El Atlético de Madrid de Simeone, nunca se ha caracterizado por tener un fútbol vistoso, es una obviedad. Sin embargo, su fútbol basado en la garra, intensidad y presión, han sido más que efectivos. A los títulos, clasificaciones y grandes dosis de alegría colchonera me remito.

Pero ante el Villarreal, volvió a suceder un fenómeno que lleva acompañando al Atlético de Madrid en los últimos años. Tras marcar un gol, y con el resultado a favor, en vez de ir a por el gol de la tranquilidad. Se echa atrás, y busca una contra que mate el partido, y una vez más lo pagó.

Primera parte de cholismo puro

Simeone, tras el partido en Moscú del jueves, alineó en el medio del campo a: Koke, Saúl, Thomas y Correa. La consigna era clara, presionar muy arriba al Villarreal, para que no pudiese salir jugando desde atrás, que es la gran virtud de los de Calleja.

El resultado no pudo ser mejor, el Villarreal no conseguía elaborar, y para colmo en el minuto 18, con un penalti inexistente, el Atleti se ponía por delante en el marcador. La intensidad y presión llegó hasta el descanso. Dejando al Villarreal acercarse a la portería de Oblak, tan solo con disparos desde fuera del área.

Segunda parte de cerrojo

Sin embargo, la segunda parte fue un descalabro. Es lógico pensar que jugando fuera, el equipo de casa, tras el descanso, intentará un arreón que le meta en el partido. Pero es que el arreón duró 45 minutos.

Lo que en la primera parte era presión en campo contrario, ahora era presión en el propio. Lo que en el primer acto, eran combinaciones rápidas por banda derecha, ahora eran pelotazos sin sentido.

En este tipo de partidos, se echa de menos la figura de gente como Koke. El canterano atlético, ha pegado un bajón increíble esta temporada. Una de las causas, puede ser el cansancio, pues es uno de los jugadores de la plantilla que menos rota. Y de hecho, fue sustituido por Fernando Torres, tras el empate del Villarreal.

La calma, pausa, y pase acertado que antes daba siempre el canterano, han desaparecido. Nadie le puede reprochar su trabajo, pues si nos remitimos a las estadísticas, es uno de los futbolistas que más kilómetros recorre. Sin embargo, al timón del Atleti, se le pide no solo que corra, sino también que piense.

En los últimos diez minutos, el descalabro fue definitivo. Dos goles a balón parado, una de las fortalezas del equipo de Simeone, confirmaron, que ceder el balón al rival, sale caro.

Sería injusto decir, que durante todo el partido, el Atleti jugó mal. Pero lo cierto es que con segundas partes como la de Villarreal, no se puede ir a ningún sitio.