Quizás al comienzo el partido estuvieran jugando el undécimo contra el quinceavo en la clasificación, pero realmente se estaban enfrentando dos equipo con la misma cantidad de puntos.

El partido iniciaba con cierto control de los visitantes, pero pronto cambió la situación. Ya desde los primeros minutos el Burnley pudo remar con la corriente a favor lo que le permitió notablemente poner en marcha una defensa invencible y contraatacar,  la idea que tenía desde los inicios. Los espacios que dejaba atrás la zaga de Howe eran aprovechados por los atacantes de Lanchashire. Daba la sensación de que veríamos una remontada épica, pero todo eso quedó en meras impresiones, el fútbol es así de especial.

Rueda el esférico

Golazo de Henfrick en el minuto trece de la contienda. Un balón al espacio pillaba de sorpresa a la defensa. El irlandés controlaba al con una calidad digna de Zinedine Zidane para pegar soberbia volea desde la frontal del área que introduce el esférico por la escuadra haciendo inútil el esfuerzo del guardameta. Un gol que nadie esperaba, era el Bournemouth parecía tener la sartén por el mango. 

Tan solo un par de minutos después llegaba el segundo de los locales. La grada enloquecía. En un córner, tras una jugada embarullada por la parada de Boruc, el defensa Ward, cazó el balón dentro del área pequeña como un águila que caza una ardilla con sus poderosas garras, con velocidad. Si ya se había puesto empinada la cuesta del Bournemouth, ahora más todavía.  

Pero en la mejor liga del mundo no hay lugar para los perdedores. Los Cherries siguieron haciendo lo que habían planteado desde el principio del partido: dominar el control de la pelota para acorralar al rival y generar la mayor cantidad de oportunidades de hacer gol. Toque, toque y más toque. El cuero iba de un costado a otro del césped, basculaban el juego de una a otra banda hasta hallar un hueco en la zaga de los Clarets. Con el paso de los minutos los chicos de Eddie Howe conseguían llevar a cabo la idea hasta que llegó el gol de Afobé.

Uno de los dos delanteros que alineaba el técnico inglés le daba la razón. Un auténtico tanto de cazador de área. Balón al punto de pentalti y remate cruzado al primer toque. Lo necesario para batir al portero. Con esto se llegaba al descanso, con un recorte de distancias que hacía mucho más fácil la tarea de levantar los ánimos dentro del vestuario visitante.

Comenzó la segunda parte, pero no había signos de que fuera a cambiar la situación. El Burnley resguardado en su campo defendiéndose de las innumerables arremetidas de los visitantes que intentaban tirar la puerta abajo a base de paciencia.

El Burnley era capaz de dar un zarpazo al contraataque

A Sean Dyche esto parecía no gustarle, debió ver factible la remontada y se apresuró a tomar medidas para contrarrestar el juego visitante. Con la decisión tomada se cambiaron jugadores de la misma posición, hizo un tempranero doble cambio. Barnes y Gray clavaban sus botas sobre el césped de Turf Moor en deprimento de los insuficientes Defour y Vokes.  Pese a que el dominio seguía encontrándose en manos de los de hoy amarillo fosforito, daba la sensación de que el Burnley era capaz de dar un zarpazo al contraataque.

La presión y la impaciencia crecía en el Bournemouth

El segundero del estadio iba pasando los minutos y la presión y la impaciencia crecía en el Bournemouth. El toque y la tranquilidad desaparecieron para dar lugar a la verticalidad y la continua búsqueda del arco rival. Aún se creía en la remontada y el banquillo se lo hacía saber a los jugadores mediante ánimos y aplausos a cada jugada. Los locales hacían lo propio, incentivaban la concentración en defensa  y el esfuerzo para mantener intacto el marcador.

Hasta que apareció Boyd. Otro excelente chut que dejaba noqueado al conjunto del sur de Inglaterra. Un taconazo de Gray para el dorsal 21 que cruzaba el balón con un zurdazo desde la esquina izquierda del rectángulo que delimita la zona de penalti. Tres a uno y mazazo para los sueños Cherries.

Ahora ya era un correcalles que solo beneficiaba a los de granate. Las ocasiones las creaban ellos aunque en un coletazo de rabia se puso el 3-2 por medio de Daniels. Quizás hoy no era el día del Bournemouth. Ya en los minutos finales no se pitó un penalti sobre Pugh y se anuló un gol a Afobé por un control con el brazo en lugar del pecho – aquí sí acertó el colegiado –.

Así se fueron los locales a los vestuarios, con unos tres puntos valiosísimos para la lucha por la permanencia ante un rival directo.