A puro espectáculo, con muchos goles y emociones, comenzó la Premier League. La liga de fútbol por excelencia, considerada por muchos como la mejor de Europa, cumple 25 años desde su creación en 1992. Estas bodas de plata de la máxima categoría inglesa eran bautizadas con el encuentro entre Arsenal y Leicester, con el Emirates Stadium como escenario principal.

Por un lado, los dirigidos por Arsene Wenger, un equipo que busca renacer y volver al sendero de la gloria que supo tener hace no mucho tiempo, pese a no haber clasificada a la UEFA Champions League de esta temporada. Su inicio fue de lo más auspicioso, ya que venció al Chelsea por penales en la Community Shield, con un rendimiento bastante mejorado de lo que se había visto durante la última temporada.

Además, la llegada de Alexandre Lacazette renovó todas las esperanzas del conjunto de Londres, especialmente pensando en que la falta de gol era uno de los factores claves que llevaron al Arsenal a quedar relegado en la lucha por el título, y la adición del ex Olympique de Lyon fue un soplo de aire fresco.

Y en la otra mitad del campo, el Leicester, aquel equipo que sorprendió a todos cuando hace dos años se quedó con la Premier League, bajo la conducción táctica de Claudio Ranieri. Habiendo sufrido muchas bajas de jugadores clave, como N'Golo Kante, e intentando retener a otras figuras, como Riyad Mahrez, los 'Foxes' intentarán repetir la hazaña conseguida.

El esférico rodó en el verde césped del Emirates Stadium, y si algún espectador aún no había ido a la nevera por un refresco, seguramente haya llegado tarde a la primera emoción del partido, ya que al minuto de comenzado el encuentro, Lacazette conectó de cabeza y su remate ingresó besando el poste derecho de Peter Schmeichel. Pero cuando todo hacia suponer una jornada de ensueño para el local, Leicester llegó para arruinar la fiesta y, aprovechando una muy mala actuación de Petr Cech, Okazaki estampó el empate unos minutos después.

Sólo cinco minutos y el partido ya estaba 1-1, lo que daba una idea de la cantidad de goles que iba a marcar el tanteador. Muchos pensarían que el Leicester iba a encerrarse para tratar de aguantar lo máximo posible, pero no, los 'Foxes' aprovecharon un horror defensivo para que Jamie Vardy golpeara y el 2-1 subiera al marcador, a favor del Leicester.

Todo parecía indicar que el primer tiempo se cerraba con victoria visitante, pero hoy no fue el día de las impresiones, sino de los hechos y buscar hasta el último minuto, y cuando la primera mitad llegaba a su fin, una buena y afortunada combinación de pases en el área del Leicester terminó dejando a Danny Welbeck de cara a un Schmeichel completamente vencido, que nada pudo hacer para evitar el empate 2-2.

Lejos de conformarse, ambos equipos salieron a por la victoria en la segunda etapa, y fue otra vez Vardy el que anotó para poner, por segunda vez en el partido, al Leicester como ganador temporal. El Arsenal parecía inmerso en un profundo sueño del que difícilmente pudiera salir rápidamente, en especial cuando al equipo no se le ocurría nada para contrarrestar el bloque defensivo que el rival le planteó en ese momento del encuentro.

Pero quiso el destino, fuerza caprichosa si las hay, que hubiera revancha de un penalti no sancionado a favor de los de Wenger, y Mesut Özil se llevó el balón con la mano, derivando en un córner que llevó al gol del empate, anotado por Aaron Ramsey, quien había ingresado unos minutos antes junto a Olivier Giroud.

Párrafo aparte para el delantero francés, que siempre está, quien en la vorágine del golpe por golpe respondió, y que ya estando en el baile, bailó al compás de la mejor música, la suya, la del gol. Con un magistral remate de cabeza, Giroud sentenció el marcador final en un 4-3 para que explotaran las gargantas de los aficionados al cántico de "Hey Jude", de los Beatles, pero dedicado al goleador francés.

Mike Dean marcó el final del partido, y Arsenal festejó. Lo sufrió, lo trabajó, transpiró hasta los instantes finales, especialmente por el gran trabajo de Leicester, pero pese a la presencia de un Shakespeare, la mejor literatura la puso el local: una poesía francesa.