Que la campaña del Athletic está siendo un desastre está claro, pero tampoco es innegable que la suerte que ha tenido José Ángel Ziganda con las lesiones no ha sido la mejor. Pocas veces ha contado con la plantilla al completo y, si lo ha hecho, ha sido con jugadores mermados, como fue el caso de Beñat al inicio del curso. El de Igorre comenzó la presente temporada lesionado y tuvo que parar apenas echada a rodar la competición para pasar por el quirófano en busca de recuperar su mejor nivel. Lo cierto es que no ha llegado, aunque ahora no es por su lesión. Otros casos han sido los de Yeray y Balenziaga. El primero por causas de fuerza mayor y el segundo contra todo pronóstico, pues no se recuerda una lesión del lateral izquierdo de esta magnitud desde su llegada a Bilbao. De Marcos o Kepa, que también han estado en la enfermería, han sido otras de las caras, en estos casos más intermitentes, con citas habituales con los doctores.

Sin embargo, de todos ellos, el que más ha marcado la temporada ha sido el de Iker Muniain. Primero por la calidad del jugador, segundo por su importancia en el equipo y tercero por el nivel al que había arrancado este año futbolístico. Y es que, el navarro fue el único que destacaba en el inicio de la etapa de Ziganda en el banquillo rojiblanco. Una fractura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha dejó seco al futbolista y huérfano de calidad a un vestuario que poco o nada ha brillado desde entonces. Son ya cinco los meses en los que el habilidoso jugador no se ha vestido de corto para saltar a San Mamés. Es casi medio año el que lleva la parroquia bilbaína sin ver a uno de los estandartes del Athletic.

Sus números, como no podía ser de otra manera, son flojos en cuanto a partidos. Apenas pudo participar en doce encuentros, en los que llegó a acumular un total de 928 minutos que utilizó para anotar dos goles y dar cuatro asistencias. Lo cierto es que sus estadísticas están muy por encima de la media del equipo, lo que deja claro y demostrado su importancia en el esquema. Ahora, a escasos meses de acabar la competición, el Athletic, que ya no tiene nada por delante más que intentar enmendar una temporada para el olvido, puede centrarse en que uno de sus jugadores más importantes recupere su mejor nivel haciendo lo que mejor sabe: jugar al fútbol. Si aparece tras el parón internacional, tendrá hasta nueve partidos de liga en los que, de forma progresiva, podrá volver a sentirse futbolista. Queda por ver cuándo se fija el momento de su reaparición y, sobre todo, el nivel al que lo hace un jugador que deberá ser importante de cara al próximo curso.