De un tiempo a esta parte, los entrenamientos de Diego Pablo Simeone con el primer equipo del Atlético de Madrid se programan irremediablemente en el campo 4 del Cerro del Espino, muy lejos del campo principal donde realizaban anteriormente las sesiones de entreno o en donde su filial compite contra sus rivales en el Grupo I de la Segunda División B, como consecuencia de las heladas que han traído consigo los primeros meses del año y que han perjudicado seriamente el estado de la hierba natural del Campo 1. La consecuencia es la imagen -- desde hace varias semanas – de un césped seco y arenoso, con calvas y parches en zonas concretas del campo, si bien es cierto que su estado a día de hoy ha mejorado sensiblemente con respecto al del mes de febrero.

El césped de la Ciudad Deportiva ha mejorado pero sigue luciendo zonas con arena y parcheadas

Ese estado hizo que en el último encuentro disputado en la bautizada como Ciudad Deportiva Wanda, los jugadores del Real Madrid Castilla y del Atlético de Madrid B tuvieran problemas a la hora de talonar correctamente para contactar en el momento del golpeo al balón o que sufrieran inoportunos resbalones cuando intentaban ejecutar un cambio de ritmo o de posicionamiento del cuerpo. Según informó MARCA a finales del mes de enero, los jardineros de la entidad colchonera procedieron al raspado del césped y a su posterior recebo (aplicación de una mezcla de arena y substrato universal), un proceso que ha paliado en cierta medida las secuelas pero que ni mucho menos ha devuelto la totalidad de la superficie.

Condiciona el juego

 A Óscar Fernández, técnico del Atlético de Madrid B, se le ve ya con cierta resignación cada vez que un pupilo suyo resbala o en cada ocasión que un pase está mal ejecutado como consecuencia del mal estado de la hierba. El campo principal de la Ciudad Deportiva se ha convertido en las últimas semanas en un elemento más contra el que competir. En consecuencia, el filial colchonero ha demostrado su incomodidad con el terreno de juego a través de sus resultados, de los cuales solo se cuenta una victoria con respecto a los últimos cuatro ligueros disputados como local.

"Nos gusta llevar el peso del partido e ir detrás de un conejo es complicado", se quejó Óscar

“Valoro el partido que han hecho los chicos a pesar de cómo estaba el campo, que estaba horroroso, han sido capaces de conectar pases y no ponerse nerviosos buscando ganar. Somos un equipo que nos gusta llevar el peso del partido, dominar, correr… Ir detrás de un conejo es complicado”, afirmó el técnico valenciano el pasado 21 de enero, justo después de que su equipo tuviera que sudar la gota gorda para remontar al Real Valladolid B, por aquel entonces colista del Grupo I, con el condicionante del arenoso terreno de juego que era el campo principal de la Ciudad Deportiva.

Un césped castigado

No es el primer curso en el que el Atlético de Madrid tiene que hacer frente a este quebradero de cabeza que se ha convertido ya en algo habitual en los últimos años. Los meses de invierno en Majadahonda provocan que en muchas fases las condiciones climatológicas damnifiquen los campos de hierba natural de la Ciudad Deportiva rojiblanca, llegando incluso a la aparición de un brote de hongos en anteriores campañas.

La explicación de los jardineros del #Atleti al mal estado del césped de El Cerro del Espino: http://t.co/CYyt9in7wR pic.twitter.com/ovYnK5pOLx

— Víctor Molina Pozo (@VictorMolina7) 3 de mayo de 2015

Sin embargo, la lluvia o la nieve no son el único causante que hace que el campo principal del lugar de entrenamiento del Atlético de Madrid no luzca a la altura de lo que representa la entidad. La masificación de compromisos en esa superficie tampoco favorece a que los cuidados y los mimos de los profesionales den su resultado. Y es que no solo entrena – o entrenaba – el primer equipo, sino que en ese terreno el Atlético de Madrid B disputa sus partidos oficiales… a lo que hay que sumar los compromisos del Atlético Femenino, que en los últimos años ha abandonado la hierba artificial, o del Rayo Majadahonda, que compite como local en el mismo grupo en el que lo hace el filial que dirige Óscar Fernández.

No aguanta. Así estaba el "césped" hace 2 semanas: el sábado jugó el @AtletiFemenino y el domingo el filial. pic.twitter.com/OOZbvme6Yt

— Víctor Molina Pozo (@VictorMolina7) 27 de septiembre de 2016

El Rayo Majadahonda también lo sufre

Como resultado, el Atlético de Madrid no es el único equipo perjudicado por el mal estado del terreno de juego. Desde finales del mes de enero hasta la fecha, el Rayo Majadahonda empató tres encuentros de forma consecutiva en El Cerro (1-1 contra la Ponferradina, 0-0 contra el Talavera y 1-1 contra el Guijuelo) y ganó el pasado 11 de marzo su duelo contra la Gimnástica Segoviana para romper esa mala racha que llevó a Antonio Iriondo a señalar el césped como responsable principal.

Vamos a ver si encontramos un campo en tan mal estado como este, para poder entrenar entre semana y así acostumbrarnos a jugar con las mismas características del césped en nuestra casa”, se quejó de forma irónica Antonio Iriondo, técnico del Rayo Majadahonda, tras empatar a uno contra el Guijuelo. "El terreno de juego, queja unánima en el empate", llegó a titular la crónica del cuadro majariego. “No podemos dejar más puntos en casa si queremos alcanzar la primera posición en la clasificación, pero es verdad que el terreno de juego tal y como está, no nos está ayudando por nuestra forma de juego”, amplió Carles Coto, uno de los protagonistas de ese compromiso liguero.

"A ver si encontramos un campo en tan mal estado para acostumbrarnos a jugar con las mismas características", ironizó Iriondo

No es la única queja pública dado que durante los últimos encuentros disputados en casa que no han terminado de forma satisfactoria, el Rayo Majadahonda ha señalado directamente hacia el terreno de juego. “Partido trabado, sin ritmo, con muchas imprecisiones en el juego de ambos equipos, pocas ocasiones claras, y con un protagonista que ha tenido mucho que ver hoy para que todas estas peculiaridades se dieran en el Cerro del Espino esta mañana. No ha sido otro que el terreno de juego, calificado al final del partido por jugadores y entrenadores de los dos equipos como un auténtico “patatal”, […] ya que si hubiéramos contado los minutos que los jugadores se han caído por resbalones, quizás se igualaran a los minutos con el balón en juego”, contó el departamento de comunicación del club en la crónica del empate a cero contra el Talavera.