Después de la tormenta no viene la calma. En todo caso, la calma llegará cuando termine la lluvia fina tras el chaparrón creado por ver a los dos equipos españoles, que se daban casi por seguros, fuera de la final de la Champions. Un Chelsea que juega a poner el autobús bajo el larguero, catenaccio hortera, y un Bayern con sus dos mejores jugadores, Ribery y Roben que se odian, incluso llegando a los puños en el descanso de un partido, han mandado al limbo del “éramos mejores, nos lo merecíamos” las esperanzas de los dos grandes equipos españoles. Mientras Cristiano y Messi se han pegado el año peleándose individualmente en una liga completamente en decadencia, los europeos se han dedicado a crear equipos, que para eso se juega con once. Conclusión: desde Maradona, un solo jugador no ha sido capaz de ganar nada.

Si a todo esto añades que Guardiola anunció su adiós, tras la eliminatoria perdida, entonces el análisis normal se escapa. Dan ganas de hacer metafísica, a ver: ¿si Guardiola después de 4 años no puede más, de dónde sacará la fuerza Ferguson después de 25 años en el Manchester United, de los chicles que mastica o de la potencia y velocidad con la que lo hace?

Metafísica, o quizás incluso haya que ir pensando en explicaciones aún más heterodoxas por no concluir que muchas de las circunstancias no son posibles de analizar porque simplemente se nos escapan. Como me puso tras la pista un amigo muy merengón antes del partido la otra noche: “el Real Madrid no va a ganar la Liga de Campeones por la maldición de la Novena Sinfonía”. No conocía esa maldición por la que el madridismo no iba a conseguir la décima Copa de Europa, pero me quedé con el eco, por si había que volver sobre ella. Al final, después de dos paradones seguidos de Casillas, y cuando el teatrero de Mourinho se puso de rodillas porque lo daba por hecho, para que las cámaras sólo se fijaran en él cuando el Madrid se clasificara, Ramos puso en órbita imposible un balón que sólo tenía que ir entre los tres palos de la portería, yo sólo quería saber cuál era esa maldición, no quería más análisis convencionales de fútbol, y volví a casa a buscar los datos.

Cuentan que tras Beethoven, cualquier músico que haya intentado superar las nueve sinfonías ha muerto en el intento. Franz Schubert, Antonín Dvořák, Anton Bruckner, Gustav Mahler y Ralph Vaughan Williams, por ejemplo. Dicen incluso que Mahler, supersticioso empedernido, quiso engañar al destino llamando a su novena sinfonía “La canción de la tierra”, pero no le sirvió de nada, Cuando estaba componiendo lo que era en realidad su décima, murió dejándola inconclusa.

A Mourinho le queda una o, como mucho, dos temporadas para romper la maldición. De nada le va a servir su constante referencia a la que sería la tercera Champions de su palmarés particular, en una absoluta falta de respeto hacia los socios del Real Madrid. Por lo que se ve, el entrenador del Real Madrid tampoco escucha a Mahler.