El encuentro comenzó con dominio de la selección portuguesa que estaba manejando la posesión de la pelota, y que estaba formando con un 4-3-3 con William Carvalho de mediocentro, y con Nani de falso 9, ante una selección austríaca que se mantenía replegada en su campo, y que intentaba aprovechar alguna imprecisión del combinado luso para salir al contraataque, aunque la falta de contundencia en la presión le estaba impidiendo recuperar la posesión, y le estaba obligando a replegarse cada vez más con ese 4-5-1 con Baumgartlinger, Ilsanker y Alaba que inicialmente jugó de mediapunta formando una línea de tres centrocampistas acordonados por Harnik y por Arnautovic o Sabitzer. Pasaron los minutos, y el combinado verdirrojo siguió llevando las riendas del juego bajo una intensidad muy baja y una circulación muy lenta del esférico.

Dominio claro de los lusos tras un inicio titubeante

Después de los minutos iniciales, el cuadro portugués siguió teniendo el mando del encuentro, pero a pesar de que seguía combinando con bastante acierto se estaba precipitando a la hora de dar el último pase. Mientras tanto, el conjunto dirigido por Marcel Koller comandado por Baumgartlinger incrustado entre los dos centrales estaba siendo incapaz de mantener la pelota controlada, pues los tres jugadores que estaban cerrando en defensa estaban cometiendo muchas imprecisiones ante la escasa presión que estaban realizando los tres atacantes portugueses que se estaban acercando tímidamente a perseguir. Por otro lado, no estaban realizando una mayor producción ofensiva pues David Alaba, el gran responsable de dirigir el juego de ataque visitante estaba siendo muy intermitente, y estaba cometiendo muchas imprecisiones con la redonda.

Los últimos instantes del primer tiempo fueron de un ritmo bastante más bajo de intensidad, y contaron con el control de Portugal que se dedicó a mover la redonda con mucha lentitud con la intención de dormir el encuentro, ante una selección de Austria que no tenía otra intención, y que intentó agilizar el proceso tocando en la zona defensiva, aunque es cierto que en algún momento intentó llegar con peligro a la zona de ataque buscando en largo a Sabitzer y a Arnautovic que seguían realizando desmarques al espacio.

Una mayor igualdad a menor intensidad

El segundo tiempo comenzó con un ritmo bajo de intensidad, y sin un dominador claro del encuentro, a pesar de que era el combinado luso el que estaba teniendo la posesión del balón, mientras que los austriacos optaban por recuperar y salir al contraataque, aunque en esta ocasión estaba optando por defender con la líneas más adelantadas. Después de unos minutos, el equipo peninsular dio un paso al frente, y empezó a manejar la posesión del esférico en campo del contrincante, circulando el balón más velozmente, y abriendo mucho más el juego hacia las bandas, ante un rival algo desbordado por momentos que era incapaz de mantener la redonda, pues se veía obligado a jugar en largo cada vez que tenía la posesión en su poder, en busca de su delantero centro que se encontraba muy aislado en el ataque con el 4-1-4-1.

Después de los minutos iniciales, el partido entró en un tramo de transición en el que el conjunto centroeuropeo dio un paso al frente, empezando a presionar mucho más a su rival, y desplegándose con muchos más jugadores, dificultando las fases de ataque posicional a un combinado portugués que era incapaz de profundizar, y que se bloqueaba mucho más con el balón a causa de un gran desgaste físico producido por el esfuerzo físico de todo el encuentro. Pese a ello, unos minutos después consiguió progresar en alguna jugada por la banda, a base de tocar con mucha más calma, frente a un contrincante que había rebajado la presión sobre los locales, como en la jugada del penalti que erró Cristiano Ronaldo, tras una infracción de Hinteregger sobre él tras un centro desde la banda izquierda que el ariete del Real Madrid fue a rematar.

Ese penalti errado resultó ser un golpe moral muy duro para el conjunto luso, que entregó algo más la posesión del balón a una Austria que empezó a trenzar buenas jugadas a base de combinar en horizontal asegurando mucho el pase. Mientras tanto, los dirigidos por Fernando Santos estaban absolutamente desorientados pese a disfrutar de la posesión del balón, pues el jugador que tenía la posesión estaba fallando mucho en la entrega tanto a la hora de elegir la opción de pase, como a la de realizar la entrega ya que el juego estaba siendo muy atropellado en muchos momentos. Los últimos minutos siguieron siendo de un fútbol muy atropellado, aunque a pesar de ello, Portugal siguió creando ocasiones bastante claras de gol, ante una selección austríaca que se dio por satisfecha con el empate que le mantiene con opciones de clasificarse para los octavos de final.

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Sobre el autor
Tarek Guerrero
Redactor de fútbol inglés en VAVEL España.