Se jugaban muchas cosas hoy en Balaídos. Por una parte, el equipo local buscaba los tres puntos para poder seguir en el tren de Europa. Mientras, el Málaga se veía obligado a ganar para intentar lograr una permanencia casi imposible de vislumbrar al final del camino.

Pese a las necesidades que traían ambos conjuntos, parecía que ninguno quería jugar este encuentro. Una primera parte sin mucho fútbol y pocas ocasiones dejó malas sensaciones a la afición local, que veía como se escapaba la última oportunidad que tenían para estar en Europa el curso que viene. La afouteza y el corazón no eran suficientes para batir al colista que supo sacar su valentía y plantar cara a uno de los equipos de la parte alta de la clasificación.

Hubo novedades en el once. Bráis Méndez se ha ganado la confianza de su técnico en los últimos encuentros y este respondió con un guiño, sacándolo como titular. El canterano supo responder y fue uno de los pocos celestes que comenzaron el encuentro con la mente centrada en la victoria.

Con poco peligro pero con bastante presión del Málaga sobre el Celta, discurrían los primeros minutos. Los locales, con una baja de última hora de su portero, Rubén Blanco, por una lesión en un tendón de Aquiles durante el calentamiento, no tuvieron brillo en la zona de creación, donde no se encontraba al trío celeste de ataque Sisto-Aspas-Maxi. 

No fue hasta el minuto 43 cuando aparecía la ocasión de mayor peligro de la primera parte. Un buen pase del Tucu Hernández a Maxi Gómez que se topaba con la defensa malacitana. Por la otra parte, un disparo raso de Chory Castro, cerca del ecuador del partido, era lo único que ofrecía el Málaga.

Tras el paso por vestuarios la situación no fue mucho mejor. El tormento del primer tiempo continuaba hasta mediada la segunda mitad, cuando, con un ritmo de ida y de vuelta, se abría el partido. Aparecían jugadores como Iago Aspas que apenas había tocado balón. El jugador fue el centro de varios encontronazos que no hicieron otra cosa que enchufarlo en el partido.

Espabilaba el Celta que debía defender su puesto en la clasificación, frente a su afición, e intentar conseguir la victoria para poder seguir en la lucha por Europa. Los celestes encerraban al Málaga y rozaban el gol en varias ocasiones. Movían la pelota con más rapidez y tenían dos grandes oportunidades,  pero las dos, se encontraban con el guardameta malacitano que respondía con una gran estirada ante un tiro potente del de Moaña.

Un duro remate al poste de Sergi Gómez, tras controlar bien un centro de Lobotka comenzaba los 10 minutos de ocasiones para los gallegos. Tras un envío del eslovaco, Máxi Gómez también lo intentaba en el 79. Mientras, Iago fallaba lo imposible con un horrible remate cuando se encontraba solo en el área pequeña.

El Málaga parecía darse por satisfecho y comenzó a perder el tiempo en un final agónico, en el que el esférico no paraba de rondar la portería celeste. Los de José González se caían constantemente al suelo y no dejaban mucho tiempo al Celta para intentar salvar el encuentro.

Los errores de finalización del Celta ayudaban a los andaluces a salvar un punto en Vigo. Sin embargo, también tuvieron su oportunidad para ganar. En el minuto noventa, un centro de Koke que Lestienne mandó al poste cerraba el partido.

Los celtistas se quedaban sin motivos para creer, veían como se escapaba su sueño de volver a lo más alto. Entre pitos se despedían los celestes del terreno de juego con la sensación de haber podido hacer más daño al colista de la Liga Santander.