El encuentro comenzó con dominio del Chelsea que a pesar de que no estaba teniendo la posesión del balón, se estaba defendiendo con bastante comodidad, uniendo las líneas, y siendo directo en campo contrario. El gol de Hazard tras recibir una asistencia de César Azpilicueta, le dió alas al conjunto local, que empezó a discutirle más la posesión al conjunto skyblue que no terminaba de entrar en juego con el balón en campo contrario. Pese a ello, supo mantener una cierta compostura defensiva, y con el paso de los minutos, la situación se fue tranquilizando, y este fue entrando de lleno en el encuentro. Aunque a pesar de su notable mejoría, no fue capaz de igualar el encuentro hasta que se produjo un grave error de Thibaut Courtois en la salida de balón, donde Agüero empujó el balón a portería vacía, tras una parada de este último a disparo de David Silva.

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El empate fue el punto de inflexión

Después de ese tanto, el partido cambió sustancialmente, pues el equipo de Guardiola se adueñó del balón por completo y empezó a generar una sensación de peligro, que agudizó el clima de inseguridad en la escuadra blue que perdió mucha mordiente en ataque, y al cual le duraba bastante poco el balón, por mucho que el rival no le presionase en exceso.

Pasaron los minutos, y los locales se dieron cuenta de que la sensación de peligro, no era más que eso, una sensación, que carecía de todo fundamento futbolístico, en vista de la falta de precisión de los citiziens en los últimos metros, que les impedía incluso terminar las jugadas con un remate. Hazard volvió a adelantar a su equipo desde menos de once metros, en el rechace de un penalti, y el City empezó a ejercer un dominio donde primó mucho más la paciencia y la elaboración con el esférico, y no las transiciones defensa-ataque atacando por las bandas, que tanto estaba empleando en el día de hoy, gracias a la tendencia de un Kevin de Bruyne muy participativo a caer en ambas bandas, aunque especialmente en la derecha, donde suplía a Jesús Navas, que hoy volvió a jugar de lateral derecho, y que quedaba relegado a una labor de buen posicionamiento.

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Dominio sin remate del cuadro de Guardiola, hasta los 10 últimos minutos

El segundo tiempo comenzó con dominio del City que tenía la posesión de la pelota, que estaba jugando instalado en campo contrario, y que estaba encerrando al líder en su campo, a base de circular el esférico con paciencia en busca de espacios, y presionar  muy bien arriba en campo del contrincante tras una pérdida. De esta forma, el conjunto dirigido por Antonio Conte se veía obligado a replegarse en su campo, para no conceder espacios a su contrincante y con la única expectativa ofensiva, de buscar a Diego Costa o a Pedro en largo, para que estos inicien una salida al contraataque. El ritmo de juego, no estaba siendo muy veloz, pero aún así la intensidad fue bastante elevada, por mucho que los balones divididos no le resultaran tan decisivos a los de Conte como en otras ocasiones, pues ambos conjuntos preferían mantener las posiciones.

Después de los primeros minutos de juego, el equipo de Guardiola perdió continuidad en el dominio con la redonda, y a raíz de parar el juego, el equipo local consiguió tener un mínimo de posesión del esférico que le permitiera forzar al rival a que levantase el pie del acelerador. De tal forma, consiguió obstaculizar la dinámica de dominio de su oponente, a pesar de que sus posesiones largas no estaban siendo todo lo largas que deseaba. El enfrentamiento se acercaba a su recta final, el equipo mancunnian seguía llevando las riendas del juego sin terminar ninguna jugada, lo cual resultaba realmente repetitivo y monótono, y por ello el técnico local, apostó por retirar a Cesc Fábregas, para introducir a Willian enviando un mensaje claro al equipo, de que lo apostaría todo al contraataque.

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En los últimos minutos, el encuentro siguió disputándose sin porterías, el Chelsea trataba de focalizarlo sobre el círculo central, y de ralentizarlo con una circulación espesa, mientras que los visitantes hacían lo imposible por mantenerse despiertos y no dejarse anestesiar por la dinámica de juego de los locales. Los últimos segundos de juego, fueron de una gran incertidumbre, pues el corazón, la garra y el orgullo prevalecieron, sobre el juego racional y elaborado, que trató de proponer el Manchester City, que de esa manera logró crear más ocasiones de gol, aunque no tuvo ningún acierto en la definición, ni por medio de Agüero, que supo aprovechar la visión de juego de Nolito, ni de John Stones que una vez más fue un gran peligro aéreo en los saques de esquina. El equipo de Conte supo aguantar sin demasiada angustia, y se llevó una victoria, que le acerca más al título liguero.