Ricardinho volvió a tocar la gloria. Esta vez, siendo el máximo artífice de la consecución del Europeo de Eslovenia con su selección. Después de ser nombrado Mejor Jugador del Mundo cinco veces (los tres últimos años de manera consecutiva), el portugués sigue teniendo hambre de títulos y de engrandar su leyenda, ganándose a pulso un lugar en el olimpo del fútbol sala.

Con el paso de los años, nos sigue sorprendiendo a todos por su manera de "gambetear" con el balón y de intentar cosas casi impensables en cada partido en el que juega. Es sin duda un jugador diferente a todos los demás, un representante de la magia y el espectáculo que caracterizan al fútbol sala y que cada vez salen menos a relucir a medida que aumenta el nivel táctico y físico de entrenadores y jugadores. Como él dijo en su momento, intenta hacer ese tipo de cosas en momentos críticos de los partidos para hacer que el público piense que ha valido la pena pagar el precio de la entrada una vez abandona el pabellón.

Si analizamos su presencia en el Europeo, no cabe duda que él mismo sabía que este era el momento para lograr el título. Después de que Rusia y España (las dos selecciones favoritas) comenzaran el torneo de manera muy dubitativa, se vio a una selección portuguesa con un hambre de ganar que no se le había visto hasta ese momento. El trabajo que realizó el conjunto luso durante todo el campeonato hizo que lograra el trofeo de manera merecida, siendo el equipo más regular y fiable. Todo ello con un Ricardinho que se crece en este tipo de citas, quizá sabiendo que el nivel de dificultad se multiplica al ser el único jugador de talla mundial de su selección. 

Ya desde el primer encuentro, el astro portugués dejó claro que tanto él como su selección iban muy en serio, logrando una victoria por 4-1 ante Rumanía anotando un gol de rabona que dio la vuelta al mundo. En el segundo encuentro ante Ucrania, donde se decidía el pase a cuartos como primera o segunda de grupo, Portugal logró vencer por 3-5 de nuevo con gol de 'O Mágico'. No contento con ello, tuvo una aparición estelar en los cuartos de final ante Azerbaiyán, donde anotó cuatro goles convirtiéndose así en máximo goleador en la historia de los Europeos de fútbol sala.

Después de esto, Rusia se presentó en semifinales con estrellas emergentes como Eder Lima o Robinho, pero el equipo dirigido por Jorge Braz mostró su solidez y venció por 2-3, con Ricardinho obrando como capitán y haciendo que su selección no le perdiese la cara nunca al partido a pesar de comenzar perdiendo. Por último, y como no podía ser de otra forma, volvió a aparecer en los momentos decisivos de una final de tal calibre ante la que él ha declarado como la mejor selección del mundo; la selección española. Logró adelantar a su selección con un golazo en el primer minuto y fue clave para forzar la prórroga cuando los de José Venancio acariciaban el título. Una vez en ella, no pudo seguir jugando porque sufrió una lesión en el tobillo, pero sus compañeros lograron aprovechar un doble penalti para proclamarse campeones de Europa.

Sin duda alguna, merecido MVP del Europeo para un Ricardinho que es el líder de todo un país en un deporte como el fútbol sala, y que supo dosificarse durante todos los encuentros para aparecer en los momentos decisivos bajo las órdenes de un entrenador como Jorge Braz, que supo sacar lo mejor de una selección como la portuguesa y utilizar a su mejor jugador cuando los encuentros lo requerían.

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