Eran dos de las selecciones que partían como candidatas al título y se plantaron en semifinales, algo nada desdeñable a tenor de la caída masiva de favoritos en rondas previas que ha caracterizado este Mundial. Argentina y Portugal fueron de menos a más en el torneo, conscientes de su potencial y de la necesidad de llegar frescos a la fase más importante del torneo. Así lo hicieron y se vieron las caras en un duelo a vida o muerte.

Es en ese territorio dramático en el que los argentinos demuestran su gen competitivo, un extraño don inherente a cualquier disciplina deportiva y en el que se atisban como ingredientes una sangre muy caliente y un notable sentimiento identitario para con su país. El miedo no existió para los sudamericanos, que se lanzaron cual kamikaze a un barco a por el partido, y no solo salieron vivos, sino que destrozaron la moral lusa.

Quince minutos de gloria para Argentina

Es lo que duró el partido. Lejos de especular y esperar el fallo del rival, algo muy habitual en partidos de este calibre, ambos equipos salieron muy incisivos, presionando arriba y poniendo en aprietos a la zaga rival. Portugal parecía mejor plantado en la pista y tras un intercambio de golpes con Borruto y Ré como protagonistas, el entrenador albiceleste tuvo que pedir tiempo muerto.

Todo acabó ahí. Parecieron haberse transformado ambos equipos y Portugal asistió impávido a una escaramuza letal de los argentinos. Tres goles en tres minutos que echaron por tierra todo el trabajo luso y les obligaron a remar contra corriente. 

Argentina y Rusia pelearán por el título el sábado a las 21:30 hora peninsular española

Los portugueses lo intentaron todo y de todas las maneras posibles, pero siempre se toparon con un obstáculo que impedía el gol. Arriesgaron con portero jugador y eso fue aprovechado por Argentina para ampliar la ventaja. Tiago Brito maquillaría el marcador a pocos minutos del final pero no sería suficiente para evitar que Argentina se cite con Rusia en la gran final.