Y ahora, el final está aquí, 
Y entonces enfrento el telón final. 
Mi amigo, lo diré sin rodeos, 
Hablaré de mi caso, del cual estoy seguro. 
He vivido una vida plena, 
Viajé por todos y cada uno de los caminos. 
Y más, mucho más que esto, 
Lo hice a mi manera.

Como cantaba Frank Sinatra, el final ha llegado. Este fin de semana echa su telón final la temporada 2015/16, una campaña que será siempre recordada como la del ascenso del Plásticos Romero Cartagena a la Primera División. Ha sido un éxito muy sufrido y un hito merecido por todos los integrantes de la entidad. Pero hay uno que lo ha vivido de manera diferente. Uno que volvió al club para devolverlo al lugar de donde nunca debió salir. Uno que “daría la vida por el ascenso”, tal y como él mismo declaró. Javi Matía medita si colgar las botas o permanecer en activo al menos una temporada más, la del regreso del equipo de sus amores a la máxima categoría del fútbol sala español. Los aficionados le piden que siga, igual que sus hijas. El eterno ‘5’ está indeciso, quiere tomar la mejor decisión. Quiere seguir haciéndolo a su manera.

Arrepentimientos, he tenido unos pocos 
Pero igualmente, muy pocos como para mencionarlos. 
Hice lo que debía hacer 
Y lo hice sin exenciones. 
Planée cada programa de acción, 
Cada paso cuidadoso a lo largo del camino. 
Y más, mucho más que esto, 
Lo hice a mi manera.

El capitán hizo lo que debía hacer. Se fue cuando le obligaron a irse, volvió cuando le pidieron que volviera. Acudió a la llamada de Cartagena sin pensarlo. Ha pasado por diferentes etapas y vivido diferentes escenarios a lo largo de sus 16 años en la trimilenaria: “En Cartagena lo he visto todo. Mucho dinero y mucha ruina. Luchar por el título y por el descenso. En la época de Polaris, todos vinieron aquí a llevarse el dinero. No sentían la camiseta. Por eso, yo me quedo con la época de Mínguez Sáez y con ese espíritu de ser una piña. Éramos una familia y moríamos en la pista por Cartagena”.

Matía desatendió a los que quisieron retirarle antes de tiempo. Miró hacia otro lado cuando decían que ya estaba viejo para jugar al fútbol sala. Sus hijas no le permitieron colgar las botas, y siguen sin cambiar de opinión. Cuando más flojo de fuerzas se encontró, allí estuvieron ellas. Las que le acompañan a todas partes tatuadas en sus brazos. Las que saltan a la pista en cada partido con sus iniciales escritas en la camiseta de su padre. Las principales artífices de que Javi Matía haya portado el brazalete en la dura travesía cartagenera de vuelta a la Primera División. “Cartagena me lo ha dado todo. Vine para diez meses y ya llevo aquí 16 años. ¿Qué le voy a hacer? Me quería retirar, pero ni mis hijas ni mi mujer me han dejado hacerlo”.

A sus 42 años, el cierre ha demostrado que tenía todavía mucho fútbol sala en sus botas. Y que quizá todavía lo tiene, el suficiente para la máxima categoría. Sigue siendo infalible en los disparos desde diez metros desde el punto de doble penalti, y aún sorprende a propios y extraños en las jugadas de pizarra. Es, junto a Eli, el jugador de la plantilla cartagenera al que más estudian los equipos rivales. A veces pone en juego los córners de una manera especial: coge dos pasos de carrerilla, mira hacia otro lado y, en el último instante, hace un giro de tobillo para cambiar la dirección del balón todavía con la mirada fija en el lado opuesto. La pelota va al segundo palo donde, si algún defensor no se ha estudiado bien la lección, llega tarde para evitar que un jugador del Plásticos remate a gol.

El ‘5’ ha sido un jugador muy importante en la consecución del éxito del ascenso. Un gol suyo a falta de minuto y medio para el pitido final dio al Cartagena FS su primera victoria de la temporada, en la pista del Cidade de Narón, el día inaugural del curso futsalero en Segunda División. También se sumó a la lista de goleadores cuando el Real Betis se puso con dos goles de ventaja en ‘La Bombonera’, y su tanto sirvió para equilibrar el marcador y espolear a sus compañeros. Sus goles han contribuido a que el Plásticos Romero haya sumado hasta seis puntos más con los que no habría contado de no ser por su capitán. Decisivo.

Sí, hubo oportunidades, 
Estoy seguro que lo sabían, 
Cuando mordí 
Más de lo que podía masticar. 
Pero al final, 
Cuando hubo duda, 
Me lo tragué todo y luego lo dije sin miedo. 
Lo enfrenté todo y estuve orgulloso, 
Y lo hice a mi manera.

 

“Playas de Castellón fue mi primer equipo, me dio la oportunidad de jugar, pero Cartagena me lo ha dado todo. Me siento muy orgulloso de haber vestido esa camiseta”. Aunque en la Plana Alta empezó a darse a conocer, fue en la trimilenaria donde su nombre empezó a retumbar en los rincones de la geografía futsalera española. En la temporada 2003/04, Javi Matía marcó 28 goles durante las treinta jornadas del curso regular, convirtiéndose en uno de los mejores cierres de toda la Liga. Solo Kike Boned y Schumacher anotaron más tantos desempeñando esa posición, quedando Matía por delante de nombres como Orol, Torras, Eseverri y Euler, entre otros muchos.

A pesar de estas brillantes cifras, la selección nunca llamó a su puerta. Fue incluido en una preselección, pero se quedó fuera de la convocatoria final. Era la oportunidad perfecta para haberse enfundado la camiseta nacional de manera muy merecida, pero tuvo la mala suerte de haber coincidido con la época dorada del fútbol sala español. Los de Javier Lozano -actual presidente de la Liga Nacional de Fútbol Sala- lograron sumar dos estrellas al escudo merced a los triunfos en los Mundiales de 2000 y 2004.

Aunque la oportunidad de debutar con ‘La Roja de las dos estrellas’ se perdió, a Javi Matía le salieron otras oportunidades para cambiar Cartagena por otros destinos, oportunidades que quizá le habrían brindado la posibilidad de llegar aún más alto. Las rechazó todas. Él necesitaba a Cartagena y Cartagena le necesitaba a él. Igual que decía Sinatra en esta estrofa, el eterno capitán lo enfrentó todo y estuvo orgulloso. Y ahora recibe el infinito cariño de la sabia afición cartagenera, que corea su nombre en cada partido.

He amado, he reído y llorado. 
Tuve malas experiencias, me tocó perder. 
Y ahora, que las lágrimas ceden, 
Encuentro tan divertido 
Pensar que hice todo eso. 
Y permítanme decir, sin timidez, 
'Oh, no, oh, no, a mí no, yo sí lo hice a mi manera'.

 

Cuando sonó el pitido arbitral que ponía fin a la primera mitad, Matía fue el primero en darse la vuelta y enfilar el camino hacia vestuarios. Levantó la mirada fugazmente para mirar el electrónico, la bajó seguidamente al suelo durante un fragmento de segundo y la fijó al frente. El Melilla se imponía momentáneamente en el Wssell de Guimbarda por 1-3 y hacía aparecer nuevamente los fantasmas que ya rondaron el recinto cartagenero el sábado anterior ante el Hércules San Vicente. La derrota obligaba al Plásticos Romero a jugarse toda una temporada en cuarenta largos minutos sobre el parqué del Palacio de los Deportes de Murcia en una última jornada que se presumiría de infarto.

Por la cabeza del capitán pasó la final de Liga que ElPozo ganó a Polaris en 2006, en aquel decisivo quinto encuentro que dejó a toda la parroquia cartagenera con la miel de saborear su primer título en los labios. No era la primera vez que él veía cómo otros recogían el trofeo. Cuando militaba en Playas, terminó la temporada regular en primer lugar, pero el CLM Talavera les privó del título al vencerles por 3-0 en la eliminatoria a cinco partidos. Era el año 1997 y la gloria le volvía a ser negada al por entonces joven jugador santanderino por segunda vez en un año. Y es que los castellonenses habían conseguido llegar a la final de la Copa de España en la que ellos mismos ejercían de anfitriones, pero cayeron ante Interviú Boomerang (actual Movistar Inter) en la tanda de penalties tras empatar a un gol durante el tiempo reglamentario. Años después, en una nueva etapa vistiendo la camiseta del Playas, también vivió el descenso a Segunda División tras caer en la última jornada precisamente ante Cartagena.

Parecía que el ascenso se escapaba, y el cántabro no pudo evitar acordarse de esos dolorosos momentos: “Cuando se han puesto 1-3 se nos ha complicado mucho y he recordado que siempre he perdido todas las finales que he jugado. Por fin puedo tener una alegría. Esto es una maravilla. Ha sido una obsesión para mí durante todo el año que Cartagena volviera a Primera. No podía retirarme dejando al equipo en Segunda. En el descanso, les he dicho a mis compañeros que posiblemente era el último partido de mi carrera. Y les he pedido que lo hicieran por mí. Que remontaran por mí. Y son muy grandes. Estoy muy contento y mis hijas me están apretando mucho para que siga el año que viene, pero no sé aún qué voy a hacer”.

Cartagena salió a la pista tras la arenga de Juan Carlos Guillamón en vestuarios. Formaron una piña. Salieron a morder. Elián se vistió de héroe. Y el resto ya está escrito con letras de oro en la historia del deporte cartagenero.

Pues que es un hombre, ¿qué es lo que ha conseguido? 
Si no es a sí mismo, entonces no tiene nada. 
Decir las cosas que realmente siente 
Y no las palabras de alguien que se arrodilla. 
Mi historia muestra que asumí los golpes 
Y lo hice a mi manera. 

 

Javi Matía, con la retirada rondándole la cabeza, se ha ganado con creces el respeto de compañeros y rivales. “Me encanta jugar con él en la pista porque el balón siempre me va al pie. Siempre que levanto la cabeza, él me busca y me la manda directa al pie”, afirma Eli. “Es un profesional como la copa de un pino. Tenga la edad que tenga y aunque haya compañeros a los que doble en edad, nunca se rinde, siempre entrena al máximo. Es un ejemplo a seguir”, cuenta Enrique. “De Javi aprendes que hay momentos en los que tienes que tener cabeza, momentos en los que tienes que pararte a pensar un poco más, que te va a aportar más pensar diez segundos más que correr diez metros más”, expresa Raúl.

Incluso el entrenador, Juan Carlos Guillamón, ya vaticinaba en verano el rol clave del eterno capitán esta temporada: “Aporta 50-50 entre vestuario y sobre la pista. En el vestuario, los jugadores le respetan mucho, y él intenta ayudar a los más jóvenes. A nivel del cuerpo técnico, me apoyo en él en cosas, en el tema de la estrategia, le pregunto su opinión. Luego sobre la pista también juega, le ves entrenar y tiene unos registros espectaculares tanto a nivel físico como a nivel técnico-táctico. Tiene mucha experiencia, en los minutos en los que los rivales te presionan y no sabes cómo salir, Javi te da salida de balón. Va a ser un jugador muy importante en minutos muy importantes e intentaremos que juegue el tiempo que él pueda dar. Será clave en minutos de estrategia, portero-jugador y demás”.

Todo esto es lo que ha conseguido Javier Matía Martín, este santanderino que se ha ganado un hueco en todos los corazones de los aficionados al fútbol sala cartagenero. Se lo ha ganado con sangre, con sudor, con lágrimas, y con su afán de pasear el brazalete de capitán a lo largo y ancho del territorio español. Si elige colgar las botas, Cartagena le rendirá el homenaje que merece. Si opta por seguir jugando, será un año más el estandarte, el buque insignia. Decida lo que decida en las próximas semanas, su nombre y su dorsal permanecerán para siempre en las memorias de los que han podido disfrutar de la calidad que atesora en sus botas. Es Javi Matía. Es el ‘5’. Es el eterno capitán. Y él… él lo hizo, lo hace y lo hará a su manera.

Sí, fue a mi manera.

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