La globalización mundial en todos los ámbitos no ha pasado desapercibida para el deporte. Una de las noticias de mayor calado en el ámbito internacional en los últimos años fue el acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos, después de décadas de ‘conflicto’ entre ambos.

Este nuevo rumbo en las relaciones entre ambos países llevó a que el presidente Estadounidense, Barack Obama, viajase a la isla caribeña, con motivo de ese acercamiento. A partir de ese momento se abrió un nuevo canal en diferentes ámbitos sociales, y el deporte no ha estado exento de esto.

Hace poco más de un año, un equipo estadounidense de soccer como el New York Cosmos, hacía historia, disputando un partido amistoso frente a una selección cubana, representando así el acercamiento al que ambos países estaban llegando. En ese encuentro, el conjunto estadounidense logró una ‘diplomática goleada’, venciendo a su rival por un resultado de 1-4.

Pero el acercamiento futbolístico entre ambos países es aún mayor. El pasado mes de junio, la Federación Estadounidense de Fútbol (US Soccer), anunció que el combinado absoluto (USMNT) disputará un amistoso en el país caribeño frente a la Selección Nacional de Cuba. Este partido se disputará en el estadio Pedro Marrero el próximo 7 de octubre y será la segunda visita de la selección estadounidense al país en los últimos 69 años, después de disputar unas semifinales clasificatorias para la Copa del Mundo de 2010, en donde consiguieron la victoria por un 0-1.

“Estamos contentos por tener la oportunidad de llegar al equipo a Cuba”, dijo el seleccionador estadounidense, Jurgen Klinsmann. “Además de una buena competitividad, siempre estamos buscando experiencias diferentes para nuestro grupo y esta es una oportunidad única”.

Aunque a pesar de los acercamientos que ambos países están tratando de llevar a cabo, en el ámbito futbolístico todavía quedan algunas restricciones y diferencias. Y como en muchos ámbitos de la vida, estas restricciones siempre afectan a los más indefensos. En este caso estas diferencias afectan sobre todo a un futbolista, Osvaldo Alonso. El centrocampista de los Seattle Sounders FC que desertó en una concentración de la selección cubana en Estados Unidos, está vetado por la Federación de Fútbol de Cuba en el ámbito internacional, que le prohibe jugar para ningún combinado nacional.

Por un futuro mejor

La archiconocida canción de Luis Aguilé, Cuando salí de Cuba, tiene una frase que bien podría resumir la historia de Osvaldo: “Cuando salí de Cuba, dejé mi vida…”. Esto podría ser perfectamente lo que pensó el jugador el día que decidió buscar una vida mejor en Estados Unidos.

El fútbol en Cuba es un deporte secundario y sin apenas apoyo

Su historia comienza en Cuba, un país en donde por todos es conocido la vida no es la mejor para todo el mundo y en donde los bienes materiales escasean. El fútbol es un deporte secundario por detrás del béisbol y la necesidad de buscar un futuro mejor en otro país, comenzaba a rondar por la cabeza de un joven Osvaldo. El jugador militaba en FC Pinar del Rio y en la anterior temporada había conseguido proclamarse campeón de liga.

“La vida en Cuba es muy complicada y si eres futbolista quizás sea pero aún”, dijo Alonso. “En mi país no hay tradición ni recursos para el fútbol. Todos van para otros deportes más populares como el béisbol, conocemos la realidad de la isla”.

Por aquel entonces, unos meses antes de que se disputara la Copa Oro ONCACAF 2007 en Estado Unidos, Alonso ya tenía claro que su futuro no estaba en la isla. Ya allí estudiaba un plan que le permitiera comenzar una nueva vida en Norteamérica. El jugador apenas tenía información de lo que el futuro le podía deparar, pero su fuerte convicción la ayudó a tomar la decisión.

En junio de ese mismo año, durante la Copa de Oro, Alonso tomó la decisión más importante de su vida, marcharse.

Días después del que sería a posteriori, su último partido con la selección cubana frente a Honduras, el jugador se encontraba con varios de sus compañeros, comprando en un supermercado Walmart del área de Houston. Disimuladamente y junto a su compañero de selección Lester Moré, salió del comercio con una mochila y $700. Todavía les restaba un partido para finalizar su participación en el torneo y Alonso se convirtió en ese momento en un llamado ‘desertor’.

Esta decisión fue la más importante de su vida, pero años después, el jugador se muestra orgulloso de lo que hizo: “Fue el momento más duro de mi vida. Supuso dejar atrás todo; mi país, mi familia, amigos. Fue una decisión muy dura, pero estaba seguro que hacía lo correcto. La vida me ha demostrado que hice lo correcto, no me arrepiento”.

A partir de ese momento, Alonso se trataría de acogerse a la ‘Ley de ajuste Cubano’. Esta recoge el hecho de que si un cubano pisa suelo estadounidense, en un año y un día, se convierte en residente de este país, lo que quiere decir, en ciudadano norteamericano de pleno derecho.

Tras un año muy difícil en el que estuvo viajando y buscándose la vida, logró el reconocimiento como ciudadano estadounidense, lo que le permitió cumplir su objetivo, desarrollar su carrera como futbolista en el país 'vecino’.

Fue en ese momento cuando comenzó su periplo por el soccer estadounidense. Primero estuvo a prueba en el Chivas USA, quienes le ofrecieron un contrato de desarrollo por unos $12.900. Pero finalmente fue el Charlestton Battery de la USL First Division, la franquicia que logró hacerse con los servicios del mediocentro cubano.

Sólo media temporada le bastó a Alonso para demostrar su nivel y consiguió proclamarse MVP del equipo, Rookie del Año y elegido en el equipo del la temporada. Pero su mayor logró fue llegar junto a su equipo a la final de la Lamar Hunt US Open Cup 2008, en donde se enfrentó al DC United de la MLS, pero cayeron derrotados por un 1-2.

The ‘Honey Badger’

Sus buenas actuaciones con el conjunto de Carolina del Sur, sobre todo en la US Open Cup, le llevaron a ser seguido por varios clubes de la Major League Soccer. Finalmente fueron los recién incorporados a la competición, Seattle Sounders FC, los que lograron hacerse con los servicios del mediocentro cubano.

“Desde el principio me han tratado de manera increíble. Esta liga me ha permitido crecer y progresar en el fútbol, además de cómo persona”, dijo Alonso en una entrevista.

A partir de entonces, su carrera tuvo un ascenso meteórico. Desde el primer año se convirtió en una pieza importante para el equipo. Su rol como mediocentro defensivo, con una gran capacidad de recuperar el balón, al que se le sumó una buena habilidad para sacarlo jugado, le permitió ser en pocos años considerado como uno de los mejores centrocampistas en su posición.

Su despliegue físico, unido a su resistencia y tenacidad para recuperar balones, llevaron a sus compañeros a conocerle de forma cariñosa con el sobre nombre de ‘The Honey Badger’ (algo así como ‘tejón de miel’ en castellano’).

Un año después de haber perdido la final de la US Open Cup con el Charleston Battery, llegó a la franquicia esmeralda y esta vez lograría levantar su primer trofeo con su nuevo equipo.

Seattle Sounders FC comenzó a ser su casa. Sus actuaciones con el equipo fueron cada vez mejores conforme pasaban los años. Pese al cambio de categoría, Alonso continuó deslumbrando con sus buenas aptitudes que le permitieron descubrirse como una de las estrellas de la liga en pocos años. Esto le permitió ser llamado en tres ocasiones para disputar el MLS All-Star (2011, 2012, 2014).

A los pocos años firmó un contrato como Designated Player

Conforme aumentaba su importancia en el club, también lo hacía su salario, y en 2013 Alonso vio recompensado su rendimiento con un contrato multi-anual como Designated Player o Jugador Franquicia. Además, su liderazgo en el vestuario y en el terreno de juego le llevó a ser seleccionado como uno de los capitanes del equipo.

El jugador continuó rindiendo a un gran nivel a cada temporada que pasaba, lo que se vio premiado con más títulos para el equipo, como fueron otra Lamar Hunt US Open Cup y una Supporters Shield en 2014.

Osvaldo Alonso, un futbolista que por un sueño dejó todo atrás, su familia, amigos y su país. Una decisión de la que nunca se arrepintió, ya que logró lo que siempre quiso, jugar al fútbol. Sacrificó las posibilidades de volver a jugar con su selección, y porque no, llegar a disputar una Copa del Mundo. Pese a ello, Alonso siempre lo reconocerá: “¿Mi sueño? Volver a vestir la camiseta de la Selección Nacional de Cuba”.