El encuentro comenzó con un claro dominio del conjunto local, que monopolizó la posesión del balón, y llevó la batuta del encuentro, manteniéndolo a un ritmo bajo de intensidad, frente a un rival que encorsetado en el 4-3-3 hacía lo posible por mantener las líneas de presión juntas, y por intentar taponar cualquier intento de profundizar del equipo inglés. Pasaron los minutos, y el Everton que se veía incapaz de crear peligro tanto por el centro como por las bandas, optó por variar su sistema al 4-2-3-1, adelantando al recién llegado Davy Klaassen del interior derecho al puesto de mediocentro ofensivo, aunque el holandés no perdió en ningún momento la conexión con el doble pivote, pues era el jugador más creativo del conjunto local, y el principal responsable de la creación del juego.

Dominio toffee y sentencia

No fue hasta la primera media hora de juego, cuando el cuadro Liverpool abrió el marcador ante la atenta mirada desde el palco del seleccionador inglés Southgate, en una segunda jugada tras un saque de esquina, en la que Leighton Baines, le colgó el balón al segundo palo, tras una buena zancada, al central Keane que se anticipó a los rivales y anotó el primer tanto del partido. Tras el tanto, el equipo croata adelantó las líneas, empezó a realizar una mayor presión sin balón al rival, aunque con él, no fueron capaces de generar un gran peligro, pues a pesar de que su circulación llevaba una velocidad adecuada, cada jugador que recibía, tenía ciertas dificultades para encontrar una opción con la que realizar un avance significativo en cada jugada.

El encuentro atravesó un parón debido a unos altercados entre aficionados que se produjeron en una esquina del estadio, aunque este no solamente fue temporal, sino futbolístico, pues el cuadro dirigido por Ronald Koeman, volvió a manejar el esférico sin mayor problema, y recuperó el control que había perdido en campo contrario. Finalmente, el primer tiempo concluyó con el segundo gol del equipo toffee, tras una gran jugada colectiva, en la que participaron varios jugadores y que concluyó Gueye con un disparo cruzado.

Control adormecedor de los locales

El segundo tiempo comenzó con una menor intensidad, propiciada por un ritmo de juego soporífero impuesto por el Everton, que movía el cuero de un lado a otro con una mayor horizontalidad, sin tener la portería contraria como objetivo. Mientras que el equipo croata, trataba de combatir la anestesia que su oponente le estaba propinando al partido, saliendo en velocidad cada vez que volvía a tener la posesión del balón en su poder. Pasaron los minutos, y el enfrentamiento empezaba a entrar en la irrelevancia futbolística, pues el equipo local, viéndose con una notable ventaja en el marcador, estaba dejando correr el reloj, mientras que el Hajduk se veía con dificultades para mantener la pelota, pero pese a ello, y con un fútbol más atropellado consiguió acercarse a la portería rival.

Después de los primeros minutos del segundo tiempo, el cuadro inglés siguió generando peligro en ataque con balones al espacio aprovechando la velocidad, de hombres como Martina, Lookman en la banda derecha, y de Mirallas en banda izquierda, para intentar ampliar su ventaja en el marcador de cara al partido de vuelta, sin arriegar demasiado, retornando al estilo de su entrenador, Ronald Koeman, que en el primer tiempo, había demostrado ser capaz de dominar un encuentro, con una forma de juego alternativa, tanto al técnico holandés, como al Everton.

En la otra cara de la moneda, se vió a un equipo croata bastante impotente que se había contagiado del frío que transmitió la grada de Godison Park. En los últimos instantes del encuentro, el equipo blanquiazul recuperó el control del balón, ese que había perdido durante unos minutos a manos de su rival, que no supo aprovecharlo para crear peligro con él, para volver a instalarse en campo rival, y rematar el encuentro definitivamente, con una circulación del esférico lenta, característica de esta situación.