Aunque ocurrió entre febrero y marzo, cualquier tarde del año es ideal para que el lector saque de su vieja estantería ese libro de historia americana. Hay que soplar para quitarle el polvo, cosas que tiene no usarlo muy a menudo. Váyase a ese apartado famoso, el de la Revolución de Texas. Un conflicto donde sí, el bando secesionista perdió la batalla más famosa pero donde acabó saliendo vencedor. Grandes historias alrededor de una fogata han sido contadas sobre El Álamo. No se sabe cuál de ellas motivó a Estados Unidos en el Mundial de Brasil, pero lo cierto es que el espíritu texano fue el que llevó a los americanos a ser una de las grandes revelaciones.

Ese libro de historia que el lector tiene en sus manos le dirá fueron los mexicanos los que vencieron en El Álamo, pero también le contará cómo los revolucionarios resistieron durante doce días y donde cayeron tres hombres de Antonio López de Santa por cada texano abatido. En Brasil, Estados Unidos cayó en octavos de final contra Bélgica tras una vibrante prórroga. Sí, los belgas lograron el triunfo, pero de manera sufrida y ante un cuadro americano en teoría inferior y que resistió durante 120 minutos.

Sin embargo, en las páginas más negras del fútbol portugués está escrita otra resistencia americana que tuvo días atrás, en la fase de grupos de ese mismo Mundial. Otra vez, El Álamo hizo acto de presencia, esta vez para dejar a la Seleção fuera de la fase final. Tres años después, Estados Unidos y Portugal vuelven a verse las caras. Cierto es que sólo se trata de un amistoso, pero para los lusos el partido tiene aires de revancha. En tierras lusas aún no se olvida la catástrofe de Manaos.

Superioridad de nombres, no de juego

Demos uso a ese libro de historia. Ya que está abierto hay que aprovecharlo. Los relatos dicen que en El Álamo había alrededor de 300 secesionistas, mientras que a las afueras del fortín se agrupaban 1500 mexicanos bien armados. En el Arena Amazônia jugaron once americanos contra once portugueses, pero la diferencia era cuanto menos notable en cuanto a calidad. En el combinado estadounidense sólo destacaba la figura de Clint Dempsey, mientras que la Seleção estaba encabezada por Cristiano Ronaldo.

Y esa superioridad no tardó en hacerse notar. No habían transcurrido cinco minutos de partido y Nani recogía un balón muerto en el área para fusilar a Tim Howard. Tras la hecatombe frente a Alemania en la primera jornada (4-0), los lusos no podían fallar.

Sin embargo, a partir que pasaban los minutos, Estados Unidos comenzó a incomodar, comenzó a defender el Álamo aunque nadie apostaba por ellos. André Almeida, lateral izquierdo titular en Portugal, comenzó a dar síntomas de dolor pero Paulo Bento decidió conservarlo en el campo. Los americanos, viendo que por ahí tenían una autopista, insistieron una y otra vez y crearon en más de una ocasión problemas a la portería defendida por Beto.

Con la segunda parte, Portugal se aferraba al 1-0 con uñas y dientes. Los americanos, inferiores en calidad pero con un juego muy superior a los lusos, realmente creyeron en el empate. Y así fue, en la salida de un saque de esquina, Jermaine Jones enganchaba un zapatazo desde fuera del área. Imparable, exquisito. Potencia y precisión.

Tras la victoria ante Ghana en la primera jornada, a Estados Unidos le bastaba con empatar para certificar de forma casi matemática su pase a octavos de final. Todo lo contrario para Portugal, contra las cuerdas y sin margen de error. Y aún así, fueron los americanos los que se pusieron el mono de trabajo y gracias a su líder, Clint Dempsey, dieron la vuelta al marcador.

Fotografía: LUSA

Restaban diez minutos de partido y contra todo pronóstico ganaba Estados Unidos 2-1. Ahora sí era momento de levantar la muralla, de refugiarse en El Álamo. Podían permitirse el lujo de conceder un gol, el empate prácticamente eliminaba a Portugal. Y la fortaleza americana aguantó. Un agónico gol de Silvestre Varela en el tiempo del descuento dio vida al partido, pero el 2-2 no se movería. Con el empate, los lusos estaban obligados a golear a Ghana para meterse en octavos, pero sólo vencieron 2-1 y quedaron apeados del Mundial. Todo por el partido de Manaos.

Desde aquella cita mundialista, americanos y portugueses no han vuelto a verse las caras. Hasta ahora. Ahora Portugal tiene la oportunidad de tomarse esa pequeña revancha, aunque sea en un encuentro amistoso. El lector debe recordar que, tras una nefasta fase de clasificación, Estados Unidos no estará en Rusia. Todo lo contrario que los lusos, que son además cabezas de serie. Pero mientras el espíritu de El Álamo persista, un Portugal-USA siempre estará cargado de emoción.