Bajo el influjo de un carácter guerrero inigualable, Iván Zamorano fue granjeándose su propia historia, un camino pedregoso que acabó por conducirle a las plazas europeas más distinguidas y a llegar al corazón de una afición que aún recuerda con cariño los años que el chileno bregó por defender los intereses del Club.

Su remate de cabeza se convirtió en seña de identidad y su capacidad goleadora le permitió ir dando saltos en su carrera hasta llegar donde él quería. Fue en 1987 cuando debutó en Primera división de su país y donde empezó a hacerse un nombre marcando 22 goles en 45 apariciones que le sirvieron para dar el salto a Europa. Con apenas 20 años llegó a Saint Gallen, en el nordeste de Suiza, cedido por el Bologna italiano (donde nunca jugó). El humilde equipo suizo le acogió de la mejor manera y su estancia de dos años en el país helvético le permitió probar suerte en la Liga, como así declaró el propio jugador años después.

El Sevilla echó sus redes en un delantero con melena alborotada y que llegaba precedido por una fama goleadora que no terminó de confirmar en el conjunto hispalense. Sus cifras se alejaron de la bella proporción que le antecedía, sin embargo sus 24 goles en 63 partidos lograron llamar la atención del Real Madrid. Los madridistas ansiaban un sustituto de Hugo Sánchez que se había marchado al América de México ese mismo verano, y con el beneplácito de Benito Floro, el Real Madrid se hizo con los servicios de “Iván el Temible”.

De madridista marcó 101 goles en 173 encuentros

En el Real Madrid vivió cuatro años de ensueño, “fueron maravillosos” dicho de su boca, y consiguió enamorar a una exigente afición madridista que le idolatra. La garra, el coraje, la lucha y el empeño del delantero, al alimón de sus 101 goles de madridista, catapultaron la imagen de “Bam Bam” a un nivel que siempre soñó.

De apartado del equipo a Pichichi

No obstante, vivió altibajos en el Real Madrid. Momentos duros como las Ligas que se le escaparon en Tenerife o una racha de 19 encuentros (en su segunda temporada, donde marcó 11 goles) sin perforar la portería rival. Fue señalado por Valdano, que no contaba con Zamorano, sin embargo éste agachó la cabeza y luchó por convencer al técnico. Junto a Amavisca, capitaneó una lucha a tumba abierta ante el Dream Team de Cruyff y tras años de preponderancia culé, el Real Madrid volvió a levantar la Liga con el chileno de Pichichi y con un Bernabéu en ebullición ante el Deportivo, segundo de la competición.

El título se confirmó a falta de dos jornadas, en el minuto 85, cuando un balón en largo de Amavisca encontró el pecho de Zamorano. El jugador chileno se mantuvo en el aire, amoldando el recorrido del esférico a sus pretensiones. El balón cayó sobre su pierna derecha y su disparo, con el alma, liquidó al Deportivo de Bebeto y compañía. Liaño no pudo evitar el gol y Zamorano gritó con rabia con el título liguero en la mano y con su nombre, para siempre, en la retina del aficionado madridista.

Su gol al Deportivo en 1995 le dio la Liga al Madrid

Fue una temporada para no olvidar por parte de la parroquia blanca que vio como su equipo devolvía el golpe de efecto de los cinco goles que recibió la temporada anterior por parte del Barcelona. Aquella noche de enero del 95 fue mágica para el Bernabéu y Zamorano estaba de dulce. Sus tres goles abrieron el marcador ante un Barcelona, cuya viva imagen fue Stoichkov desquiciado pisando a Quique Sánchez Flores, encontrando la expulsión. A sus tres goles se sumó un balón al palo, que remachó Luis Enrique, y una asistencia a su compañero de fatigas, Amavisca. El cántabro estuvo presente en ese año en el que la dificultad de verse fuera del equipo le acompañó el extremo zurdo. El empeño de ambos les permitió ir entrando en el equipo y acabaron siendo claves en los éxitos.

Éxitos fuera del Real Madrid

Tras su periplo en el Real Madrid, que cerró con una temporada discreta, el chileno hizo las maletas y firmó por el Inter de Milán. En cuatro temporadas en el equipo italiano firmó unos números alejados de los que había hecho en el Real Madrid (37 en 143), la alargada sombra de Ronaldo Nazario le eclipsó. El contrato de Nike con el brasileño y con el Inter le relegó a cambiar su número y eligió el 18, añadiendo el símbolo “+” entre los dos dígitos.

Posteriormente siguió los pasos de Hugo Sánchez, de nuevo, y recaló en el América donde recuperó efectividad en el ocaso de su carrera (34 goles en 63 encuentros). En la temporada de su aterrizaje en México firmó unos Juegos Olímpicos sensacionales, colgándose el bronce y siendo el máximo goleador del torneo. En el país chileno, Zamorano (34 goles en 69 internacionalidades, más los anotados en los JJOO de Sidney) formó una de las duplas de ataque más temidas junto a Marcelo Salas (37 tantos en 70 apariciones). En Colo-Colo decidió dar por finalizada su exitosa carrera marcada por su empeño por triunfar. Sus 291 goles en 591 encuentros de clubes avalan una trayectoria meritoria y que será recordada.

* Infografía:www.corazónblanco.com, www.20minutos.es, www.defensacentral.com

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Sobre el autor
Adrián Orzáez
Editor. Redactor del Real Madrid. Licenciado en Economía y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Email de contacto: [email protected]