Son competidores natos, gente que siente los colores y se deja el alma en la pista. El gen competitivo propio de los argentinos queda patente también en el fútbol sala, con un conjunto aguerrido como el que más lo que le sirve para elevar su talento natural a un estatus superior. Argentina disfruta sobre la pista y se prepara para los grandes retos, esos que hacen sacar todo el carácter luchador a este grupo de guerreros.

Tras su victoria por la mínima ante Kazajstán, la albiceleste requería de un triunfo contundente y goleador, que le diera seguridad y confianza de cara a futuros partidos. Islas Salomón se erigía en una víctima propiciatoria y así fue. Triunfo contundente y paso franco a unos octavos de final que afrontarán tras el partido del grupo que les queda, ante una Costa Rica que llegará jugándose su supervivencia en el torneo.

Buen juego pero malas definiciones

La defensa de las Islas Salomón fue tan frágil que los siete goles anotados por Argentina se quedan cortos atendiendo a las múltiples ocasiones de las que dispusieron. Y es que los sudamericanos fueron superiores del inicio, y Brandi puso en ventaja a su selección apenas en el segundo minuto del partido.

Empataron las Islas Salomón aprovechando un despiste en la zaga de Argentina, cuya reacción fue mayúscula al amparo de goles de Basile y Borruto. Los oceánicos no perdieron la cara al partido y recortaron distancias gracias al tanto de Coleman, antes de venirse abajo físicamente y asistir al maratón de golpes de la albiceleste.

Argentina nunca vio comprometido su triunfo y caminó con tranquilidad por un partido que ha de conferirle confianza en ataque pero reaccionar y estar más atentos en la defensa, si quieren evitar sustos ante selecciones más potentes.