Siempre he tenido claro que se aprende más de un error que de un acierto, de los problemas, que de las alegrías, de los fracasos, que de los logros. Antes de comentar lo que me sucedió en un campo de regional siendo muy joven, les voy a hablar un poco de mí. Era un árbitro más del montón, un poco prepotente, me creía el rey del mundo, dirigía los encuentro con rigidez, llevando las reglas a “rajatabla”, sin saber adaptarme al encuentro, me guiaba por lo estipulado por las normas que regía mi comité.

Recién cumplidos los 17 años y en mi primera temporada en la categoría preferente, me disponía a dirigir el partido más importante hasta el momento, tenía ilusión, sentía ganas de demostrar que era un buen árbitro, que podían contar conmigo para ascender. Se adueñaron de mí mis pensamientos durante esa semana, con una mala consecuencia, me olvidé de preparar el partido, sólo alimentaba mi “ego”. Era el encuentro de la jornada, partido considerado de máximo riesgo. 

Brutales agresiones al eslabón más débil, el árbitro

En Arona, sur de Tenerife, en un partido en el que se enfrentaban San Lorenzo-Médano, un derbi muy complicado, y si les soy sincero no tengo ni idea que pasó, lo único que me acuerdo es que saltaron más de 200 personas al campo para golpearme por todos lados, y a los guardias civiles que intentaban protegerme como podían. Al final, conseguimos llegar a los vestuarios, llenos de moratones, con dolores por todas partes, sin reloj ni camisa, y uno de los guardias sin su tricornio, a la vez que le decía uno al otro: ¡’’Ya llegan los refuerzos’’! Para poder salir del estadio esperamos que llegaran los refuerzos de la benemérita. Lo siguiente que recuerdo es que desperté en la cama de un hospital.

Después de esa agresión, tardé mucho tiempo en recuperarme, sobre todo psicológicamente. Cada vez que me encontraba en un lugar donde había mucha gente, me encontraba inquieto y muy nervioso. Había conocido “el miedo”: Sensación de angustia provocada por la presencia imaginaria de un peligro imaginario, sintiendo tal desconfianza que me impulsaba a creer que se iba a repetir la agresión. Por primera vez en mi vida, sentía miedo y temor, incluso a relacionarme con personas desconocidas o visitar lugares diferentes, solo me encontraba seguro en mi casa.

El Krav maga me ayudó a seguir

Después de recibir esa paliza, tenía pavor a la hora de tomar decisiones en un terreno de juego, era incapaz de mantener la decisión que había señalado, si los espectadores me insultaban o pedían que pitara alguna infracción, yo les hacía caso, es más, en ocasiones me era imposible contener el temblor de mis manos, sentía cobardía, y pensé en dejarlo.

Entonces, conocí a un Israelí que estaba dando clases de defensa personal. Un tipo alto y mayor, 80 años, pero en una condición física y psicológica perfectas, con gran flexibilidad mental para adaptarse a las personas más jóvenes y comprenderlas. El curso sería de un año. Nos inscribimos en el mismo 20 alumnos. Mi intención no era aprender a defenderme, era evitar que me pegaran. Me inscribí para coger la confianza que perdí después de la agresión brutal y salvaje que recibí, volver a ser “yo”, alejar de mí la ansiedad que me producía enfrentarme a los problemas.

Durante el año que duró el curso arbitraba poco, ponía alguna excusa para no estar todos los fines de semana con el estrés de arbitrar, y evitar el miedo que me daba. Según avanzaban las clases fui cogiendo confianza para poder enfrentarme a las masas sin ningún temor.

Aprendí a ser mejor árbitro con el Krav Maga (En hebreo combate cuerpo a cuerpo), me transmitió ideas y sentimientos, creando un camino competitivo conmigo mismo de confianza para conseguir mis objetivos, estimulándome la voluntad de mejorar no sólo físicamente, si no en los aspectos personales. Tener la confianza suficiente para no sentirme amenazado físicamente y mucho menos psicológicamente, ser capaz de creer en mí, luchando por superarme personalmente, traspasar todas las barreras consiguiendo una vida más próspera, física y mental.

El Krav Maga es la mejor vacuna contra los violentos

Antes de conocer la defensa personal, pensaba que era una actividad agresiva, no compatible con el arbitraje, pero estaba totalmente equivocado. Si queremos arbitrar en paz, tranquilos y sin problemas tenemos que estar vacunados contra estos ‘’bárbaros’’, y  el Krav Maga  es la mejor vacuna contra los violentos.

Adquirí unos valores y me hicieron disfrutar de nuevo del arbitraje. Me dio el coraje suficiente para enfrentarme a los obstáculos y superar mis limitaciones, sin importarme su dimensión. El equilibrio emocional para controlar las emociones no permitiendo que el miedo impida que siga mi camino. Tener la paciencia suficiente para controlar las situaciones límites; el respeto a mí mismo, al prójimo y al posible enemigo. Con estos valores adquiridos empecé una nueva vida deportiva.

Llegó el día en que los insultos y amenazas no me afectaban lo más mínimo, conseguí concentrarme en lo que estaba haciendo en ese momento sin que me afectara o importara lo que sucedía fuera. Recuerdo que cuando estaba finalizando el curso fui a arbitrar un partido de juveniles en el antiguo campo del Pichirri, Juvenil Punta brava – Ofra, de categoría preferente. Un espectador se acercó a mí al final del encuentro y me lanzó un puñetazo a la cara, lo esquivé como si nada y con la pierna adelantada le realicé un barrido, cayó al suelo, yo seguí caminando como si nada, nadie se enteró.

Estoy seguro que esa persona ya no le pega a ningún árbitro o al menos ya se lo piensa. También repetí algo similar en un encuentro de Tercera División en el Francisco Peraza en La Laguna, Laguna-Telde, al finalizar el encuentro un espectador se acercó, levantó su brazo derecho y lo lanzó en dirección a mi cara, lo esquivé rápidamente a la vez que realicé un giro y me puse detrás de él, y le dije: "Vete a tu casa que puedes acabar mal"

Gracias al gruñón israelí como lo llamábamos cariñosamente los alumnos,  pude seguir adelante, no sólo en los campos de fútbol, si no en todos los ámbitos de la vida. No me afecta lo más mínimo lo que pueda sucederme en los terrenos de juego y creo que, sin su ayuda, nunca hubiera llegado a Primera División.

La semana pasada un paciente mío, Carlos, me invitó que lo acompañara a un seminario de defensa personal, Krav Maga, que impartiría su profesor, el francés Alexander Orozco, en Tenerife.

El Krav Maga me ayudó a saber reaccionar en situaciones límite

Con la puntualidad de un partido de Champions empezó el seminario de Krav Maga, un ligero calentamiento que incluía ejercicios de movilidad articular, seguidos de saltos y coordinación. Los ejercicios de defensa empezaron hacer su aparición en antena y Alexander me dijo: "Acércate, empezaremos a exponer todos los posibles ataques que puede sufrir un árbitro, dentro y fuera del terreno de juego".

Las primeras técnicas de defensas fueron básicas en esquivar posibles ataques y huir, ya que siempre se intentará, en la medida de lo posible, no responder con violencia sobre el verde, sólo nos defenderemos y buscaremos apoyos. Me encantó cómo podíamos evitar un ataque sólo defendiéndonos, no es bueno que se nos vea pegando a nadie.

Incluso estuvimos realizando movimientos para controlar situaciones límites, similares a las que suceden en un terreno de juego como son las tanganas, evitar que los jugadores nos rodeen, técnicas para calmar a un jugador que se encuentra nervioso y alterado, etc.

Las otras técnicas fueron destinadas a cuando vamos a retirar el vehículo de los aparcamientos tras un partido. Los casos más frecuentes últimamente es cuando estamos haciendo nuestra rutina diaria y se acercan con malos propósitos. Hemos podido llegar a ver cómo un compañero perdió la vida a manos de unos jugadores en una discoteca, su simple delito fue haberlos  arbitrado unas horas antes.

El seminario terminó 5 horas más tarde, me quedé hablando con el maestro y mi amigo Carlos. Le comentaba la importancia de incorporar un sistema de defensa personal obligatorio a todos los árbitros, no solo en la parte de lucha, si no en la psicológica; como las estrategias de control, que son primordiales si queremos aguantar la presión y no dejarnos llevar por nada ni nadie. Saber cómo actuar en una situación límite sin perder el control y muchas más cosas.

El Krav Maga se adapta perfectamente a las necesidades de los colegiados

Seguiré luchando por incorporal un sistema de defensa personal exclusivamente para árbitros y el Krav Maga se adapta perfectamente a las necesidades actuales que los colegiados necesitan.

Recuerdo que en una ocasión ‘’el gruñón’’ comentó: "Cuando un perro pelea con otro perro, el que gana pasa del otro y se va. El ser humano cuando pelea con otro y vence lo humilla día sí y día también". Por eso es muy importante saber defenderse, no para atacar, si no para defendernos en caso de ser atacados. El cobarde siempre busca enemigos débiles y desprotegidos, por eso hay tantas agresiones a los árbitros, porque somos el eslabón más débil y desprotegido del  fútbol. 

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Sobre el autor
Manuel Pérez Lima
Exárbitro de Primera División.