en el segundo palo sin oposición alguna, a causa de las dudas de Ward que al final se quedó con Rondón en el área pequeña, un centro de Mathew Phillips desde la izquierda, tras desbordar con facilidad, ante Lowton. Tras el tanto del mediocentro, el conjunto de Tony Pulis tuvo una fase de mayor control del juego, en la que tuvo más posesión del esférico, y se dedicó a circularlo por todo el campo con rapidez y diligencia sin cometer imprecisiones.

Foto: Premier League
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Dominio local con fases de posesión veloces

En el inicio del segundo acto, el duelo estuvo absolutamente controlado por un equipo local que defendía con toda la tranquilidad del mundo y que se dedicaba a recuperar el esférico de los pies de unos jugadores del Burnley desmoralizados. Con la posesión estaban siendo improductivos y sin ella corrían como pollo sin cabeza a un rival, que al contrario que en otras ocasiones, no le pesaba el cuero para nada, que lo circulaba con toda la parsimonia del mundo con una velocidad incluso mayor de la que requería el partido. Pasaron los minutos, y el equipo de Tony Pulis fue volcando el juego de su lado, y se fue instalando cerca del área contraria con la redonda, atacando aleatoriamente a pesar de que estaba creando desborde en todas las fases de ataque posicional. El 4-0 llegó por medio de Rondón, que recogió un balón en el punto de penalti, y sacó un disparo con la pierna derecha que entró en el arco contrario tras impactar en un contrincante.

Rondón fue el hombre del partidoTras el cuarto tanto, el conjunto blanquiazul siguió manejando el enfrentamiento aunque volvió a cederle la posesión a su oponente que circulaba la pelota por todo el campo con desgana, esperando el final del partido desesperadamente mientras se chocaban con la muralla defensiva local. Rara vez hacía un esfuerzo por maquillar un resultado que hablaba por si solo de la grandísima productividad ofensiva y psicológica, pues ha sido capaz de marcar cuatro goles con muy pocas ocasiones de gol y además ha tenido la capacidad para marcarlos en momentos oportunos.

Los últimos instantes de juego estuvieron carentes de toda intensidad y ambos equipos se dedicaban a buscar la portería contraria por el mero hecho de conseguir marcar un último gol, de una factura más bella con la que pudieran copar la portadas de los periódicos en la jornada de mañana. Pese a ello, el partido estaba sentenciado desde hace mucho tiempo, y ninguno de los dos conjuntos, parecía tomarse en serio la situación, más bien estaban con la cabeza, en sus respectivos compromisos ligueros de la semana que viene.

Foto: Premier League
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