Burela ordenó a Santa Coloma y, a raíz de ahí, Catgas se descolocó. Y es que la cotidianeidad del equipo catalán es el caos y las rectitudes le sientan tan bien como a una rata cocerse a mil grados centígrados. El equipo de Daniel Ibañes se mostró más intenso y agresivo en la primera línea de presión para conseguir robos y encarar con espacio a Prieto —pocas coberturas hubo en Catgas—. Dos chispazos en 20 segundos, dos goles de Bruno Petry y Chano (de penal) descolocaron a los de Xavi Passarrius, que no se encontraron a sí mismos en toda la primera parte.

Aunque los primeros minutos fueron temerosos, sin que nadie alzara la voz con excesivo tono, Burela fue administrando sus posesiones y, poco a poco, arañando terreno a Catgas. Las arrancadas de Chino, la corpulencia en la posición de pívot de Chano o el serpenteo de Iago Míguez empezaban a desnivelar la balanza para los gallegos. Iban desapareciendo los colomenses y emergiendo los gallegos como si se alzara Poseidón del océano.

Catgas buscaba entonces avituallamiento merced a los dos golpes lucenses y halló un sorbo en el tanto de Adolfito, para ensanchar pulmones y volver a respirar. Le duró poco la bocanada, pues segundos después Iago Míguez, en acción individual, superó otra vez a Prieto. Eran momentos de lujo y los quilates se concentraron en un minuto: Dani Salgado volvió a recortar distancias y, primero Antoñito en una acción en el que apretó todos los botones de la consola posibles, y después Bruno Petry —que tiene la suerte de anotar en casi todos los partidos que juega desde que llegó a España—, ampliaron ventaja antes del descanso. La losa de tres puntos de diferencia era toda una señal de la diferencia de hambre entre ambos conjuntos. No hubo mayor justicia que esa.

Tras el intermedio prosiguió la cabezonería de los gallegos en gestionar mejor la bola. Los balones en largo desesperaban a los catalanes, que no sabían a dónde correr ni por qué. Burela continuó con la agresividad en la primera línea, lo que le proporcionó numerosos robos y contragolpes. Eran más equipo y su ritmo, superior, era tal que hasta en las pérdidas lucenses replegaban de forma frenética para volver a cortar el balón (y lo conseguían). Catgas, de nuevo, buscaba agua y Burela le daba vinagre.

Santa Coloma se vio obligado a invertir la inercia del ataque y, movido por el resultado, comenzó a atacar con más insistencia, pero no con más peligro. Dos acciones individuales y las llegadas de Corvo subían levemente la moral catalana, pero todo lo que iba a puerta lo detenía un gran Edu, que no tuvo excesivo trabajo, aunque eso no le permitió desesperar a sus rivales en momentos justos. El mayor problema para los gallegos fue aglutinar cinco faltas cuando restaban nueve minutos y su adversario se puso la zamarra de portero-jugador. No fue bien en un principio, pues Chino logró el sexto (con Prieto en portería), pero con los nervios calmados y con el objetivo centrado en Edu, dos goles cayeron gracias a Dani Salgado y Adolfito.

Este brío, acostumbrado en Catgas Santa Coloma el resto de la Liga, hacía presagiar un reencuentro con la locura "de barrio". No obstante, la demencia no arribó y no hubo capacidad de reacción para ellos, que no estuvieron cerca de su esencia y, para mayor agravio, Burela podría haber intentado un mortal hacia atrás con tirabuzón y les hubiese quedado de lujo. Es lo que tiene estar en un estado de gracia desde Ciudad Real. En Burela sueñan. Y se lo creen.

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Sobre el autor
Antonio Pulido Casas
Periodismo cuya máxima vocación es informar de lo que acontece en el plano deportivo. Hijo del año 92 e impulsado por los valores doctrinales del olimpismo. Tú escucha, que yo te cuento.