Konstantin Viktorovich Eremenko forma parte del Olimpo del Fútbol Sala, reservado a jugadores inigualables que han cambiado el curso de la historia de nuestro deporte. Se han cumplido cinco años desde que el corazón se le paró a ‘El Zar’, un personaje único, cuyo legado tras ser nombrado mejor jugador del Siglo XX transciende más allá de los 40x20.

Si el ‘Oso Blanco’, como le llamaban los brasileños -por su pelo albino, su estatura (1’90) y sus zarpazos a portería-, hubiera podido escoger donde iba a fallecer, lo hubiera hecho donde lo hizo un 18 de marzo de 2010. Aunque su muerte se decretó oficialmente en la UVI del Hospital Botkin, él dijo adiós sobre la pista del Sports Arena del Dinamo Stadium, en Moscú, sobre la que se desplomó al sufrir una parada cardiorrespiratoria jugando un partidillo con algunos de los personajes más relevantes de la política rusa, como el mítico portero de balonmano Andrei Lavrov, amigo suyo y diputado como él, que entró en el Parlamento ruso en el 2004.

Tan solo nueve años antes, frente a 8.000 espectadores en el pabellón Luzhniki de la capital rusa, ‘El Zar’ del fútbol sala mundial se despidió como jugador al detectarle los médicos una enfermedad cardiovascular que acabaría provocándole la muerte a los 39 años de edad. Con el inconfundible número ‘2’ del Dina de Moscú -retirado desde aquel 5 de diciembre de 2001-, disputó un partido amistoso frente a un combinado internacional dirigido por el hoy presidente de la Liga Nacional de Fútbol Sala, Javier Lozano, y en el que estaban Rubei, Jorginho, Luis Amado, Jesús, Cobeta, Schumacher y Orol, entre otros.

Su enfermedad cardíaca congénita (una fibrilación auricular que le ocasionaba arritmias cardíacas) fue detectada por los médicos de la selección rusa en un control rutinario antes de disputar el Mundial de Guatemala en el año 2000, algo similar a lo que le sucedió al portero español Sergio Alonso en las pruebas médicas previas a China-Taipei 2004. La estrella de Rusia jugó bajo su responsabilidad algunos minutos y ayudó a la hora de lograr la medalla de bronce, pero sabía que el final de su carrera como jugador había llegado, aunque se resistía a colgar las botas en un deporte que tanto había amado.

Si ‘El Zar’ viviera, seguramente sufriría viendo la situación actual por la que atraviesa su Ucrania natal al borde de una guerra. Y es que Eremenko nació un 5 de agosto de 1970 en Dnipropetrovsk, uno de los centros comerciales, industriales y económicos de una de las repúblicas fundadoras de la antigua Unión Soviética. No obstante, cabe señalar que Konstantin era un proruso convencido.

A orillas del del río Dnieper, Eremenko sigue siendo una leyenda aunque tan sólo defendió la camiseta del equipo local de fútbol, el FC Dnipro en un partido oficial en 1988, el año que fueron campeones de la Supreme League Soviética. Tras varias cesiones motivadas por su fuerte carácter, al FC Kommunalnik de Ulán-Udé, al Irtysh Pavlodar de Kazajistán y el Alga Bishkek de Kirguizistán, acabó probando por primera vez el fútbol sala en 1991 con el Mekhanizator Dnipropetrovsk, donde rápidamente llamó la atención de Serguei Koslov.

Este acaudalado hombre de negocios de Moscú había creado un equipo con el nombre de su mujer, Dina -esta frivolidad sirve para explicar a nuestros lectores y aficionados al futsal años de equívocos y preguntas sobre la diferencia entre el equipo en el que jugó y el conjunto que fundó años más tarde, Dinamo-. Así pues, Koslov reclutó a Eremenko en 1992 sabiendo que sería la pieza clave de un equipo que ha pasado a la historia.

Eremenko, junto a otras leyendas rusas como Mikhail Markin, Aleksandr Verizhnikov o Temur Alekberov, ganó ocho veces la Liga rusa de manera consecutiva -también ganó el único campeonato de la Comunidad de Estados Independientes en 1992-, siete Copas de Rusia y cinco veces la Supercopa. Además, durante las nueve temporadas que jugó Konstantin, Dina fue uno de los clubes más fuertes del mundo, ganando tres Campeonatos de Europa de Clubes y una Copa Intercontinental en 1997, que luego perdería en 1998 en una épica final en Talavera ante el CLM cuando ‘El Zar’ ya era una figura de reconocido prestigio.

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Y es que en un fútbol sala sin internet ni redes sociales, un jovencísimo Konstantin Eremenko se dio a conocer en el ámbito internacional en la primera Copa del Mundo de Fútbol Sala de la FIFA 1992 en Hong-Kong, en la cual marcó 15 goles en tres partidos, incluyendo los siete que le hizo a China en un 10-1 y en los seis que le marcó a España en un empate 7-7. A pesar de ser ya un jugador de primer nivel, nunca descuidó su formación y en 1995 se graduó en el Instituto de Cultura Física del Estado de Volgogrado.

Los amantes de este deporte le conocieron en primera persona en 1996 en un histórico duelo frente a Vicentín en la final del primer Europeo UEFA disputada en el Pabellón Vista Alegre de Córdoba ante 4.000 espectadores. Los españoles, con Javier Lozano en el banquillo, ganaron 5-3, pero aquel ‘2’ ruso se proclamó máximo goleador del torneo y dejó impresionados a todos por su despliegue físico, potencia, disparo y calidad para regatear y facilidad para marcar. Hacía de todo y todo lo hacía bien.

Tres años más tarde, en Granada 1999, la historia se repetía pero Eremenko había estado preparándose a conciencia para aquel partido. Tras materializar el empate a 3 con España y forzar la prórroga, Konstantin transformó el penalti decisivo que le dio a Rusia su primer y único título europeo. Después de la celebración y antes de la entrega del trofeo, se marchó al centro de la cancha, donde ondeó con orgullo una bandera rusa ante sus atónitos compañeros abrumados por los pitidos y abucheos de los 7.000 espectadores que abarrotaban el Palacio de los Deportes granadino. Ese era 'El Zar' en esencia pura, reclamando la hegemonía del fútbol sala continental que acababa de conquistar en la Ciudad de la Alhambra.

Aquella gesta sigue siendo el punto de inflexión del fútbol sala ruso. Es tal la magnitud que se le concede a esta victoria frente a España, que para preparar el último Europeo de Amberes, los internacionales de Sergey Skorovich mantuvieron un encuentro con los jugadores de aquella selección del 99, y 15 años después visionaron el vídeo del partido y todos recordaron -muchos con lágrimas en los ojos- la figura del añorado Eremenko.

Un triunfo histórico que será narrado en primera persona por Oleg Denisov, el portero que paró dos penaltis en aquella final, y que en la actualidad es secretario general del Dina de Moscú. El exjugador también es periodista y prepara un documental para el que incluso se ha desplazado a España a entrevistar a Javier Lozano o a Jesús Clavería y tomar imágenes de Granada en la actualidad.

La competitividad de uno de los mejores jugadores del siglo XX tan sólo era equiparable a su voracidad a la hora de marcar goles. Fue designado mejor jugador de Rusia siete veces de manera consecutiva (1992-1998). Los registros de la época dicen que anotó 1.132 goles en su carrera y todavía siguen vigentes. Máximo goleador de la historia de la selección de Rusia, 122 goles en 66 partidos. Mejor goleador de la historia de la Liga de Rusia, 533 goles -con especial mención a la temporada 1994 cuando marcó 91 goles en 32 partidos-. Mejor goleador de la historia de la Copa de Rusia, 210 goles.

Su disparo era una mezcla perfecta de potencia y técnica. Aunaba fuerza y precisión en el golpeo de balón y una capacidad innata para anotar. Su impresionante físico engañaba, dotado de velocidad, era capaz de sorprender a los rivales con regates y fintas. Fue el primer jugador total del Futsal Mundial, con un despliegue físico y de inteligencia táctica extraordinario.

El gran Caja Segovia de Venancio López fue el encargado de eclipsar a nivel mundial al Dina de Moscú de Eremenko. El equipo moscovita había logrado la Intercontinental en 1997 y en mayo de 2000, acudía al Pedro Delgado en busca de un nuevo título pero la BNL Roma lo evitó, aunque los italianos luego perderían frente a los segovianos. Precisamente, en la Ciudad del Acueducto, el FC Barcelona estuvo a punto de ficharlo. El por aquel entonces gerente azulgrana Joan Camps le hizo una oferta al crack ruso con José Luis Guijarro, dueño del Restaurante ‘Narizotas’ como anfitrión y testigo. Konstantin la rechazó por su fidelidad a Koslov.

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No obstante, Eremenko le había confesado a sus más allegados su anhelo de jugar en la que consideraba ‘La Mejor Liga del Mundo’, pero su vínculo con el equipo que le lanzó al estrellato y en el que contaba con un contrato astronómico era más fuerte que su deseo de probar la LNFS. Se sucedían las ofertas de Interviú, ElPozo, Playas o el mismísimo Caja Segovia, que seis meses más tarde devolvía visita a Moscú, donde revalidaría su galardón mundial en una de las Intercontinentales más apasionantes que se recuerdan con Dina y los brasileños Ulbra y Atlético Mineiro. Los segovianos ganaron a los rusos en la final y Konstantin dijo no por enésima vez a un equipo español.

Aquella Intercontinental se disputó en octubre y en noviembre de 2000 en vísperas del Mundial, un médico de la Federación rusa de Fútbol le dijo a aquel prodigio de la naturaleza que parecía invencible sobre la pista que debía de dejar de jugar al Fútbol Sala con 30 años, en lo mejor de su carrera. Buscó otros diagnósticos, visitó los mejores especialistas, pero todos le dijeron lo mismo. Si seguía jugando, ponía su vida en peligro. Llegaba la hora de jugar su partido más difícil. Había que dejar la pista y reinventarse para no cejar en su empeño de hacer más grande el Fútbol Sala de Rusia.

La amargura de su retirada en 2001 se entremezcló con un enfriamiento en las relaciones con el que hasta entonces había sido su gran mentor, Serguei Koslov. Y en 2002, Eremenko, haciendo uso de sus contactos políticos, convenció a los dirigentes del Dinamo de Moscú para crear una sección de Fútbol Sala que acabase con el dominio del Dina. Era tal su poder y sus apoyos, que en 2003 también fue nombrado el primer presidente de la Asociación de Mini Fútbol de Rusia, el equivalente al modelo LNFS que tanto había estudiado y por el que tanto había preguntado a Javier Lozano, al que admiraba profundamente, y que le ayudó a exportar la fórmula española.

Y lo que parecía imposible, nuevamente ‘El Zar’ lo logró, ganando la Liga en su primer año de existencia y otras tres más de manera consecutiva y dos Copas de Rusia. En tiempo récord, armó un equipo de primer nivel junto a su inseparable Directora General Galina Danilkina -tan bella como inteligente-, que contaba con el apoyo de destacados hombres de negocios e importantes empresas como la gasística Yamal.

Había llegado la hora de asaltar Europa en el nacimiento de la UEFA Futsal Cup. Y Eremenko apostó por el técnico español Miguel Rodrigo, el preparador físico José Antonio Díaz Rincón y los fichajes de Riquer, César y Purao. El entrenador granadino asegura que “Konstantin siempre pensó que la velocidad rusa y la táctica española eran la fórmula ideal”. El experimento no salió bien debido a la traición del segundo entrenador, un rencoroso exmilitar llamado Yuri Rudnev. El actual seleccionador de Japón recuerda que “me dijo que en tres semanas había aprendido todo y que no me necesitaba. Me amenazó con que si salía de casa metería drogas en mi domicilio y llamaría a la policía. Estuve siete días sin pisar la calle. Luego volvimos todos a España”.

Eremenko no ceja en su empeño de importar talento con el que mejorar a los mejores jugadores rusos. En 2004 le arrebató al Spartak al imponente pívot Cirilo que junto a Pelé Junior fueron los primeros brasileños en ser nacionalizados en tiempo récord gracias a las influencias del club en Ministerio de Interior. Junto a Joan, ellos fueron los pioneros de una tradición de extranjeros de primer nivel que dura hasta nuestros días con Tatú, Vinicius o Fernandinho entre otros.

Hay un pasaje que merece la pena ser recordado y que es muy poco conocido. Una noche, Cirilo y Pelé Junior recibieron una paliza de un grupo xenófobo a la salida de una céntrica discoteca moscovita que a punto estuvo de costarle la vida al segundo con una fractura craneal al pisotearle la cabeza. En aquel tiempo, eran frecuentes estas agresiones racistas y solían quedar impunes, pero el Dinamo está considerado el equipo de la Policía y en menos de 24 horas, con el ya diputado Eremenko al frente, detuvieron a los culpables de mandar al hospital a las dos estrellas del equipo más influyente del país. Siempre defendía a su plantilla dentro y fuera de la pista. En el fondo, nunca dejó ser jugador, aunque en su faceta de gestor nunca le tembló el pulso.

En su asalto a Europa, a la tercera fue la vencida. Tras perder Dinamo -con el maquiavélico Rudnev al frente- la final de 2004-2005 ante el Action 21 belga de manera sorprendente y dolorosa ante su afición y en la 2005-2006 ante Interviú, ambas jugadas a doble partido, llegó la primera Final Four en la 2006-07 disputada en Murcia, donde Eremenko volvió a saborear la gloria europea en territorio español ganando 2-1 a los madrileños.

Tras su fallecimiento, se rumoreó que Dinamo de Moscú desaparecería, pero Eremenko había sido tan buen jugador como gestor y había montado una estructura profesional de primer orden, no solo a nivel deportivo también en márketing. Un club concebido como una empresa que funcionaba con disciplina militar y que cinco años después de su fallecimiento sigue siendo uno de los más potentes del mundo y que logró en 2013 la primera Intercontinental para sus vitrinas con el técnico español Tino Pérez en su banquillo.

No solo hizo grande al Dinamo de Moscú, también sentó las bases de una potente competición. Sabía que la mejor manera de ayudar a la selección era tener una Liga potente con los mejores jugadores del mundo y a día de hoy, la Superliga cuenta con un extraordinario seguimiento plantando cara a deportes históricos como el hockey sobre hielo y poderosas empresas como Gazprom invierten en ella por su rentabilidad y visibilidad. Todo eso también fue obra de un visionario llamado Konstantin.

En el quinto aniversario de su muerte, el eterno ‘2’ todavía sigue haciendo historia. Y es que desde 2014 se disputa la Copa Eremenko, un torneo euroasiático auspiciado por la Asociación de Futsal de Rusia que cuenta con el aval de UEFA y que cuenta con la participación de equipos rusos, kazajos, ucranianos, checos y letones. En la primera edición, el Kairat que fue el anfitrión de la Final Four en Almaty, fue el campeón. En 2015, el campeón fue el Sinara de Ekaterimburgo. Los responsables del fútbol sala europeo han comprobado con este proyecto embrionario que una Champions League de fútbol sala no es una idea tan descabellada. Sin lugar a duda, sería el penúltimo servicio de ‘El Zar’ al deporte que tanto amó. Espasiba.

Documental en homenaje a Konstantin Eremenko

*Este artículo no hubiera sido posible sin la inestimable colaboración de Joaquín Vázquez, primer periodista en España que entrevistó a Konstantin Eremenko, y que posteriormente fue Agente FIFA, y que en la actualidad desempeña su labor profesional en la República Dominicana. De igual manera, agradezco su colaboración a Benjamin Kuznetzov, jefe de prensa de la Federación de Balonmano de Rusia, que ha trabajado como asesor y traductor de muchos equipos de Fútbol Sala rusos y españoles, así como la de Miguel Rodrigo, seleccionador de Japón.

**Esta publicación no hubiera sido posible sin la disponibilidad habitual de Gustavo Muñana. En nombre de la redacción de VAVEL.com, le agradecemos este enorme gesto.