Desde hace varios años, la Liga Portuguesa parece haberse convertido en el trampolín perfecto para que muchos jugadores den el salto a uno de los transatlánticos europeos a cambio de un cuantioso traspaso que deja satisfechos a casi todos los actores del mundo del fútbol: el jugador, que mejora de forma notable su situación; su representante, que se lleva un buen pellizco por su comisión; ambos club implicados en el traspaso, que intercambian un buen activo por una considerable suma económica, e incluso la prensa deportiva, que tiene información que ofrecer durante cierto tiempo -rumores, negociación, declaraciones, fichaje, presentación, despedida...-. Pero detrás de este negocio, queda la inquietante realidad de que los clubs portugueses son meros intermediarios de un negocio del que no siempre salen beneficiados económica e institucionalmente, y que deportivamente deben reinventarse año tras año para poder mantener este frágil e inestable estatus que les impide trazar un proyecto duradero de equipo durante varias temporadas, siempre dependiendo de los vaivenes del mercado,

Arrastrados por el ejemplo del FC Oporto, al que de manera habitual se pone como modelo de gestión dentro del fútbol europeo, otros equipos han seguido la misma línea para maquillar sus sufridos pasivos -Benfica en los últimos años, Sporting en menor grado, Sp. Braga, Paços Ferreira o Nacional-, lo cual ha conducido a la práctica totalidad de equipos a seguir una dinámica más o menos semejante pensando que ese es el camino más recto hacia la estabilidad económica.

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Uno de los casos más relevantes es el de Sporting Braga que, de la mano de António Salvador, se ha convertido en una especie de equipo puente, con la suficiente capacidad económica como para fichar a jugadores que destacan en equipos menores para, posteriormente, ponerlos en el mercado en busca de una plusvalía que rentabilice su inversión. Ciertamente, algunos les han salido muy bien: Artur, Salino, Pizzi -de quien nunca se sabrá qué sucedió con su sorprendente traspaso por nueve millones y medo de euros y cuánto dinero se quedó en las arcas arsenalistas-, Elderson, Ismaily o Lima. Otros, o bien no han cumplido las expectativas y han tenido que dejar el club, casos de Carlao, Yazalde, Joaozinho, Edinho o Nuno André Coelho, o bien se han quedado en el club sin demostrar, en un escalón mayor de exigencia, lo que había llevado al equipo bracarense a contratarlos: Paulo Vinicius, Baiano, Sasso… Además, el equipo de la ciudad de los arzobispos ha ido traspasado a sus jugadores importantes en distintos momentos para generar un ingreso inmediato, o ahorrase, al menos, sus salarios, como sucedió con Eduardo, Vandinho, Evaldo, Joao Pereira, Alberto Rodríguez o Hugo Viana.

La Liga Portuguesa suele ser utilizada como trampolín para jugadores sudamericanos, caso de Falcao o James

Este plan pareció funcional inicialmente, los guerreiros aprovecharon el bajón del Sporting para luchar hombro con hombro con los dos gigantes portugueses, de la mano de Jorge Jesus primero y de Domingos Paciência y Leonardo Jardim posteriormente -siguiendo en el banquillo una política muy parecida a la de los jugadores, presentar un proyecto atractivo y facilitar la salida previo paso por caja-. Pero en las dos últimas campañas los resultados no han acompañado, y la economía tampoco, por lo que un reelegido António Salvador ha tenido que hacer ciertas modificaciones en su planificación y apoyarse en el omnipresente Jorge Mendes –que ya había participado en los movimientos de Pizzi y Juan Carlos, por ejemplo- para incorporar a algunas promesas brasileñas, cuyos fichajes no pueden sufragar sus arcas –entre cinco y nueve millones y medio de euros (Matheus, Damilo y Wallace, posteriormente traspasado al Mónaco adelantando un paso a la idea previa a su incorporación al club).

Esta misma labor de equipo puente para los negocios de Jorge Mendes la realizó las últimas temporadas Rio Ave con Fabinho, que ni siquiera llegó a militar en el equipo vilacondense o Filipe Augusto, traspasado este año al Valencia dejando en las arcas del equipo de Os Arcos apenas un 20% del traspaso ya que el jugador no era de su propiedad.

Con la llegada de Godinho Lopes a la presidencia del Sporting y la salida de algunos puntales de la etapa anterior como João Moutinho y Miguel Veloso, el equipo de Alvalade inicio una política similar a la de sus rivales, fichando distintos jugadores de ligas importantes por un lado (Capel, Boulahrouz, Pranjic, Marcos Rojo, Jeffren, Onyewu, Mati Fernández, Elias, Van Wolfswinkel, Schaars y jugadores poco conocidos, como Arias, Xandão, Diego Rubio, Rinaudo, Viola o Carrillo) invirtiendo entre uno y seis millones de euros en ellos, con la idea de que se revalorizasen y acompañar una buena política económica a unos buenos resultados deportivos. Pero el proyecto fracasó estrepitosamente a todos los niveles.

Los tres grandes compran muchos jugadores y venden por mucho dinero, pero no tienen la totalidad del pase

Bruno de Carvalho, actual presidente de los leoes, pese a todas las críticas vertidas contra el anterior equipo directivo no se ha apartado mucho de esa idea; los fichajes de Sarr, Silva, Gauld, Tanaka, Slavchev, Drame, Montero o Slimani son una buena muestra de ello. La llegada de Marco Silva, entrenador joven y con poco recorrido, recuerda mucho a la idea iniciada en Braga con Domingos, Jardim o actualmente Sérgio Conceiçao –no se citan estos nombres por casualidad-. Los resultados van llegando poco a poco y los jugadores del Sporting comienzan a aparecer en los rumores de traspaso de forma más o menos habitual. Este año, además del omnipresente William Carvalho, Cédric Soares, Carlos Mané o Slimani han sonado para varios clubs europeos. En la siguiente foto aparece el porcentaje que tenía Sporting sobre estos jugadores antes de la compra que realizó al Sporting Portugal Fund por la totalidad de sus fichajes, excluyendo a Marcos Rojo que ya no está.

No se debe olvidar tampoco que Sporting y Benfica tenían un fondo de inversión relativamente ligado a ambos clubs, el Benfica Stars Fund y el Sporting Portugal Fund, ligados ambos al intervenido Banco Espirito Santo-, a los que han tenido que recomprar los derechos pero que, durante un tiempo, sirvieron de apoyo inmediato a sus fichajes, ya que inmediatamente vendían parte de esos derechos a dichos fondos. La participación del conocido grupo de inversión y representación Doyen Sports en los fichajes y traspasos del FC Oporto es otro ejemplo más de que no es un hecho aislado en el fútbol portugués, así como el enfrentamiento del Sporting con este grupo debido al traspaso de Marcos Rojo al Manchester United y la posterior denuncia en la FIFA puesta por el equipo lisboeta.

El resto de equipos, en líneas generales, incluso proyectos relativamente sólidos, como los dos equipos de Madeira o el Vitória de Guimarães, al que una terrible crisis económica ha obligado a recurrir a su cantera, deben reinventarse año tras año con la incorporación de innumerables jugadores procedentes de divisiones inferiores, la Segunda Liga y también el Campeonato Nacional de Seniors (CNS), de distintos equipos brasileños prácticamente desconocidos en Europa (los seguidores del fútbol portugués hablan con naturalidad de equipos como el Madureira, Joinville, Corinthians Alagoano o Grêmio Anàpolis), equipos africanos o buscar la vuelta a casa de los muchísimos jugadores portugueses en la diáspora de ligas menores por todo el mundo .

Extraídos de la propia página de VAVEL aparecen los siguientes datos relativos a esta temporada 14-15, en los se aprecian los siguientes movimientos en los equipos (Para comprobar nombres y procedencia, habría que remitirse al enlace).

Número de Fichajes / Traspasos (1 de Septiembre de 2014)

Equipos

Fichajes Traspasos
Benfica 21 18
FC Oporto 17 19
Sporting CP 13 12
Estoril 14 9
Nacional 15 11
Marítimo 14 13
Vitória de Setúbal 22 12
Académica 18 9
Sporting Braga 18 24
Vitória Guimarães 15 12
Rio Ave 10 18
Arouca 8 10
Gil Vicente 13 14
Belenenses 12 15
Paços Ferreira 14 14
Moreirense 12 12
Penafiel 14 12
Boavista 25 15

En estos números hay que tener en cuenta los jugadores que regresan de cesiones, cinco en Benfica, uno en Oporto y tres en Sporting CP, además de casos especiales ya citados como el de Fabinho, que nunca jugó en Rio Ave o el del actual jugador del Granada Juan Carlos, que tampoco jugó en el Sporting Braga, poseedor de sus derechos deportivos.

En el pasado mercado de fichajes se han producido 255 salidas de jugadores que han generado 210.555.000 euros frente a las 312 llegadas que han costado 109.093.000 euros. Pero solo siete equipos presentan en sus cuentas gastos por incorporaciones, siendo uno de ellos el caso ya citado del Sporting Braga, abonados por un fondo de inversión, y Estoril, Marítimo y Rio Ave aportan, entre los tres 1.570.000 euros. Los casi cien millones restantes pertenecen a los tres grandes de la Liga, por lo que las cuentas dejan poco lugar a la duda.

Muchos jugadores portugueses se van a ligas menores al no tener en su país seguridad para cobrar sus sueldos

Por otro lado, más allá de las grandes estrellas portuguesas, si se comprueba el número de jugadores lusos que militan en variados equipos de múltiples ligas menores puede apreciarse que son muchísimos los jugadores, no sólo procedente de la Primeira liga sino también de divisiones inferiores, y en edad juvenil, que buscan en otros países unos contratos a los que los clubes portugueses no pueden llegar ni económicamente ni en seguriad de cobro (Rumanía, Bulgaria, Azerbayán, Croacia, Polonia, Chipre, Grecia o Turquía, por ejemplo, que futbolísticamente, y no sólo en el ranking FIFA se encuentra por debajo de la selección portuguesa)

Es evidente que todos estos movimientos dificultan la elaboración de un proyecto continuado en todos los equipos que ven como temporada a temporada dependen de sus habilidades para moverse en el mercado de fichajes y de la capacidad de su técnico para conjuntar el elenco de jugadores que se ponen a su disposición y que no siempre cumple con sus necesidades técnicas.

La aparición de los equipos B ha puesto ciertos límites a un aspecto endogámico del fútbol portugués, que era la cascada de cesiones constantes que debían "padecer" los canteranos una vez que acababan su etapa juvenil y a la que no han escapado ni siquiera los grandes jugadores. Esta peculiar situación provocaba que el final de cualquier periodo de fichajes se convirtiese literalmente en una subasta para ver qué equipos se beneficiaban de la benevolencia de los grandes a la hora de colocar a sus canteranos. Así pues, los jugadores salían de un club para otro de forma constante sin acabar de establecerse en ninguno, incluso cambiando a mitad de temporada si las cosas no rodaban tal y como desearían, siempre dependiendo de un rendimiento inmediato no acorde con la necesidad de madurar deportivamente para prolongar su carrera en el fútbol profesional. Así se han desaprovechado talentos en edad juvenil como Vieirinha, Bruno Gama o Helder Barbosa, que nunca acabaron de rendir según las expectativas que se tenían en la Primeira Liga.

De la última generación campeona de Europa con Portugal en 2003 sólo Moutinho y Veloso, de algún modo,
consiguieron triunfar en la Primeira Liga. Una de las grande estrellas de aquel equipo era Vieirinha (www.maisfutebol.iol.pt)

Una característica que no es ajena a ninguna liga de mundo, ni a ningún deporte, es la capacidad fagocitadora de los equipos grandes dentro de su propia liga. Los equipos con mayor poderío económico se hacen con los servicios de los jugadores que han destacado en equipos más modestos, llegando en ocasiones a desmantelarlo (Estoril o Paços Ferreira son ejemplos adecuados en las últimas temporadas) sin olvidar que, en muchos casos, los modestos intentan mantener buenas relaciones con los grandes, en busca de alguna posible cesión proveniente de estos equipos (Estoril vuelve a ser un buen ejemplo de ello esta temporada con Tozé o Kléber en sus filas). La pregunta que surge en estos casos es, ¿qué necesidad real tienen los grandes en incorporar a estos jugadores? ¿lo hacen porque es un jugador válido para ellos, o simplemente para que no lo incorporen sus rivales?.

Los clubes grandes compran a los jugadores que destacan en el resto de equipos pero pocos consiguen triunfar

El problema llega cuando estos jugadores no alcanzan el nivel exigido en los equipos grandes, porque realizar el camino de vuelta con la subida de sueldo que tiene lugar al hacer el camino de ida se antoja casi imposible, y su utilización en los grandes es escasa o, en los últimos años acaban relegados a los equipos B, por lo que estos fichajes se demuestran como inútiles. Esta misma temporada hay algunos casos como los de André Geraldes, Daniel Candeias, Ricardo, Evandro o Sami, pero en años anteriores jugadores como Licá, Djalma, Carlos Eduardo, Steven Vitória, Michel, Luisinho, Tiago Rodrigues, Emidio Rafael… que o bien salen al extranjero o deben buscar acomodo, varias temporadas después, cuando son claramente conscientes de que su situación es irreversible en equipos menores después de haber perdido dos o tres años de fútbol).

Una característica que sorprende fuera de las fronteras nacionales es la dureza de las críticas que reciben muchos jugadores que son ensalzados muy pronto y a los que, posteriormente, al no ver cumplidas esas expectativas iniciales, se les castiga con excesiva severidad por sus propios aficionados. Lo que sorprende es que cuando estos jugadores son traspasados a otros equipos europeos, el rendimiento de los mismos es más que aceptable y es entonces cuando en los medios de comunicación y en los distintos foros de internet se enorgullecen de su trabajo (Beto o Daniel Carriço llegaron a Sevilla en un periodo muy difícil en su país, Vieirinha cuando recaló en el PAOK era una de las grandes decepciones portuguesas después de lo muchísimo que prometía en sus inicios). En la siguiente tabla se muestran las ventas de los últimos años de Benfica y Oporto, aunque no de todos tenían el 100% de su pase.

Y aquí se puede apreciar otra de las características más acusadas en el fútbol portugués de la última década, la sorprendente idea existente en Portugal de que vender jugadores es algo positivo para su fútbol, algo que se alaba constantemente en la prensa, que cumple con su labor en "esta maquinaria" poniendo bajo los focos a distintos jugadores. Incluso los propios aficionados están siempre atentos para saber cuál es el próximo jugador que puede abandonar el equipo como si ese traspaso sólo tuviese aspectos positivos para su club cuando no siempre se ingresa todo el dinero pagado por un jugador y, evidentemente, hay que cubrir el vacío dejado por el mismo en la plantilla.

Del mismo modo que, casi a diario, se apuntan jugadores para salir de Portugal, constantemente se filtran posibles intereses de clubes portugueses en jugadores extranjeros –hay que recalcar el adjetivo extranjeros porque es lo más habitual. A veces son jugadores de cierto prestigio a nivel europeo –Jordi Clasie en verano, el delantero serbio del Anderlecht Mitrovic en las últimas semanas-, y en otros, los más habituales, jóvenes jugadores procedentes de Sudamérica que llegan con todo tipo de referencias no siempre muy claras.

Los rumores en los mercados de fichajes son infinitos, incluso a lo largo del año

Con la simple consulta de los diarios deportivos desde el 22 de noviembre hasta el 10 de diciembre pueden encontrarse las siguientes informaciones: El FC Oporto se interesa por Wallace (Grêmio), Christofer González, Douglas Coutinho (Atlético Paranaense). La Juventus ofrece diez millones por Danilo, Herrera asociado al Dormund. En el Benfica, United y Liverpool siguen a Salvio, Enzo Pérez a un paso del Valencia, Gaitán interesa al Valencia, Campbell es hipótesis para enero. Mientras, Benfica sigue a Joaquín Correa (Estudiantes) y Jonathan Rodríguez (Peñarol) Mitrovic entre Benfica y FC Porto. Y en Sporting, Cédric interesa a disitnos equipos europeos (Dortmund, Schalke, Leverkusen, Arsenal o Besiktas) y William Carvalho sigue en la mira de distintos clubes. Y según se vaya acercando el mercado invernal los rumores se multiplicarán.

Por último, no se puede olvidar que múltiples representantes y empresas de representación que, dado el especial tratamiento que tienen en Portugal los jugadores brasileños, ven en la Primeira liga la plataforma de aterrizaje perfecta para que sus representados se incorporen al próspero mercado del fútbol europeo. Con frecuencia solamente se citan casos de gran éxito como los de Pepe o Deco y, aunque también es cierto que son muchos los jugadores brasileños que acaban encontrando en Portugal el lugar ideal para desarrollar una sólida carrera (Nilson en Guimarães, Cássio en Paços Ferreira, Evaldo, Mossoró, Paulo César, Olberdam, Vandinho, Matheus…) también lo es que a lo largo de cualquier temporada es relativamente común leer que determinado jugador ha rescindido su contrato con tal o cual equipo por el que ha pasado con más pena que gloria y comprobar cada final de temporada como un amplio número de nombres que han pasado prácticamente inadvertidos toman el camino de salido de muchos clubes hacia destinos de lo más diverso en el fútbol mundial.

Vandlnho llegó a Portugal procedente del "desconocido" Grèmio Inhumense y tuvo una larga estancia en Braga (www.goal.com)

En los últimos años este fenómeno, al igual que en muchos países de Europa se ha extendido hasta otros mercados, África y Sudamérica, llegados a Europa para engrosar las filas de equipos secundarios y en categorías de formación, y que en muchos casos no acaban teniendo una carrera en el fútbol profesional, basta con echar un vistazo a las distintas plantillas del CNS para comprobarlo.

Así pues, la continua renovación de jugadores de la Primeira liga afecta también a la Segunda, principal mercado de fichajes de los modestos –cuya situación económica es similar a la de la Primeira, Liga pero en un grado más acusado: cuando el Fatima militó en la entonces llamada Liga Vitalis, su presupuesto no llegaba a los cien mil euros, y se agrava todavía más en el CNS, vivero del que se nutren los equipos de la categoría de plata, que se ha creado recientemente en medio de muchas críticas por para ahorrar costes, en un país en el que desde la frontera norte (Valença do Minho-Caminha) y la frontera sur (Vila-Real de Santo António) apenas hay seis horas en coche.

La Segunda Liga y el CNS sufren una enorme crisis económica debido a la cantidad de viajes y partidos, los cuales no generan ingresos

Este mercado persa en el que parece haberse convertido el fútbol en Portugal ofrece una cara menos amable, más allá de los rostros mediáticos que tradicionalmente acompañan al fútbol luso en los últimos años (Cristiano, Mourinho, Mendes, Pinto da Costa y el FC Oporto tantas veces citado como ejemplo) y muestra la fragilidad de un sistema que debe replantearse cuál es el modelo que quiere establecer antes de que el que tienen acabe colapsando en una liga que, en los últimos años ha visto desaparecer a distintos equipos: Salgueiros, União Leiria, sufrir lo indecible a otros como Boavista, Belenenses, Vitória Guimarães y tener actualmente a algunos en situación límite, como el Olhanense, frente los equipos grandes, lastrados por un pasivo que no consiguen reducir y que, por otra parte, tampoco tienen la estabilidad necesaria para construir proyectos sólidos capaces de mantenerse a lo largo de varias temporadas. La clase media, por su parte, se encuentra cada vez más alejada de ellos y del nivel medio europeo, lo que se aprecia en las competiciones europeas en la que los resultados de los equipos portugueses dependen, cada vez más, del rendimiento de los grandes.

Si Portugal quiere competir con las grandes ligas europeas debe generar mayor estabilidad deportiva en sus equipos, con proyectos duraderos que haya que apuntalar en el mercado de fichajes, como se ha hecho tradicionalmente, y no reconstruir por completo un equipo dando entrada a más de una decena de jugadores. Esta dinámica tampoco es la deseable para conseguir identificación entre jugadores-club y afición, cuando las primeras declaraciones son para aclarar que su llegada a Portugal es sólo un paso intermedio en su carrera. Ni siquiera ayuda a la formación de jugadores, que abandonan sus equipos sin completar siquiera una temporada ni haber adquirido la madurez necesaria para competir al máximo nivel lejos del entorno más amable que, sin duda, encontrarían en su club formador. Corta vida a este modelo de fútbol que impera en Portugal en los últimos años.

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