Desde la creación del club allá por 1922 (aunque aún no está del todo clara la fecha concreta), el CD Tenerife se ha caracterizado por sus épocas irregulares, que lo han llevado desde la antigua Tercera División (hoy la 2ªB) hasta la Copa de la UEFA. En todo su recorrido, el fortín que es el Heliodoro Rodríguez López, estadio del club, se ha convertido en todo un hervidero de aficionados dispuestos a animar a un equipo que, racha tras racha, ha acabado en la categoría de bronce del fútbol español.

Una historia plagada de altibajos

Sin una fecha exacta de creación, el Club Deportivo Tenerife empezó su andadura bajo este nombre el 8 de agosto de 1922. En 1925, tres años después, nace el actual estadio Heliodoro Rodríguez López con la denominación de Stadium. Durante 31 años, el ámbito de competición del club se limitó especialmente a las islas, donde ganó tres Campeonatos de Canarias consecutivos (desde 1940 a 1943).

En 1949, el Tenerife participó en la primera liga de ascenso a Segunda División, al no haber en esos años 2ªB. Aunque esa vez no lo logró, tiempo más tarde, el 31 de mayo de 1953, 31 años después de su fundación, los blanquiazules conseguían el ascenso a Segunda División, y con ello, la incursión en los campeonatos nacionales.

Ocho fueron las temporadas seguidas que se mantuvieron entonces en Segunda, donde varias veces casi alcanzaron el ascenso a Primera División. Sin embargo, no sería hasta 1959 cuando el Tenerife llegara por fin a cumplir su sueño de subir a la máxima categoría del fútbol español. A pesar de la débil economía del club (motivo por el que los socios votaron la venta del estadio), el equipo en manos de Heriberto Herrera, entrenador en aquel momento, consiguió elevarse de categoría. Curiosamente, la hazaña tuvo banda sonora: fue el año en que el grupo Los Huaracheros compondría el ya famoso himno del equipo, el ‘Tenerife, adelante’, que a día de hoy sigue siendo todo un símbolo del sentimiento blanquiazul.

A partir de entonces empezó el sueño. Un sueño que acabó cayendo en picado. La última posición que consiguió el equipo en aquella temporada lo hizo descender a Segunda. La fantasía se había acabado en poco tiempo.

Pero más tarde, en la temporada 1967-68, la caída sería aún mayor, llevando a los chicharreros a la Tercera División. Sería en 1971 cuando volvería a la categoría de plata del fútbol, para luego volver a bajar a la recién creada Segunda B. En 1986, y desde la Segunda B, la presidencia de Javier Pérez fomenta una progresión al alza del equipo, que terminaría volviendo a Primera, esta vez para quedarse, después de 27 años sin pisarla.

La enorme transición, que llevó al Tenerife a realizar la hazaña de llegar hasta la Primera División, se culminó con los goles de Rommel Fernández en el partido de ascenso contra el Betis. El entrenador en aquel momento era Benito Joanet.

Los diez años siguientes serían los más destacados de la historia del club. En la temporada 1992/93, el Tenerife alcanzaba su mejor puesto en la clasificación de Primera División: una quinta posición de la mano del entonces entrenador, Jorge Valdano. Además, conseguiría llegar a las semifinales de Copa del Rey, donde cayó frente al Celta de Vigo. El año 1993 sería el año ‘de oro’ para los tinerfeños, que se meterían en la antigua Copa de la UEFA (ahora Europa League). En la competición europea llegarían a verse las caras con rivales como el Auxerre, el Olympiakos y la Juventus, que los derrotaría.

Tres años después, en 1996, vuelve a quedar quinto en la liga española, lo que lo lleva a ganarle 5-3 al Lazio y llegar hasta las semifinales, donde el Schalke 04 los haría rendirse.

Las malas gestiones al fichar, y las deudas que fue adquiriendo luego el club lo llevaron a bajar (otra vez) a Segunda en la temporada 1998/99. Un descenso que, dos años más tarde, Rafa Benítez curaría al devolver el equipo a la primera categoría. En esa temporada, quedaría empatado a puntos con el Atlético de Madrid, pero fue el gol average el que salvó al Tete de quedarse en Segunda.

El descenso al año siguiente hizo caer al Tenerife en la vorágine de malas gestiones y problemas en la presidencia que continúa a día de hoy, y que han llevado al Tete a su situación actual.

En la historia quedó ya el gol de Kone contra el Girona aquel 13 de junio de 2009, fecha del último ascenso a Primera División que se ha vivido en la isla. Un año más tarde, en la pasada campaña, el descenso a Segunda B sería irrevocable tras pasar el conjunto por las manos de hasta cuatro entrenadores distintos. Los fichajes que se hicieron, además, solo sirvieron para hacer caer al Tete al llamado ‘infierno’ de la Segunda B.

Los números de la afición

Sin embargo, durante todo este tiempo de historia, hay algo que ha permanecido totalmente inalterable hasta hoy: la afición. En la temporada 2008/09 quedó demostrado: recibió de manos de la LFP el premio a la mejor afición de la liga.

Aunque el Tenerife ha pasado por unas rachas mejores (como fue la década de los 90) y otras pésimas, como la temporada pasada, la afición blanquiazul ha permanecido fiel al equipo que muestra los valores de la isla y de la provincia. Lo demuestran los números de la presente temporada: el CD Tenerife es el equipo con más abonados de Segunda B.

Y no solo eso. Los más de 9200 abonos que se han registrado son muy superiores a los 7700 del Oviedo, otro equipo histórico que juega en la categoría. Además, a estos fríos datos hay que añadirles los más de 10000 aficionados que suelen acudir cada fin de semana al Heliodoro Rodríguez López.

Lo mejor de esto es que las cifras no son solo más contundentes que las de otros clubes de la misma categoría: son mejores que las de equipos de Primera División. Si atendemos a los números del Getafe, por ejemplo, tiene 8000 abonados. El Tete, también, está tan solo a cien del Rayo Vallecano y a mil del Levante.

El seguimiento mediático en Canarias también sigue siendo el mismo. A los blanquiazules se les trata como si de un equipo de Primera División se tratara, al igual que a la UD Las Palmas, el otro equipo de la región, en Segunda actualmente.

Una melodía que vale más de mil palabras

Tenerife, ¡adelante...! nuestra noble tradición tienes que defender
porque lleva tu bandera
el sentir de la afición, porque sabe vencer.

El himno, que siempre ha sido no solo del club, sino de muchos de los tinerfeños, es la canción que ha aupado al grupo desde que se compusiera, allá por los años cincuenta. Es conocido en todos los rincones de Tenerife, y cuenta hasta con dos versiones: la original, de Los Huaracheros, y la sinfónica, interpretada por la Orquesta Sinfónica de Tenerife.

Una melodía que a muchos chicharreros les pone las lágrimas en los ojos. Es la letra del sueño, del empujón, de la esperanza de la afición.

Santa Cruz se viste de azul y blanco

Es frecuente en Tenerife encontrarse los coches con las típicas pegatinas del escudo; las camisetas blanquiazules por la calle o, los domingos, las calles de Santa Cruz inundadas de gente que va camino del estadio.

Una cosa es decirlo; otra es vivirlo en primera persona. Si un domingo cualquier persona se acerca a la capital de la isla, comprobaría que no es solo fútbol: es la fiesta, la hora y media en la que la ciudad se para. Algunos niños, que caminan de mano de sus padres al Heliodoro, llevan la equipación completa, la cara pintada.

Una cosa es la afición; otra cosa es el sentir a un equipo en el corazón. Y de eso en Tenerife se sabe mucho. Las peñas de la isla no son solo peñas, son familias, algunas de casi trescientos o más aficionados. La Peña Teguestera, la Asociación Tinerfeñista Las Breñas, la Peña Armada Sur, Frente Blanquiazul, etc., son varios ejemplos de aficionados que acuden cada quince días al Heliodoro.

En algunos lugares querida y en otros odiada, la afición tinerfeñista es de las más fieles. Sin embargo, no siempre es oro todo lo que reluce. La pasada temporada, en pleno declive del equipo, a punto de caer en 2ªB, un grupo de ‘aficionados’ la emprendió a golpes y pedradas con el bus del equipo, imágenes que recogió en su día la Televisión Canaria. Fueron hechos aislados, por supuesto, pero dejaron con mal sabor de boca a muchos verdaderos seguidores del club.

Los símbolos, siempre presentes

Ya no es solo el himno o el escudo, cada temporada, la afición sube a un pedestal al considerado el mejor jugador, o el símbolo en el campo de los valores del club. Como podría ser Raúl en el antiguo Real Madrid, o Puyol en el FC Barcelona, el Tenerife también adquiere ídolos.

En años anteriores, los nombres que más sonaban eran siempre Cristo Marrero (que se convirtió en todo un buque insignia del Tenerife), o más recientemente, Nino. La retirada del primero y la marcha al Osasuna del segundo dejaron a las gradas ‘huérfanas’ de emblema.

Ahora, ocupan su lugar jugadores como Pablo Sicilia (lesionado), Ezequiel Luna (capitán), o Kiko. La preferencia suele ser que hayan salido de la cantera, pero no es algo que se cumpla a rajatabla (Ezequiel Luna y Pablo Sicilia son el claro ejemplo).

Un año clave

A pesar de todo, el Tenerife está este año en la categoría de bronce del fútbol nacional. Junto a muchos filiales de equipos de Primera, como el Castilla, el Sporting B, o el Rayo Vallecano B, el Tenerife pugnará este curso por salir de lo que se llamó ‘infierno’ de la 2ºB el año pasado.

Otros clubes, como es el caso del Oviedo o el Albacete, también se han visto obligados a bajar a las ‘profundidades’ de nuestro fútbol para después tener que renacer cual ave fénix.

Las cenizas, en este caso, son los jugadores, que siguen con la ilusión de devolver al equipo a la Liga Adelante, y la afición, que permanece siempre fiel. La historia, ahora, no importa. Y como ha pasado muchas veces, y se oye y se lee en los medios tinerfeños, que no importa ya la forma de jugar, importan los resultados.

Lo primero es lo primero, y ahora lo primero es ascender a Segunda. El año pasado, aún con el empujón constante de los aficionados, el Tenerife se vio obligado a descender, tras una mala gestión del club y el cambio constante de entrenadores. Primero fue Gonzalo Arconada, luego el interino Alfredo Merino (entrenador del filial); le siguió Juan Carlos Mandiá, Antonio Tapia y después David Amaral, viejo conocido que tampoco consiguió salvar ya al descendido Tete.

No valdrá solo con la ofrenda floral a la Virgen de Candelaria (patrona de Canarias), acto que se celebra rigurosamente cada año, sino que el equipo debe ponerse las pilas para llevar a sus seguidores a donde se merecen.

Este año, la hazaña queda en manos de Antonio Calderón. El técnico gaditano deberá gestionar los resultados de tal modo que a final de temporada, el Tenerife quede en puestos de play-off. Sin embargo, no las tiene todas consigo. Su política de usar a pocos canteranos no le está cayendo bien a los que acuden al Heliodoro. La exigencia de la grada no parece que le afecte mucho, a pesar de los dos últimos años que lleva la gente, más lleno de desgracias que de alegrías.

El fortín en que se ha convertido el estadio insular pide alegrías que, hasta ahora, están llegando. El juego que se desarrolla es, quizás, el punto más discutido de este equipo, pero los resultados en casa han sido hasta ahora positivos.

En 2ªB con una afición de Primera

El caso claro es que la afición del Tenerife terminará por auparlo a primera. Es de las aficiones que pita cuando juega mal y aplaude cuando lo hace bien, pero que siempre está ahí. Entrar al Heliodoro, que no podemos olvidar que es un campo de 2ªB, en horas de partido es como hacerlo en cualquier estadio de Primera.

Atendiendo no solo a datos, sino a sentimiento, el hecho que mejor lo ha demostrado ha sido el último ascenso a Primera del club. Un bus (guagua en Canarias) descapotable llevó a los jugadores por las calles de la capital isleña, día en que Santa Cruz se vistió de gala. La gran fuente de la Plaza de España, justo al lado del Cabildo de Tenerife, no tuvo nada que envidiarle a Cibeles o Canaletas tras finales de Champions o ligas, y el hervidero de banderas que apareció en las casas era la muestra de una felicidad que se convirtió en tristeza un año después, y así también el siguiente.

Pero no ha importado. Tenerife está con el CD Tenerife. Y como bien reza el himno, ‘Tenerife, adelante…’. La hinchada terminará por devolver al equipo a donde debe estar: en la máxima categoría del fútbol español, del que nunca debió irse.

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Sobre el autor
Yolanda Espinosa
Periodismo en la ULL. Redactora y coordinadora de la sección del Athletic Club de Bilbao, encargada de la Selección Española sub'19 y redactora de la Selección Española Absoluta para la Euro'12.