El deporte rey es el principal entretenimiento para millones de españoles. Un momento de ocio en el que disfrutar de la pasión del deporte y del orgullo de ser seguidor del equipo de tus amores. La excusa perfecta para reunirse con los amigos de toda la vida y pasar una tarde agradable entre cánticos, emoción y cerveza.

Considerada una de las mejores ligas del mundo – junto con la Premier League –, la competición fue creciendo al ritmo del ladrillo. Muchos de los fondos empleados por los clubes provenían directa o indirectamente de la construcción. Florentino Pérez vivía su momento álgido como máximo dirigente de ACS, los bancos y cajas de ahorro hacían el agosto con los créditos e hipotecas, Martinsa-Fadesa se encontraba en todo su esplendor.

Cuando la burbuja inmobiliaria explotó en 2007 (2008 en España), los dirigentes de los clubes prefirieron mirar para otro lado. Pensaban que no les afectaría en exceso. Siguiendo la táctica del avestruz, enterraron la cabeza en sus fichajes galácticos para tratar de fascinar al mundo.

Los clubes podían desarrollar sus proyectos y los bancos sacaban partido: todos contentos

El despilfarro no solo se produjo en los grandes clubes, sino que los más modestos también gastaron más de los que tenían y se endeudaron hasta las cejas. Para afrontar las nuevas contrataciones y proyectos – tanto deportivos como urbanísticos – los equipos de fútbol pidieron créditos a los bancos y cajas. Las entidades bancarias se los concedieron encantadas. Los clubes podían desarrollar sus proyectos y los bancos sacaban partido: todos contentos.

Sin embargo, la gallina de los huevos de oro enfermó. El empeoramiento de la crisis económica, el descrédito internacional hacia nuestro país y nuestro sistema financiero, junto con la necesidad de saneamiento de los bancos y la altísima deuda del Estado, provocaron un vuelco radical. Se acabaron los créditos suntuosos, las subvenciones desproporcionadas y los patrocinadores multimillonarios.

Algunos clubes como el Mallorca se vieron obligados a entrar en concurso de acreedores y otros como el Racing o el Málaga necesitaron de la inversión extranjera para necesitar de paliar su situación económica.

Ali Shyed– famoso por sus celebraciones en el palco – prometió el oro y el moro, pero no supuso más que un enorme desengaño para las aspiraciones deportivas de los cántabros y un parche temporal para las cuentas del club. Al-Thani, sin embargo, formó un gran proyecto para el Málaga, pero un año después parece haberse echado atrás – desconocemos el motivo –. Con varios de los fichajes de la temporada pasada sin pagar y debiendo varias mensualidades a la plantilla, el club se ha visto obligado a vender a Santi Cazorla y a Rondón para poder afrontar la delicada situación.

Cantera v.s. cartera

La mayoría de los equipos se descapitalizan, venden a sus mejores jugadores para hacer frente a las deudas. Ante esta situación, la cantera es la única solución factible para poder siguiendo competir con una plantilla más o menos amplia y competitiva.

El fútbol base cobra más protagonismo en tiempo de vacas flacas. Los chavales que llevan años formándose en las categorías inferiores cuentan con una oportunidad de triunfar en el primer equipo.

Los dos grandes, Madrid y Barça, parecen ajenos a este problema. Si bien es cierto que este verano han reducido su gasto en fichajes de forma más que considerable, en los últimos años han gastado una auténtica barbaridad. En especial, el Real Madrid, que en los dos primeros veranos de Florentino Pérez al mando del equipo (en su segunda etapa) gastó cerca de 400 millones de euros. Al Barça, Chygrynskiy, Ibrahimovic, Villa, Cesc Fábregas y Alexis tampoco le resultaron baratos.

Un poco de cordura

Este verano los traspasos se caracterizan por su escaso montante económico. Las cesiones son uno de los métodos preferidos de los clubes para contratar a un jugador sin desembolsar una gran cantidad.

Aún queda mucho por hacer en este universo paralelo llamado fútbol. Las deudas son estratosféricas. Cualquier empresa sería clausurada si debiera a la Seguridad Social y a Hacienda lo que deben casi todos los clubes del fútbol español.

El modelo a seguir es el fútbol alemán, donde todos los equipos están saneados. Si no presentan un balance económico equilibrado, son sancionados deportivamente. El país presidido por Ángela Merkel ha puesto orden también en el fútbol. La Bundesliga es pues la referencia.

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