El encuentro comenzó con un ritmo bastante bajo de intensidad propiciado por un Tottenham dominador, que estaba circulando el esférico en campo contrario con una gran lentitud y horizontalidad, ante un rival muy rocoso. Los locales estaban defendiéndose con un 4-1-4-1, y que manteniendo las líneas a una buena altura estaban impidiendo que el equipo de Mauricio Pochettino pudiese manejar el esférico con comodidad en terreno de juego contrario, además de que no estaba pudiendo crear ocasiones de gol. Con su gran empeño en terminar las jugadas en el área rival, y su incapacidad por buscar el golpeo de media distancia, su oponente no estaba necesitando emplearse a fondo para cortar las líneas de pase del rival.

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Dominio del Tottenham sin ocasiones de gol

El tiempo pasó y el Tottenham siguió teniendo la posesión del esférico, ante un rival municipal que estaba retrocediendo más las líneas en los últimos minutos de juego y que estaba apostando más por los balones en largo que por las transiciones rápidas. Después de los primeros minutos de juego, el conjunto blanquiazul empezó a controlar el partido, y sin ser demasiado veloz en sus circulaciones de balón empezó a consolidar su dominio en terreno de juego rival sin demasiado éxito, pues a pesar de que en los últimos minutos consiguió profundizar más en campo contrario, no llegó con peligro en toda la primera parte al arco contrario. Enfrente su oponente tampoco había concluido ninguna jugada con claridad y sin embargo había llevado algo más de su peligro en algún acercamiento.

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Posesión visitante, dominio local con un Lanzini excepcional

El segundo tiempo comenzó con un ritmo más elevado de intensidad y con un dominio inútil de los visitantes que estaban controlando el partido con más regularidad y que estaban teniendo más balón, pero que seguían sin rematar las jugadas con claridad.

En frente tenían a un oponente al que le ocurría el caso opuesto, no tenía el balón, no estaba llevando las riendas de la situación, pero estaba creando un enorme peligro saliendo en velocidad, especialmente con Manuel Lanzini, que había adquirido mucho más presencia en campo contrario, y que cada vez que entraba contacto con el balón estaba aportando calidad técnica, verticalidad y una gran continuidad a todas las jugadas, logrando que se concluyesen muchas de ellas, y sin permitir salidas al contraataque del rival.

Después de los primeros minutos del segundo acto, Lanzini logró adelantar a los hammers, en una jugada con varios rechaces, que el argentino remató de volea en el punto de penalti. Este gol hizo justicia a un buen inicio del conjunto dirigido por Slaven Bilic, que estaba creando un mayor número de ocasiones en ataque, y estaba aprovechando mucho mejor sus tramos de posesión, ante un Tottenham desconcertado por la gran intrascendencia de hombres como Eriksen o Alli. En la noche del viernes las dos estrellas de los Spurs no estaban entrando mucho en juego a causa del marcaje de Winston Reid que hoy estaba jugando como un ancla para Collins y Fonte, entre el mediocentro y la posición de central, que dejaba la creación del equipo de Pochettino en manos de Wanyama y Dier que una vez más volvían a demostrar su vocación táctica de recuperadores de balón y no estaban aportando ninguna profundidad. 

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Pasaron los minutos, y a pesar de que el técnico visitante retiró a Vertonghen para introducir a Dembélé y a Wanyama para introudcir a Janssen. Dos cambios de un corte muy ofensivo, que no le permitieron llevar las riendas del enfrentamiento como hubiese querido, pues no pudo asediar a su contrincante ni establecer un dominio regular terminando las jugadas. Empezó a producir muchos errores incomprensibles en la entrega, y además estaban chocando con un rival aún más rocoso en defensa, y que estaba llevando un enorme peligro cada vez que salía en velocidad con un sobresaliente Manuel Lanzini o con un insistente André Ayew, que estaba protagonizando muchas de las salidas al contraataque.

El partido agonizó con un Tottenham descompensado e impreciso, que se intentaba instalar en campo contrario a empujones, y sin argumentos futbolísticos, y con el conjunto local poniendo los corazones de los aficionados Spurs a mil, cada vez que salía en velocidad y llegaba a línea de tres cuartos.

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