Finalizada la temporada, todo el Athletic de Bilbao, desde su presidente hasta el último aficionado, se enfrenta a un periodo de reflexión que debería ayudar a establecer las bases para que no se repita todo lo acontecido este curso. Demasiada tierra quemada ha dejado el club desde que la temporada pasada cayera en la final de la Europa League, donde no sólo se perdió un partido, sino también la perspectiva de lo que ha sido siempre la entidad.

Probablemente porque cada agente implicado se creyó pieza indispensable en la consecución de aquello, el Athletic pasó de ser un todo a que cada palo aguantase su vela en cuestión de meses. Los jugadores primaron lo suyo por encima del club. Marcelo Bielsa, que cerró el año con un extraño proceso de renovación y lo inició la a tortas en Lezama, no estuvo cómodo en ningún momento y fue incapaz de dar con la tecla.

Y por encima de todos la Junta Directiva, la más votada de la historia del club y que va camino de convertirse en la más impopular. Una Junta que ha dado un paso en falso ante cada problema que se le ha presentado, para acabar viendo enemigos en todas partes y cerrando un curso para el olvido sin ofrecer una sola respuesta clara a cuáles han sido las razones para no ofrecer la renovación al entrenador.

Esa engorrosa manera de de despedir a Bielsa no parece el mejor paso para edificar un futuro esperanzador. Había en el área deportiva argumentos de peso que hubieran servido como justificación para tan difícil decisión, pero Josu Urrutia no recurrió a ninguno de ellos. La mala relación entre presidente y entrenador desde hace un año quedó patente más que nunca en las palabras del primero en rueda de prensa, donde aseguró que la resoluciónera unánime entre los diferentes estamentos del club.

Comienzo esquizofrénico

Las desgracias acontecidas en la Liga tuvieron su periodo de gestación en una caótica pretemporada. Todo comenzó con Bielsa sellando a puñetazo limpio una discusión con uno de los representantes de la constructora que se encargaba de la obras en Lezama, un requisito que el rosarino había exigido en su renovación.

Aquello provocó un cisma entre míster y presidente que nunca se superó. Urrutia salió al paso del asunto censurando la actuación del argentino en un escueto comunicado en la página web, en el que definió a su carismático entrenador como “empleado del club”. En las horas posteriores Bielsa tuvo pie y medio fuera de Bilbao, pero tras la experiencia con el despido de Clemente hace unos años, la Junta reculó y el ‘Loco’ continuó al frente del primer equipo, aunque la herida ya estaba abierta.

Incluso hay quien señala que el incidente con Balzola, nombre de la constructora, la más poderosa de Vizcaya, socia de la Fundación Athletic y ligada a altos cargos políticos del territorio, ha sido la principal razón para prescindir del rosarino cara al próximo curso. Con todo, aquello no fue más que el comienzo.

Las malas noticias se multiplicaron en cuestión de días. Llorente volvió de la Eurocopa con la decisión de no renovar su contrato y pidiendo el traspaso a la Juventus de Turín; Ander Herrera viajó a las Olimpiadas lesionado pese a garantizar en Bilbao que estaba bien y el Bayern de Munich desembarcó en la capital vizcaína con 40 millones de euros para pagar la cláusula de Javi Martínez.

De un plumazo, todo el cuento de hadas se vino abajo. En dos meses, el Athletic finalista quedó destruido de pies a cabeza, ya que los problemas tampoco se solucionaron de una manera responsable. La respuesta a las decisiones de Llorente y Martínez por parte de la Junta fue la de lanzar a los jugadores a los leones..

La gota que colmó el vaso fue cuando se permitió la entrada a Lezama de los ultras del club, con pancartas y bengalas. Aquello generó un gran rechazo entre la masa social, en la que la división cada vez fue más patente. Tampoco hizo ni pizca de gracia a los jugadores, que mostraron públicamente su enfado. El Athletic había cruzado una línea peligrosa.

Por parte de los jugadores, Llorente decidió guardar silencio, probablemente consciente de que le quedaba un duro año por delante, mientras que Martínez se unió al festival del ruido y protagonizó una salida a la altura de una película de los hermanos Marx. Entre su familia rogando el traspaso en la prensa como si de un preso se tratase, la decisión del jugador de no despedirse y el famoso incidente de la valla de Lezama, que acabó con el internacional reducido por un vigilante de seguridad, el culebrón rozó el ridículo.

El caso de Herrera se llevó con más discreción, pero a nadie se le escapa que el futbolista decidió no operarse en verano para poder estar en los JJOO pese a no estar en condiciones de jugar muchos minutos, algo que negó en Lezama ante la prensa horas antes de poner rumbo a Londres. Al final, el Athletic perdió a su brújula durante varias jornadas en la Liga por una operación en plena temporada que se llevaba anunciado desde el curso anterior.

Bajas y llegadas

Pese a que los escándalos fueron llenando titulares, en la plantilla hubo los movimientos típicos de estas fechas. En el capítulo de altas, sólo Aritz Aduriz e Ismael López reforzaron el equipo. Sin duda la llegada del delantero fue lo que más ilusionó a la parroquia rojiblanca, muy dividida con su salida hace cuatro temporadas.

Tras abonar 2,5 millones de euros al Valencia, el guipuzcoano aterrizó en Lezama con la intención de dar descanso a Llorente, aunque los problemas con el de Rincón de Soto le catapultaron a la titularidad desde el primer partido oficial en la previa de la Europa League. Sin duda alguna su acierto goleador en el primer tramo de la temporada fue, con diferencia, lo mejor del equipo.

El caso de Ismael López fue distinto, ya que, pese a comenzar como titular indiscutible, perdió protagonismo, poco a poco, hasta limitarse a un rol marginal. La falta de descanso que tuvo durante el verano (jugó la fase de ascenso con el Lugo), puede ser una de los factores de su pobre rendimiento.

La lista de bajas tampoco fue excesiva, pero sí sustancial ya que se perdieron tres jugadores que habían sido importantes en los últimos cursos: Gabilondo, David López y Javier Martínez. Sólo por el de Ayegui se recibió dinero, pero la suma de 40 millones (el fichaje más caro de la Bundesliga) le sirvió al Athletic para cuadrar las cuentas de manera holgada y no tener que subir los abonos a los socios.

Mal inicio del curso

Con el entrenador y presidente sin hablarse, los dos mejores jugadores del equipo ‘out’, el resto de la plantilla molesta por la manera de gestionar la salida de sus compañeros y la afición completamente desencantada, el inicio del curso prometía ser de órdago y no defraudó. Una vez sellado el pase a Europa con relativa facilidad, la Liga mostró las miserias rojiblancas.

De los 19 partidos de la primera vuelta, los rojiblancos perdieron 10, empataron tres y apenas lograron la victoria en seis de ellos. Los 39 goles en contra recibidos marcaron un tope histórico demoledor. Más de dos por partido, siendo Aritz Aduriz el único jugador en forma de la plantilla.

Tampoco en los torneos paralelos la cosa fue mejor. En Europa y en la Copa del Rey, donde el Athletic defendía la condición de subcampeón, los de Bielsa quedaron apeados a las primeras de cambio. En la Europa League, en un grupo muy asequible, el Sparta de Praga sacó los colores a un equipo que apenas pudo ganar un partido de los seis pese a ser el claro favorito.

Aún más ridículo fue lo ocurrido en la Copa del Rey, donde el vecino Eibar, de Segunda B, se llevó la eliminatoria, pese a ser a doble partido con vuelta en San Mamés. Para el final de la primera vuelta ya no había una sola motivación en la parroquia rojiblanca, que pasó de ver a su equipo pelear por títulos a hacerlo por el descenso.

Sólo la irrupción de Aymeric Laporte generó cierta ilusión en el respetable. El canterano francés, de apenas 19 años, se consolidó rápidamente en el eje de la zaga por su contundencia en el juego aéreo y salida precisa de balón. Con la dupla formada por él y Borja Ekiza llegaron los mejores momentos rojiblancos en la segunda vuelta, aunque en el tramo final cayó lesionado.

Polémicas continuas

La delicada situación deportiva no evitó que el cúmulo de irresponsabilidades cesara y el Athletic continuó inmolándose día sí y día también. Una filtración a la prensa de una charla privada de Marcelo Bielsa con sus hombres, acarreó una cascada de reproches y ahondó en la brecha entre vestuario y Junta Directiva.

Con Llorente las polémicas tampoco cesaron. Urrutia salió a la palestra más de una vez para atizar a su enemigo público número uno, mientras el jugador recibía los pitos de una parte de la grada de San Mamés. Tras fotografiarse con Iker Casillas en el vestuario del Real Madrid y aplaudir al público del Bernabéu en un partido en el que Susaeta y Gurpegui pasaron un martirio por culpa de los insultos, la cosa fue a peor.

Llorente fue expulsado por Bielsa de un entrenamiento, algo bastante habitual con el rosarino, pero desde medios cercanos al presidente no dudaron en acusarle de falta de profesionalidad, basándose en supuestos datos que demostraban que estaba en un mal estado de forma porque no quería ayudar. El día que el de Rincon de Soto decidió romper silencio en una televisión local, el Athletic intentó boicotear la visita, citándole en rueda de prensa. La negativa del jugador, porque tenía cita con la cadena, derivó en un tuit en el que el club acusaba al internacional de no querer salir a hablar con los medios.

Fue tal la tensión con el que hasta hace poco había sido la estrella del equipo que a Urrutia no le quedó otra que enterrar el hacha de guerra y pedir paz, consciente, algo tarde, de que tanto revuelo sólo podría llevar a un final terrible.

Pero no fue Llorente el único que dio dolores de cabeza. Asomó la figura de Fernando Amorebieta, que tras una fuerte discusión con Bielsa, desapareció del equipo. Las negociaciones de su contrato se enfriaron y aprovechando el tirón de Laporte, el presidente le retiró al venezolano la oferta de renovación. Otro pilar más fuera del Athletic.

Tampoco lo tuvo fácil Gorka Iraizoz, blanco de las criticas de periódicos influyentes, lo que le provocó sonoras pitadas en San Mamés, pese a ser de largo uno de los mejores jugadores de la plantilla durante todo el año. Bielsa cedió a la presión y otorgó la titularidad a Raúl, que falló estrepitosamente contra la Real Sociedad y volvió a la suplencia. Una suma de errores que costaron puntos.

La última polémica llegó con Iker Muniain, del que muchos aseguran que su relación con Bielsa es tirante. Tras declarar sentirse incomprendido en el club y cerrar su peor curso como profesional con una ridícula expulsión por agresión, queda ver cómo evoluciona la situación de un jugador señalado por la grada y que de momento no querría renovar.

Urrutia, en su papel de presidente, también se vio superado y naufragó en ruedas de prensa en las que intentó humillar a periodistas y acusó de mentir a futbolistas, medios y hasta a equipos rivales (Málaga). Todo eso en un clima en el que el aficionado cada vez se polarizaba más entre los que estaban a favor del técnico y los que no.

Final de la temporada tranquilo

Horas antes al partido de Osasuna en el Reyno de Navarra, la situación del Athletic era crítica. En caso de perder, los bilbaínos caerían a puestos de descenso en la jornada 26 y la continuidad de Bielsa estaba en entredicho. Desde la exhibición ante el Atlético de Madrid, donde los ‘leones’ ganaron 3-0 en el único partido de la temporada en el que se acercaron al nivel de un año antes, todo habían sido decepciones.

Con tres derrotas consecutivas perder en la capital Navarra suponía una catástrofe. Salvaron el partido los de Bielsa tras ganar 0-1 con mucha fortuna. El mismo resultado se dio en los siguientes encuentros contra Valencia y Granada, envites en los que el Athletic también mereció bastante menos botín.

Aquella racha catapultó a los bilbaínos a 11 puntos del descenso, lo que le valió para tener un final de Liga tranquilo, pudiendo sellar la permanencia matemática con dos jornadas de Liga por delante. Tras cerrar con un empate en Vallecas y una vez disputado el último partido en San Mamés contra la selección de Vizcaya, la Junta ha decidido prescindir de Bielsa para la próxima campaña, donde tampoco estarán ni Amorebieta ni Llorente.

El sustituto será Ernesto Valverde, que tiene como objetivo principal devolver la tranquilidad y estabilidad. El extécnico del Valencia no llegará sólo, sino con un buen puñado de jugadores llamados a ser importantes: Beñat, Etxeita, Sola, Balenziaga… el club maneja un amplio abanico en busca de la mejor opción.

Agur San Mamés

Sin duda alguna lo más doloroso de esta temporada ha sido la despedida de San Mamés, que deja paso a un campo mejor. Betis, Getafe, Zaragoza, Rayo, Espanyol, Real Sociedad, Real Madrid, Levante, Eibar, Lyon… muchos han sido los equipos que esta temporada han sacado los colores en su estadio a los de Bielsa.

No ha sido desde luego un curso ejemplar como local. Al pobre nivel de la plantilla, se añadieron los gritos continuos de un sector de la afición contra una serie de jugadores, que duraron desde el primer al último día, lo que sin duda afeó el adiós.

Tras cerrar una de las peores temporadas de la historia en casa, a partir de septiembre los ‘leones’ jugarán en un nuevo San Mamés, a escasos metros del actual y aún sin acabar. Las obras van a contrareloj para lograr cumplir unos plazos que la mala climatología se empeña en retrasar.

Lo mejor de la temporada:

Aritz Aduriz. El delantero guipuzcoano ha cumplido con creces el trabajo encomendado tras su fichaje. Pese a su discreto final de temporada, los 14 goles logrados han sido indispensables para lograr la salvación ya que la mayoría han sido vitales, hasta el punto de anotar en siete de las 12 victorias del equipo, siendo en cinco de ellas el único goleador.

La cantera. Pese a que Aymeric Laporte fue el único jugador en dar salto desde el filial, la campaña de los ‘cachorros’, actualmente en la lucha por el ascenso a Segunda, ha sido impresionante. Además el central francés se hizo con la titularidad y fue una de las pocas notas positivas. Ramalho también tuvo minutos.

Lo peor de la temporada:

Continuas polémicas. El Athletic no puede volver a permitirse un año como este si quiere continuar en Primera. Todos los órganos del club han quedado señalados en una temporada marcada por el poco sentido de la responsabilidad. La afición está dividida.

La defensa. El Athletic de esta temporada ha sido uno de los peores, o quizá el peor, de toda la historia en defensa. Una preocupante cascada de goles en contra, sobre todo en las jugadas a balón parado, donde el próximo entrenador tiene que recuperar la fortaleza siempre exhibida en esa faceta.

Imágenes: Agencia EFE, Athletic Club, Archivo VAVEL.