Con ambos equipos instalados en las primeras siete plazas de la tabla, el choque en Burnley resultó ser mucho más importante de lo que podría haber parecido en agosto. Con la ausencia de Salah y Coutinho en el Liverpool, los locales tenían la oportunidad de dar un golpe encima de la mesa.

Sin Salah no hay paraíso

La lluvia fue el protagonista desde los primeros instantes. Además, la gran cantidad de cambios en el conjunto de Jürgen Klopp provocaban que ambos equipos tuvieran plena ambición en esta jornada.

Imagen: @LFC
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Las primeras ocasiones fueron del lado de los Reds. Una falta que no acertó a rematar Lovren y un disparo de Lallana desde la frontal incomodaron a la defensa local. El ‘20’ del Liverpool empezó a tener protagonismo con espacio para correr a la espalda de los centrocampistas del Burnley en banda derecha. De hecho, Solanke estuvo cerca de rematar un centro del inglés en el área pequeña.

Pero las condiciones del campo y la lluvia marcaban en exceso el devenir del encuentro. Aunque los visitantes querían mantener la posesión con muchos hombres de calidad en el centro del campo, no tenían precisión ni causaban peligro de cara a puerta. La primera oportunidad del Burnley llegó tras un fallo del lateral derecho de los Reds. Erró en la entrega de un pase en zona peligrosa y la contra, con dos pases, culminó con un remate de Barnes demasiado desviado.

Imagen: Premier League
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Más allá de esa llegada, los hombres de Dyche esperaban en su campo con tranquilidad y cedían la posesión completamente al Liverpool, que no tenía demasiado claro qué quería hacer. El único jugador con algo de clarividencia era Lallana, que aparecía constantemente entre las líneas rivales. Así dio con Oxlade en la frontal del Burnley y el remate de inglés lo rechazó Pope con trabajo. Ambos conjuntos querían llegar rápido para encontrar la defensa contraria algo descolocada, pero resultaba algo difícil, dado que el Liverpool apretaba en la presión y el equipo local dejaba todo el dominio en manos de los de Klopp.

De nuevo los locales se aproximaron a la meta de Mignolet con una contra a raíz de un saque de esquina Red. Lallana se cruzó abajo ante Gudmundsson cuando el islandés encaraba al portero. Los errores de concentración en la zaga del Liverpool eran las opciones más claras de su rival, algo que se viene repitiendo toda la temporada.

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Tras todo lo ya ocurrido, seguía estando mucho más cómodo el Burnley. No necesitaban la posesión para mantener su portería sin riesgo. Y a esto hay que sumarle la capacidad de mover el balón en algunas situaciones de presión en su propio campo. Con todo ello y la incapacidad de los Reds para asociarse con velocidad convirtió el choque en un goteo de minutos donde cada vez se esperaba menos peligro en el área de Pope.

El único resquicio de los de Klopp era la intensidad de Lallana y Oxlade-Chamberlain. Ambos jugadores, intentando ganarse una plaza en el once, movían las esperanzas de los aficionados visitantes. Ni Solanke ni Mané tenían ese plus que buscaba el entrenador alemán con los cambios. En el centro del campo, Can y Wijnaldum se veían superados y parecían no tener la intención de organizar un ataque veloz.

Imagen: Premier League
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Todos los problemas del Liverpool volvieron a causarle una ocasión en contra. Arfield pudo encontrar una segunda jugada que dejó Barnes para rematar con la izquierda muy pegado al palo derecho de Mignolet. Tras unos primeros 15 minutos salvables de los Reds, la media hora final de la primera parte fueron una cuesta arriba que parecía imposible. Esto le dio alas al Burnley que, con el empuje de los aficionados, se convirtió en superior y es posible que mereciera marcar el primer tanto.

En los últimos minutos los Clarets tuvieron una ocasión más con un centro desde la izquierda y Klavan, en el desvío, estuvo muy cerca de marcarse un gol en propia puerta. Con el equipo Red totalmente deslavazado terminó la primera mitad con mucho que trabajar para los visitantes, que no inquietaron a Pope y sufrieron bastante en su área.

Imagen: Premier League
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Los centrales salvan los puntos

La segunda parte arrancó como la primera. El dominio del balón pertenecía algo más a los visitantes, pero nada más lejos de la realidad. El verdadero peligro siempre corría a cargo de los de Dyche, que sabían utilizar sus recursos y se sentían cómodos esperando las carreras de los delanteros y los centros laterales.

Sin embargo, una vez superados los primeros problemas para el Liverpool, empezaron a tener algo de peligro de cara al área rival. Lallana pudo conectar en alguna ocasión con Mané y los buenos movimientos de Oxlade por la izquierda, generaron dificultades. La situación del equipo en el terreno de juego exigía alguna sustitución que permitiera a los de Klopp controlar un poco más el encuentro.

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Pero el fútbol es totalmente impredecible y fue Sadio Mané el que marcó el primer tanto del choque. Chamberlain buscó un pase al espacio para Alexander-Arnold, el joven inglés centró y, tras tocar en un defensa, el ‘19’ senegalés del Liverpool controló y remató a la media vuelta. Cuando menos control de la situación tenían los hombres de Anfield, apareció el gol para darles algo de confianza.

Con el cambio en el marcador el partido giró completamente. Los Reds no tenían más seguridad, pero al menos podían esperar que la defensa local se fuera al ataque y dejara espacios para matar el resultado. De hecho, tuvieron un acercamiento más, pero la zaga del Burnley supo despejar a saque de esquina. El más favorecido por lo acaecido fue Sadio Mané, que empezó a tener espacios y a ser el más rápido de las ofensivas de los visitantes.

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Sobrepasado el minuto 70 llegaron las primeras sustituciones en ambos equipos. Mané y Hendrick dejaron el campo para variar el sistema de ambos conjuntos. El Burnley pasó a jugar con dos delanteros puros como Barnes y Vokes, mientras que en el Liverpool saltó Firmino para situarse en la izquierda, desplazando a Oxlade-Chamberlain en la derecha.

Tras una serie de saques de esquina para los visitantes, Alexander-Arnold se sacó un zapatazo a la escuadra que despejó Pope con una buena estirada. Se estiraba el Liverpool que pudo respirar lejos de la zona de influencia de Mignolet.

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Caían los minutos en Turf Moor, se alcanzó el minuto 80 y volvió a tener una aproximación el conjunto local. Barnes remató con la izquierda desviado después de un nuevo error en el despeje de los centrales. Si ya son conocidos los problemas de los Reds en centros laterales, ante un equipo de este potencial el riesgo era aún mayor. Así lo supo el Burnley, que intentó optimizar al máximo sus posibilidades.

Pero la más clara volvió a ser para los de Klopp. Oxlade-Chamberlain encontró un balón dentro del área que culminó con un remate que sacó milagrosamente Pope con la mano junto al palo izquierdo. Esto aceleró el choque en las dos áreas.

Imagen: Premier League
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Ambos técnicos volvieron a hacer variaciones, incorporando al choque a Wells y Milner por Arfield y Lallana, respectivamente. Y le funcionó perfectamente a Dyche, ya que un centro desde la izquierda lo peinó Vokes y Gudmundsson se encontró la pelota en el segundo palo para rematar a placer.

El Liverpool quiso salvar la posesión para, de esa forma, encontrar una ocasión clara que le diera de nuevo un tanto. Y así, tras una jugada a balón parado, Klavan marcó de cabeza en el segundo palo para rematar un buen toque de Lovren. Ya sobrepasado el tiempo añadido, Klopp sustituyó a Chamberlain para que entrara Matip para defender las últimas dos jugadas de peligro del Burnley.

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El Liverpool mira hacia arriba

El triunfo en Turf Moor sitúa al conjunto de Klopp con los mismos puntos, 44, que el Manchester United y a uno del Chelsea (segundo) pero con un partido más que ambos. Encadenan 3 victorias consecutivas y no pierden desde el 22 de octubre. Por parte de los locales, seguirán una jornada más séptimos con 34 puntos. No han ganado ninguno de los últimos cinco partidos, contando el celebrado ante el Liverpool.