El encuentro comenzó con un ritmo elevado de intensidad, y con el conjunto local llevando la iniciativa en el juego con bastante claridad, dominando la posesión, e intentando llegar al área contraria tocando, y lo estaba consiguiendo con algunos destellos de brillantez, pero estaba fallando a la hora de dar el último pase. Mientras tanto, el equipo de Ronald Koeman se mantenía replegado con las líneas de presión bastante juntas, intentando achicar el mayor número de espacios posible, con la ayuda de los centrocampistas, como Gueye o Schneiderlin, mientras que Davies estaba más ocupado de intentar sacar el balón jugado. Una tarea que le estaba resultando muy complicada al conjunto toffee, que cuando le hacía llegar el balón a Rooney o a Calvert-Lewin, estos no encontraban ninguna opción de pase correcta, que les permitiese avanzar o al menos no perder metros.

Dominio brillante del cuadro citizen tras un tramo de dudas

El tiempo siguió su curso, y entre llegada y llegada de los locales, el equipo de Liverpool empezó a meterse en el encuentro y a tener una mayor presencia ofensiva, gracias a que cada vez estaba teniendo más tramos de posesión, y estos eran más largos y regulares. Ante esta circunstancia, añadida a una mayor presión sin balón de su oponente, los dirigidos por Pep Guardiola, empezaron a ser más verticales, pues se estaban dando cuenta, de que a pesar de que el encuentro se estaba disputando en campo de los visitantes, de que no tenían regularidad con la redonda, y que las fases de ataque posicional, que tan necesarias le resultan, cada vez se producían con una menor frecuencia.

Con esta coyuntura, la contienda entró en un tramo sin dominador, en el que los blaquiazules que hoy iban de negro, renunciaron al ataque posicional, por jugar en largo con un Calvert-Lewin, que estaba empezando a despuntar con su velocidad por el costado izquierdo, y con su envergadura para aguantar la pelota. Al mismo tiempo que los locales estaban generando un gran peligro por la banda izquierda, con sus transiciones rápidas.

En los últimos compases del primer tiempo, el City recuperó el timón del encuentro, jugando los mejores minutos del primer tiempo, moviendo la pelota a una gran velocidad, asociándose bien en los últimos metros y recuperando rápidamente tras pérdida. Ante un Everton incapaz de recuperar el cuero, que se estaba viendo desbordado, ante el asedio de los locales que se estaban acercando al gol con gran peligro. Aunque en una jugada de gran presión por parte de los visitantes entre Calvert-Lewin y Holgate a Sané con los citizens volcados, propició que el primero de ellos asistiese dentro del área a Wayne Rooney, que de primeras, con la pierna izquierda, en el punto de penalti, adelantase al equipo de Ronald Koeman en el marcador.

Tras el gol, el partido se avivó aún más, y el conjunto dirigido por Pep Guardiola, siguió creando un gran peligro con sus transiciones rápidas tras recuperación, conducidas por David Silva y por Kevin de Bruyne que había centrado más su posición con el paso del tiempo. El enfrentamiento se le terminó de complicar al conjunto de Manchester después de que el lateral derecho (hoy carrilero), Kyle Walker fuese expulsado de forma rigurosa tras ver la segunda amarilla, por un codazo a Calvert-Lewin.

Más dominio local y más frustración

Al comienzo de la segunda parte, Sterling entró por Gabriel Jesús, en un Manchester City, que optó por no arriesgar con 45 minutos por delante, y prefirió sacrificar a uno de sus delanteros. En cuanto al juego, siguió dominando el partido con mucha posesión de balón, presionando muy bien tras pérdida, ante un oponente que por el momento no asumía ningún riesgo en ataque, no salía apenas al contraataque, y cuando lo hacía, solo se desplegaba con Calvert-Lewin, en el que confiaban para que por lo menos fuese capaz de aguantar el balón durante un tiempo. Lo que no le daba oportunidad al equipo de Guardiola estaba empezando a dar muestras de frustración, en un día en el que las imprecisiones han asumido un papel protagonista en su circulación, de llegar con la misma claridad al área contraria del primer tiempo.

El tiempo pasaba, y Ronald Koeman veía que el equipo se vería asediado ante el aluvión skyblue, a pesar de que este no hubiese dado muestras de ello con su falta de acierto, introduciendo en el terreno de juego, a dos mediapuntas de gran calidad técnica como Sigurdsson y Davy Klaassen, que actuarían de interiores como ya han hecho en otras ocasiones en el Swansea y en el Ajax, respectivamente. Deshaciéndose de la defensa de tres, para pasar a un 4-2-3-1, con Rooney de mediapunta, los dos recambios por bandas, y Calvert-Lewin de delantero. De esta forma, estaban colapsando la zona de creación de juego, de un Manchester City que estaba atravesando dificultades para recuperar el balón.

Después de los primeros minutos del segundo tiempo, el conjunto local volvió a instalarse en campo contrario, pero no estaba siendo preciso en la entrega, y le estaba costando mucho reciclarse y crear de nuevo la misma jugada, que estaba terminando con un último pase desde la banda derecha, por medio de un Raheem Sterling, que había ganado mucha libertad para llegar con peligro, después de que Guardiola metiese a Danilo y volviese a la defensa de cuatro, con un 4-1-3-1, con Kevin de Bruyne que estaba apareciendo a cuentagotas de único mediocentro, Fernandinho de lateral izquierdo, y Sterling, David y Bernardo Silva por detrás de Agüero. El City seguía luchando contra viento y marea, frente a un resultado adverso, una decisión arbitral bastante discutible que le había dejado con diez, y un rival cuya estructura táctica estaba siendo brillante, atacando por las bandas y terminando las jugadas por el centro, pero salvo alguna excepción no estaba rematando a puerta, a la hora de terminar la jugada.

En los últimos minutos del encuentro, Sterling logró igualar el encuentro, con un potente disparo cruzado y raso, en un balón rechazado por Holgate, tras el enésimo centro del equipo local al área contraria. Tras el gol, el fútbol local ganó en entusiasmo y calidad en la entrega, pero seguía errando en la definición, donde tras haber realizado 19 disparos, había conseguido arrojar entre los tres palos siete de ellos. El equipo visitante que se estaba viendo superado por el orgullo local, adelantó las líneas y volvió a tener más balón lejos de su portería, para frenar el ritmo de dominio de su rival, al que le estaba afectando demasiado la rapidez a la que corría el reloj.

Schneiderlin fue expulsado en otra decisión bastante discutible del colegiado Robert Madley, que se dejó llevar por la sensación que dió en directo la entrada del centrocampista francés a Agüero. El tiempo de descuento asistió a uno de los tramos de mayor elaboración del equipo de Guardiola, que prefirió elaborar con más calidad que cantidad, mientras que los toffees se olvidaron de su planteamiento, y encerrado con casi todo el equipo, solo pensaron en que pasase el tiempo.