A pesar de sus 86 años, José García Ojeda muestra la ilusión por el fútbol de un juvenil, y aún se emociona cuando habla de un deporte que le hizo ser feliz. Un sentimiento que se refleja en sus ojos, en su sonrisa y en su entusiasmo al rememorar tiempos pasados. Al lado de los conocidos ArreguiUceda o Ayala, hizo historia al ascender por primera vez con el Real Jaén a la máxima categoría del fútbol español, en la temporada 1952/53. La Asociación de Veteranos del club blanco quiere agradecerle esos años dorados y por ello ha organizado para el sábado 11 de febrero a las 19.15 horas un partido homenaje entre ex jugadores del Real Jaén y el Cádiz. "No me lo merezco, pero me alegra mucho que se acuerden de mí. Es un gesto muy bonito", afirma con humildad Ojeda.

Su relación con el fútbol comenzó en Écija, su ciudad natal, cuando era un adolescente. Jugaba en los Salesianos, de portero y de extremo. "Le pegaba muy bien al balón y era muy rápido", apunta su hijo Juan Carlos. No es de extrañar que sus ídolos de aquella época fueran Di Stéfano e Iríbar. Pronto se convenció, no obstante, de que lo suyo era estar bajo los palos. Agilidad, reflejos y una intuición sobrenatural para las salidas eran sus mejores virtudes como guardameta. "Me gustaba mucho salir a por el balón, lo hacía muy bien. Gritaba: '¡mía!', y el balón siempre iba a mis manos. Aunque también me equivocaba muchas veces. Lo que peor llevaba era que me 'ametrallaran'", recuerda mientras sonríe.

El primer equipo para el que jugó fue el Écija, y después pasó al Xerez, que lo cedió un año al Olímpica Jiennense. No muchos pueden presumir de haber vestido la camiseta de ese club. "Tras un año cedido, me ficharon y me quedé en Jaén", señala Ojeda. Su siguiente destino fue el decano del fútbol español, el Recreativo de Huelva, donde estuvo sólo una temporada. En la Balompédica Linense, el quinto equipo de su carrera deportiva, consiguió un ascenso de Tercera a Segunda División. Sin embargo, lo mejor estaba por llegar.

Empezaba la temporada 1950/51, y Ojeda volvió a la tierra del aceite de oliva, esta vez al Real Jaén. El título de Copa Federación que consiguió en la siguiente campaña (aún en Tercera) hacían presagiar que esa plantilla haría algo grande. El equipo ascendió a Segunda y ese mismo año, quedó campeón de la categoría de plata. Jaén se entusiasmaba con un grupo de jugadores de leyenda que habían llevado al club y a la ciudad a la primera plana del fútbol nacional. "Recuerdo con especial cariño esa época, y la echo de menos. El ascenso a Primera fue algo muy bonito. De todas maneras, estoy convencido de que nuestro Real Jaén volverá algún día a jugar con los mejores. Sin duda", asegura el ex portero.

Hubo un momento que quedó marcado para siempre en la memoria de José. En un partido oficial (probablemente de copa) contra el Real Madrid en La Victoria, se enfrentó al mejor futbolista del momento y, a la postre, uno de los grandes de la historia. Don Alfredo Di Stéfano. “Me metió un gol de tacón. Se adentró en el área de espaldas, pegó un taconazo y me la coló. No pude hacer nada”, manifiesta orgulloso. “Al final del partido hablé con él. Me acerqué y le dije: ‘ha estado muy bien’. Era un tipo bastante simpático y buena persona".

Barcelona y vuelta al sur

Tras el ascenso a Primera con el Real Jaén, se fue a jugar al FC Barcelona, pero no llegó a debutar en Primera, ya que no disputó ningún partido. “Decían que era muy bajo para jugar de portero, que no tenía talla. Esas cosas pasaban antiguamente. Estuve cedido una temporada, pero como no me ponían, me tuve que venir”, se lamenta. Ojeda quería jugar al fútbol, y por elló no dudó en marcharse. Primero un año al Córdoba RCD y luego dos al España Tánger. Finalmente recaló en el Cádiz CF, donde formó una familia en los tres años que vivió en la "tacita de plata". Además, fue convocado con la Selección Andaluza y en varias ocasiones viajó a Portugal para disputar encuentros.

Ojeda se retiró del fútbol con 34 años y trabajó en el Diario Jaén, en el área de contabilidad. “Mi suegro me dijo que ya no me daba más oportunidades, que tenía que retirarme. No le gustaba que tuviera a mi mujer viajando los fines de semana. Así que colgué las botas. Por aquel entonces no se ganaba tanto dinero con el fútbol como ahora”, manifiesta. En el aspecto deportivo, tiene claras las diferencias de su época con el fútbol actual: “Ahora es un deporte más técnico y se juega mejor. Sin embargo, es mucho menos atacante que entonces. El fútbol de los años 50 era más alegre, no existía tanta táctica”.

Conocido y admirado en una ciudad que ansia la gloria desde hace décadas para su equipo, este portero es y será siempre un mito para toda la afición jienense. Todo reconocimiento es poco para alguien que, defendiendo la portería, contribuyó a crear el Real Jaén más grande de todos los tiempos.