Brasil ha sido la última prueba de fuego para Inglaterra en este 2017. Todo un partidazo táctico el que se ha podido vivir en el Estadio de Wembley entre dos de las mejores selecciones del planeta. Ninguno de los dos cuadros pudo penetrar las redes del contrario, y por lo tanto, el cero a cero, aunque no sirve como un reparto de puntos debido al carácter amistoso del partido, sí sirve para transmitir unas sensaciones muy importantes de cara al nuevo año que se presenta ni más ni menos que con un Mundial.

Un cara a cara con armas muy diferentes

Gareth Southgate decidió ser conservador en cuanto a la táctica elegida se refiere. Cinco defensas para parar a la todopoderosa Canarinha, que, por contrapartida, volvió a apostar por tu típico 4-3-3 con Neymar, Gabriel Jesús y Coutinho liderando el ataque. Casi nada. El espectáculo estaba servido nada más se conocieron las alineaciones, y por supuesto, los noventa minutos no defraudaron a un espectador que guste el fútbol de tácticas, puesto que goles no pudieron conseguirse.

Saltó al verde con muchas ganas Inglaterra, optando por un estilo directo en cuanto a los pases para tratar de descuadrar la defensa brasileña. Mientras, el conjunto de Tite quiso desde el pitido inicial hacerse con el control de la posesión, tocando a placer, y esperando a que el rival dejase espacios para así atacarlos entre líneas con extrema precisión. Fue de Gabriel Jesús la primera gran oportunidad del duelo: tras un gran centro desde la banda derecha de Dani Alves, el delantero del Manchester City probó los reflejos de Joe Hart con un cabezazo que no obtuvo la potencia necesaria para sorprender. Instantes más tarde, continuando el asedio sudamericano sobre el área británico, Paulinho trató de cuadrar entre los tres palos el cuero, pero la inercia ante tanta fuerza hizo que se marchase hasta el primer anfiteatro del Estadio Olímpico de Londres.

Achicar agua continuamente fue la misión de los pupilos de Southgate durante buena parte de la primera mitad. Sin ideas en cuanto a la salida de balón, los noreuropeos se centraron tan solo en reprimir las acciones ofensivas de Brasil, en hacer que no se sintiesen cómodos una vez llegados a tres cuartos de campo. En definitiva, aguantar el monólogo amarillo en la catedral del fútbol. Con éxito, si se tiene en cuenta la intención del seleccionador inglés, pues los contrincantes, a pesar de llegar en seis ocasiones de notable importancia a la zona de peligro, no consiguieron el tan ansioso objetivo de marcar. Sin duda, un pensamiento muy poco ambicioso, pero más vale un empate que una derrota, debió pensar el bueno de Gareth.

Gabriel Jesús luchando con Eric Dier | Reuters
Gabriel Jesús luchando con Eric Dier | Reuters

Igual de fuerte volvió Brasil de vestuarios. Tuvo Coutinho un uno contra uno enormemente trascendental en el área pequeña, pero Joe Hart intervino de manera magistral con sus pies para salvar el posible cero a uno. Pareció que Brasil, a raíz de ésta oportunidad, mantendría la soga sobre la zaga británica, pero ocurrió todo lo contrario. Inglaterra adelantó líneas y le echó carácter al asunto. A pesar de no contar con mucho tiempo de posesión, supo llegar al área de Alisson en pocos toques y con cierto peligro. Aunque no demasiado como para contabilizar alguna oportunidad destacada, por lo que los jugadores de banquillo se vieron obligados a entrar a escena.

El destino no quiso que el electrónico se moviese

Justo un cuarto de hora antes de que finalizase el choque, Fernandinho a punto estuvo ponerse la capa de héroe en la capital inglesa. Cerca estuvo. Al mismísimo poste se estrelló el trallazo con su pierna diestra. La mala suerte de la Canarinha pareció que iba a mantenerse hasta el acto final. Es más, acto seguido Eric Dier pudo adelantar de manera inimaginable a los Three Lions mediante una falta directa muy próxima del área, aunque el esférico se marchó escasos centímetros desviado de la cruceta. Sin embargo, los últimos minutos tuvieron solo un color: el amarillo. Brasil tuvo en su mano todas las oportunidades habidas y para haber para desequilibrar la balanza, pero la buena actuación de Joe Gomez desactivando a Neymar, la sobresaliente estructura defensiva de Inglaterra y la fortuna, postrada completamente en Inglaterra, no lo permitió.