El Vitória de Setúbal se declaró en rebeldía y se coló en la fiesta del Porto cuando menos se le esperaba para poner punto y final a la racha de victorias portistas y de paso sacar un punto y acabar con una sequía setubalense en Do Dragao que duraba más de diez años. Bien es cierto que le acompañó la fortuna, pero supo aprovechar el golpe de suerte para alcanzar un punto, defenderlo hasta el final. El Porto , pasó de la ilusión a la decepción , y se mostró incapaz de sobreponerse al gol sadino, atacando mas por inercia que con ideas, aunque tuvo ocasiones suficientes, ya en la primera mitad, para haberse quedado con los tres puntos.
De menos a más
La primera mitad del choque tuvo dos partes bien diferenciadas. Durante los primeros veinte minutos un Porto nervioso que se dedicaba a sacarse la presión controlando el balón y el juego con poca profundidad y llegadas, con un Vitoria en frente que dejaba claro que venía a defender, estar bien juntos atrás y aprovechar su oportunidad. No sería hasta el minuto 20 que cambiaría la dinámica del partido y los locales meterían una marcha más. Sería tras un balón en profundidad de Corona para André Silva, que, desde linea de fondo centraba atrás para Brahimi, que se revolvió y lanzó a portería por debajo del cuerpo de Bruno Varela, salvando sobre la linea el defensa Vasco Fernandes.
Despertaba el dragón y el Porto empezó a empujar con más ahínco. Marcano la tuvo en una falta lateral al minuto siguiente, pero Varela se la encontró en las manos. Los de Nuno apretaban y el Vitória se sacudía el dominio como podía. Ejemplo claro fue la triple ocasión marrada por los locales en el minuto 27. Lanzamiento de esquina que remataba el capitán Marcano al palo, para despues Thiago Santana en primer término y Varela en segundo, repeler bajo palos los rechaces recogidos por Monteiro y Soares respectivamente. La pelota no quería entrar. En el minuto 30, el Porto tendría otra clara oportunidad de adelantarse en remate de cabeza de André Silva que, sólo en el área pequeña, manda fuera tras centro de Tiquinho. Los dragones acechaban el gol pero no sería hasta los minutos de añadido que recogerían su recompensa. Rechace de la defensa que recoge Óliver para , desde la esquina del área, colgar la pelota al segundo palo donde aparece el mexicano Corona que engancha una volea con la izquierda perforando la porteria de Varela. Delirio de Do Dragao, que explotó con el gol matando la ansiedad. Porto era líder al decanso y el estadio era una fiesta.
De la ilusión a la frustración
La segunda mitad comenzó como se preveía. El Porto buscaba el segundo gol que les diese la tranquilidad, aunque sin mucha urgencia, hastan que a los diez minutos Do Dragao enmudeció. Bola que llega a Nuno Pinto en la izquierda, que mete el balón en el área para la aparición de Joao Carvalho para, previo resbalón de Felipe Monteiro, controlar con la derecha y fusilar a Iker Casillas con la izquierda. El jugador cedido a los sadinos por el Benfica ponía el empate en el luminoso. Las cosas se complicaban pero los de Nuno siguieron atacando y teniendo oportunidades aunque con más fe que argumentos, principalmente a balón parado, ante un Vitória que se defendía con uñas y dientes y que con el paso de los minutos creía cada vez mas en si mismo.
André Silva mandaría el balón al palo en el minuto 66 y Brahimi la mando por encima del larguero en el minuto 83. El partido languideció y ni siquiera en el amplio descuento otorgado (siete minutos) los locales pudieron cambiar el resultado. El árbitro pitaba el final y tanto los jugadores como los aficionados se retiraban contrariados por la incapacidad de lograr la victoria y el asalto a la primera plaza de la clasificación.
Empate decepcionante para los locales, que hicieron ocasiones de gol para haber conseguido la victoria, principalmente en el primer acto. Por el contrario, punto que deja un gran sabor de boca a los setubalenses, que supieron aguantar y aprovechar el único acercamiento claro que tuvieron al área de Casillas. El Porto tendrá otra ocasión de asaltar el liderato dentro de quince días, tras el parón por los partidos de selecciones, en un estadio de máxima exigencia, el Estádio da Luz.