El encuentro comenzó con dominio de balón del Hull City que jugó instalado en terreno de juego contrario desde el primer minuto, y que trató de crear peligro intentando abrir a la defensa rival, circulando la pelota por todo el frente del ataque con una buena velocidad, aunque siendo excesivamente previsible. En frente tenía a un Newcastle, que estaba jugando con un 4-4-1-1 con Diamé por detrás de Gayle que en fase ofensiva se convertía en un 4-3-3 en su versión más defensiva con Diamé de mediocentro ofensivo liberado que desde el primer minuto se mantuvo replegado en su campo y que optó por mantener las líneas unidas, para recuperar el esférico presionando en campo propio, o aprovechando imprecisiones de los rivales para salir en velocidad. Por las bandas la velocidad a la que circulaba la redonda era alucinante, con Anita y Lazaar que estaban consiguiendo hacer llegar el esférico con gran facilidad a Ritchie y Gouffran.

Dominio local por intensidad y paciencia

Después de los primeros minutos de juego, el ritmo de intensidad ascendió notablemente en el partido, y a raíz del adelantamiento de las líneas que conllevó a presionar la salida de balón del equipo local, el conjunto dirigido por Rafa Benítez se fue adueñando del partido, haciéndose con toda la posesión, y consiguiendo llegar a la portería contraria con un gran peligro, y con una gran regularidad. Estaba empezando a provocar el nerviosismo en la defensa local, que se veía incapaz de darle salida al balón, y ni siquiera de mantenerlo en esa zona. Esa fase del encuentro fue efímera, y los tigres consiguieron estabilizar el encuentro nuevamente, gracias a que empezó a enlazar pases, y así lograron neutralizar la presión visitante y volver a igualar el dominio del cuero. Con esa nueva situación de igualdad, se volvieron a imponer tanto en posesión, como en ocasiones, gracias a su empeño por crear un fútbol más elaborado y menos directo que el de su rival, que volvió a replegar las líneas, aunque no defendió tan atrás como en los primeros instantes en los que no podía sacar ni el balón jugado.

El segundo tiempo comenzó con un ritmo elevado de intensidad y sin un dominador claro, pues los dos equipos estaban siendo muy directos cuando tenían el balón en su poder, pues se estaban desplegando con gran velocidad en ataque. Esa rapidez les estaba pesando mucho a la hora de elaborar las jugadas en ataque, pues esa aceleración les empujaba a cometer imprecisiones, y el equipo contrario recuperaba el esférico, y enseguida volvía a salir al contraataque, con la misma desorganización, que tampoco le permitía finalizar las jugadas con claridad. Pasaron los minutos,  el  ritmo de intensidad siguió siendo igual de alto, aunque poco a poco, conforme iba pasando el tiempo, desarrollando las jugadas con una mayor paciencia, y con la calidad técnica de Snodgrass que estaba empezando a asumir un mayor protagonismo entrelíneas, en la zona de creación.

En los últimos minutos de juego el equipo local fue consolidando su dominio, aunque tuvo una serie de dificultades para profundizar, frente a un contrincante, que en vista de que el Hull asumía el timón del partido, optó por replegarse en su campo, y por aprovechar las imprecisiones del rival. Las buenas fases de presión servían para salir al contraataque, utilizando las dos bandas como vía de escape para poder profundizar, con Christian Atsu que había entrado en el terreno de juego en el lugar de Ritchie, para jugar por la derecha, aportar potencia y velocidad para aprovechar las debilidades de Robertson por su vocación ofensiva, y un excepcional golpeo de balón de media distancia, y Yoan Gouffran, para aportar desequilibrio y calidad técnica, con jugadores potentes físicamente como Diamé, y con otros más veloces como el ariete Dwaight Gayle.

Dominio de un Newcastle volcado, sin éxito

Después de que ninguno de los dos equipos consiguiera inaugurar el marcador en 90 minutos, el partido se fue a la prórroga, y allí fue el equipo del noreste de Inglaterra el que se hizo con los mandos del partido, teniendo la posesión del balón, presionando arriba cuando lo perdía, y llegando con peligro a la portería contraria con gran decisión. Por su parte, el equipo local que veía como ha sido incapaz de ganar el partido en 90 minutos después de haber dominado. Diamé adelantó a los visitantes, y poco después, el escocés Robert Snodgrass anotó el gol del empate.

La segunda parte de la prórroga fue un asedio frontal del equipo de Rafa Benítez sobre el área local, sin resultado, pues se dedicó a centrar balones aéreos, en busca de alguno de los muchos efectivos que permanecían sobre el terreno de juego del rival, pero no presentaba ninguna alternativa más, ni buscaba a los hombres de banda, ni tampoco intentaba jugar entrelíneas, e intentar resolver alguna jugada con una combinación, o un disparo de media distancia. Mientras tanto, el Hull City se mantenía agrupado en los 30 últimos metros de campo, y se dedicaba a despejar los balones que le llegaban con balones largos sin ningún fundamento.