Un año para olvidar. Aunque desde muchos ámbitos se cree que el proyecto Vázquez, puede funcionar mejor partiendo desde la Liga Adelante. Los problemas extradeportivos, unidos a la aparente mala preparación física y táctica de José Luis Oltra, supusieron una losa de puntos complicadísima de superar. Faltó muy, muy poco para que el equipo lograra la "remontada histórica" pero de nuevo en casa cae derrotado como hace dos años, consumándose el descenso a la liga Adelante.

Lendoiro cede a Mendes la planificación de la plantilla

De todo el deportivismo es conocida la amistad personal entre el presidente del Deportivo y el representante de jugadores Jorge Mendes. Viendo la buena experiencia que habían dado los dos refuerzos vía Portugal de la temporada en la Liga Adelante (Bruno y Salomao) continúa intacta la confianza en su “afillado” para reforzar al equipo en la Liga BBVA.

Durante el verano el goteo de jugadores fue constante. Se generó ilusión y expectativas con André Santos del culal la prensa especializada en fútbol internacional definían como buen jugador para el Deportivo.No sucedió lo mismo con Roderick y Evaldo de los cuales desde el principio de conocerse la noticia se generaron muchas dudas de su calidad.

Sin duda los fichajes que más expectación por la dificultad de lograr la cesión fueron los de Nelson y Pizzi. Desde ese día las expectativas del equipo aumentaron en el ánimo de la afición y prensa por el salto “aparente” de calidad que daba el equipo. En este grupo también se pueden incluir a Abel Aguilar, Marchena y Camuñas que sin duda, aparentemente, dotarían al equipo de experiencia tanto en edad como en la liga española.

No todo fueron éxitos en las incorporaciones, ya que durante el período estival fueron varios los que aparentemente estaban “cerrados” y por los famosos “últimos flecos” no llegaron a materializarse.

El primero fue el del central Alberto Rodríquez que se encontraba ya en la ciudad con el reconocimiento médico realizado pero finalmente nunca se incorporó a la primera plantilla. Lo mismo sucedió con el delantero uruguayo Stuani que de la misma forma que el central sólo quedaba la firma. Finalmente las condiciones de Lendoiro no fueron aceptadas y el jugador terminó jugando esta campaña en el Espanyol con un buen rendimiento. Este fue el primer intento de contratar a un tercer delantero, pero no el último. Ya en diciembre el jugador Batuhan Karadeniz se encontraba en Madrid para incorporarse al club, el cual no tuvo en cuenta la normativa UEFA respecto al número de cesiones de un jugador por temporada, la cual impedía al futbolista firmar el préstamo con el Deportivo.

Ya en el área deportiva, el voto de confianza en José Luis Oltra era obligado tras el año anterior pero desde el principio se instaló el debate de la idoneidad del tipo de juego del técnico levantino para la máxima categoría. Sus datos no invitaban al optimismo y había mucha expectación si ajustaría el sistema de juego y el entramado defensivo que ya en la Liga Adelante había tenido ciertos desajustes.

La pretemporada

Los partidos de preparación del Deportivo fueron decepcionantes y preocupantes en algunos casos. Los partidos con el Sporting de Gijón, el P.Ferreira y el Sevilla, hicieron bastante daño al ánimo del aficionado que presenció como en los partidos con rivales de cierta calidad el equipo naufragó. No dio mala imagen en el Teresa Herrera sin embargo frente al Atlético de Madrid.

Partidos de pretemporada del Deportivo

PRETEMPORADA
Viveiro 0-5 Deportivo
Racing Vilalbés 0-1 Deportivo
Ponferradina 0-1 Deportivo
Deportivo 1-4 Sporting Gijón
Lugo 0-1 Deportivo
P. Ferreira 2-0 Deportivo
Ourense 0-1 Deportivo
Sevilla 2-0 Deportivo
Deportivo 2-2 At. Madrid

Apoyo social de “Champions”

Como no podía ser de otra manera, la afición del Deportivo ha respondido por encima de sus posibilidades. El número de socios que llegó a los 25.000 y la afluencia de público en la Liga Adelante, presagiaba un gran año con una hinchada cada día más joven. Los precios competitivos y las campañas de abonos subvencionados en función de la edad, hicieron que la media de edad que se ve en Riazor sea cada vez más pequeña. Se presentaban varios desplazamientos apetecibles para el público, como Valladolid, Vigo, Pamplona y Vallecas. Esos encuentros, junto con el de Levante, han sido los partidos con más número de aficionados blanquiazules en las gradas visitantes.

Arranca la temporada invictos tras cuatro jornadas

Las sensaciones del primer partido de la campaña 2012-13 fueron muy positivas. El equipo logró vencer por dos tantos a cero al Osasuna, en un partido que aunque cedió la iniciativa al rival en la segunda parte, se podría decir que ganó con justicia. Todo fue bueno en aquella ocasión. La portería a cero, la afición volcada y el gran gol de Nelson Oliveira que aumento las expectativas con su fichaje exponencialmente. Los tres puntos de inicio dieron tranquilidad al entorno y a la plantilla y se presentaron en Valencia sin ninguna presión.

A pesar de que el resultado finalmente fue bueno, y se pudo incluso ganar, los problemas brutales en defensa del equipo hicieron acto de presencia. La diferencia de ese encuentro a otros que hubo en posteriores encuentros fue la fran capacidad de reacción del equipo. Cuando a los 28 minutos el Valencia ya vencía por dos tantos a cero, tras dos desajustes defensivos nada bueno parecía que se iba a obtener en limpio. Esta jornada fue el día en el que el brasileño Evaldo empezó a estar en boca de todos los aficionados. Un doblete de Abel Aguilar y un penalti de Pizzi, permitieron empatar un partido que el Valencia llegó a tener 3-1.

Los dos siguientes encuentros, también concluyeron con empate, pero esta vez a un tanto. En casa contra el Getafe, el equipo concedió el gol tras una arriesgada táctica defensiva, con la línea muy adelantada. En el partido que enfrentó a los gallegos con el Granada a pesar de que logró adelantarse tras un error garrafal del portero local, el equipo no hizo méritos para llevarse los tres puntos. A pesar de todo, en la segunda parte sucedió una jugada que se ha recordado duranteeste final de temporada. Nelson Oliveira cuando el marcador reflejaba 0-1, estrella un balón en el larguero y el bote entra claramente en la portería sin que el juez de línea ni el colegiado logren apreciar tal circunstancia.

Imagen del encuentro frente al Getafe en Riazor

Se presentaba el Deportivo tras cuatro jornadas con seis puntos, que a pesar de no haber perdido en la competición, se comenzó en el entorno a comentar la necesidad de ir logrando una victoria.La cercanía de una fase de calendario muy complicado aumentaba la presión en lograr los tres puntos. Los rivales de la siguiente fase del calendario fueron Sevilla, Real Madrid, Rayo Vallecano, F.C.Barcelona y Celta de Vigo.

Estos cuatro enfrentamientos, más el siguiente con el Sevilla, los afrontó el conjunto blanquiazul con el mismo once en todos los encuentros. Esta racha de alineaciones repetidas no se volverá a repetir en toda la temporada. Finalmente los otros dos técnicos que dirigieron al equipo también mantuvieron estos jugadores con retoques en la zona central de la defensa.

Meses sonrojantes que condenaron al Deportivo

Así se podrían definir las jornadas que se disputaron desde finales de septiembre hasta la “mágica” resurrección del día de Reyes en el debut de Domingos. Como comentamos con anterioridad, las dudas repecto a la solidez táctica de los equipos de Oltra en liga se convirtieron en fundadas con el paso de lar jornadas. Partido a partido se evidenciaban los mismo problemas que en la liga adelante. Recordando los encuentros de la temporada anterior, en la mayoría de ellos el Deportivo recibió algún gol del equipo rival. Sin duda, terminaba venciendo los encuentros por su pegada y fortaleza de la plantilla. Sin embargo en la máxima categoría, los errores se pagan y cuando son habituales más.

Entre la fragilidad de la defensa de las jugadas a balón parado, los errores individuales en la marca y transición defensiva, la excesiva conducción de los extremos que generaban pérdidas de balón peligrosas, la ausencia de recambios de garantías en el banquillo y las puntuales decisiones del entrenador durante los partidos, hicieron al equipo encadenar derrota tras derrota sumando una victoria y tres empates en trece jornadas. Tras la derrota en el Bernabeu, los números ya se acercaban a los récords históricos negativos.

Sin embargo además de la preocupación por las derrotas, ésta se acrecentaba por el modo de obtenerlas. Durante estos partidos el Dépor anotó 14 goles pero recibió 34 tantos. Por esas fechas, sólo el Athletic firmaba cifras goleadoras similares, anotando la misma cantidad y recibiendo sólo cinco goles menos. La diferencia, la rentabilidad que obtuvo. Con los mismos goles el cuadro vasco había ganado cuatro partidos más.

Las derrotas del “Tourmalet” frente al Sevilla,Madrid y Barcelona con el Rayo y Celta por el medio no sorprendieron. Sin duda la clave y el demerito del equipo fue la incapacidad de sacar adelante los partidos frente a rivales de su misma liga. Las derrotas frente al Rayo y el Zaragoza por como se produjeron y sobre todo perder también frente al Levante y el Betis en Riazor minaron la autoestima del equipo y de la afición.

Precisamente en Vallecas, Juan Carlos Valerón disputó su partido 300 en la máxima categoría del fútbol español.

A domicilio el Rayo fué muy superior a los herculinos y el Zaragoza logró remontar tras comenzar perdiendo con goles de Bruno Gama y Riki. En ese encuentro la defensa mostró su total inoperancia para defender las jugadas a balón parado. De justicia sería decir que el encuentro vino marcado por la decisión del colegiado Teixeira Vitienes de señalar un riguroso penalti a Tiago Pinto en su debut y expulsar a Pizzi por dos acciones sin ablón en juego. La primera por una protesta en la pena máxima y la segunda por “dejarse caer” en el área rival.

Los encuentros con el Levante y el Betis fueron muy similares. Control y dominio del conjunto herculino y gol del rival a las postrimerias del primer tiempo en desajuste defensivo.

Este pobre balance en el primer tiempo fue clave ya que en estas jornadas como local sólo en una ocasión frente al Mallorca llegó venciendo al término de los primeros cuarenta y cinco minutos. Como visitante los datos del rendimiento en la primera parte es muy negativo. Doce goles recibidos, hacen que en seis de estos partidos tenga que remar contra el resultado en la reanudación. Sólo en la Romareda y en Vigo no se van a la caseta perdiendo en el marcador.

Retomando los encuentros anteriores, en ambos hubo momentos clave. Contra los levantinos el equipo sufrió las lesiones de sus centrales titulares en la primera parte, riki falló un penalti que supondría el empate y Aranzubía es expulsado, con la complicación de que no se disponía de más cambios. Oltra se ve obligado a colocar a Álex Bergantiños bajo los palos desde el minuto 69. El canterano coruñés no pudo evitar el segundo tanto de Barkero ya en el minuto 82.

Momento en el que Álex Bergantiños ocupó el puesto de portero

Frente a los verdiblancos de Pepe Mel, el equipo logra remontar dos goles del ex-blanquiazul Rubén Castro pero probablemente la decisión, más comentada de la temporada, de Oltra de sustituir a un central para incoporar a Bodipo sin reforzar el centro del campo, supuso un giro en la posesión del partido y con la entrada de Rubén Pérez el Betis se hace dueño y señor cortando la inercia positiva de los locales. Finalmente Joel Campbell lográ el gol de la temporada con un disparo desde lejana distancia que supuso la victoria para los andaluces.

Con este argumento se sucedieron los partidos, con un injusto empate en la despedida de San Mamés, la derrota final en Cornellá y un impotente empate en Riazor frente al Valladolid, con la ocasión más clara fallada por un jugador del Deportivo en muchos años. Fue Salomao, el que a puerta vacía en los minutos finales mandó el esférico por encima de la portería cuando sólo tenía que empujarla a las mallas rivales.

De todos estos partidos, quizás en el que el Dépor tuvo más opciones de vencer es precisamente frente a su rival autonómico, el Celta de Vigo. Se le presentaba el partido al conjunto blanquiazul en bandeja para poder lograr la victoria. La rigurosa expulsión de Cabral para el Celta podía invitar a pensar en llevarse los tres puntos. Nada más lejos de la realidad. Inoperante en ataque, lento y sin ideas dejó morir el encuentro con ese empate en el marcador tras goles de Bermejo y Juan Domínguez.

Por otro lado la victoria frente al Mallorca una anécdota y un récord. El lateral madrileño Laure alcanzó los 100 partidos con el Dépor. En el único encuentro donde la lluvia hizo acto de presencia en Riazor esta temporada se llevó los tres puntos frente al peor rival con diferencia que visitó Riazor esta temporada.

Deportivo-FC Barcelona y Atlético-Deportivo: dos partidos de récord

Dos partidos disputados por el Deportivo esta temporada han supuesto un récord para la recién acabada Liga BBVA: mayor número de goles (9) contra el Barcelona en Riazor y mayor goleada contra el Atlético en el Calderón (6-0). Lamentablemente para el equipo herculino, ambas fueron en contra.

El Deportivo recibía en octubre al líder, el FC Barcelona, en Riazor en el partido correspondiente a la octava jornada del campeonato. En un partido loco y abierto el Barcelona se impuso 4-5 al equipo coruñés, encuentro que ha acabado por ser el más abultado de toda la Liga en cuanto a goles totales se refiere. Leo Messi con un hat-trick y Fábregas con otros tantos pases de gol fueron los mejores de un partido que empezaría dominando con gran facilidad el equipo catalán, y que terminaría pidiendo la hora.

A los 18 minutos de juego el marcador era de 3-0 y presagiaba una goleada histórica. No obstante, Pizzi y Alex Bergantiños acortarían distancias pero el argentino anotaba el cuarto al fllo del descanso. Tras la reanudación Pizzi acortaría distancias y, ya en la recta final, Messi completaría su hat trick anotando el quinto de su equipo y Jordi Alba en el 88, con un gol en contra, traería la incertidumbre a un partido que terminó con el Deportivo volcado en el área rival en busca del empate.

Siete jornadas después, en la decimoquinta, el Deportivo viajó hasta Madrid para enfrentarse al Atlético en el Calderón. Partido que a la postre supondría la mayor goleada de la Liga. Dos objetivos muy diferentes en el enfrentamiento: mantenerse en los puestos de cabeza para los de Cholo Simeone y eludir el descenso para los coruñeses. Falcao fue el gran destacado en un encuentro en el que él solo liquidó al Deportivo marcándole cinco goles, todo un repóquer, algo que no había conseguido nadie en los 110 años de historia del Atlético.

Diego Costa adelantó al equipo rojiblanco en el minuto 23; Falcao, por partida doble en 27 y en el 41, dejaba el partido prácticamente sentenciado. Terminaba así una primera parte en la que el Deportivo tuvo sus opciones de marcar por medio de Riki pero en la que el Atlético fue claro dominador. El insaciable delantero rojiblanco volvería a encontrar puerta con facilidad pasmosa, consiguiendo tres goles en apenas 6 minutos: en el 64, 67 y 70 respectivamente. 6 goles para el Atlético, 5 de ellos obra del ariete colombiano. El Deportivo seguiría siendo colista y el Atlético se mantendría en puestos Champions e invicto en el Vicente Calderón.

Tras esta derrota el técnico del Deportivo José Luis Oltra comenzó a ser muy cuestionado y finalmente a finales de Diciembre, en las vacaciones futbolísticas del período navideño, Augusto César Lendoiro anuncia su destitución.

Con Domingos se necesitó poca Paciencia

Tras la destitución de José Luis Oltra, con la que parte de la grada y equipo no estuvieron en total acuerdo, había que buscar al entrenador adecuado para enderezar el rumbo de una nave que amenazaba con hundirse. El elegido por Augusto César Lendoiro, siempre escudado y aconsejado por Pedro Mendes, fue el técnico portugués Domingos Paciencia. El preparador luso llegaba a A Coruña con la vitola de un buen estratega y capaz dirigir con seriedad a cada conjunto hacia sus objetivos, pese a la juventud cronológica que atesora (44 años). Su gran trabajo con escuadras modestas como el UD Leiria o el Académica de Coímbra y, sobre todo, la final europea alcanzada con el Sporting de Braga y su segundo puesto en la liga vecina con el mismo equipo despertaron el interés deportivista. Además, el mero hecho de haber sido destituido de un histórico como el Sporting Lisboa pese a la protesta unánime de toda la afición lisboeta, era otro aliciente más para asegurar que su trabajo era reconocido. Paciencia era el hombre indicado.

El técnico portugués, casi antagónico al destituido Oltra en lo referente a esquemas de juego, comenzó su andadura en tierra coruñesa con mucha seguridad en su trabajo. La plantilla, coincidiendo además con el año nuevo, se mostró muy comprometida con la labor de Domingos, lo que daba lugar a entrenamientos intensivos con una actitud soberbia por parte de todos los integrantes. Además, para intentar paliar la sangría de goles encajados que asolaba a la escuadra blanquiazul, el trabajo táctico y defensivo tomó mucha mayor importancia. Parecía que la complicada situación clasificatoria podía revertirse con la llegada de Paciencia. Y los resultados no tardaron en llegar.

El debut de Paciencia en el banquillo coruñés no podía ser más complicado. Y es que todo un Málaga, que acababa de clasificarse antes del parón invernal para los octavos de final de la máxima competición continental y luchaba en el campeonato doméstico por entrar en posiciones de Liga de Campeones, visitaba el feudo de Riazor. Pero, contra todo pronóstico, el Deportivo realizó uno de los mejores partidos de la temporada. Toda la plantilla se mantuvo adherida y trabajó como una unidad buscando el mismo fin, cerrando espacios para evitar el juego combinativo malacitano y robando balones y saliendo con celeridad a la contra para aprovechar los huecos que la retaguardia de Pellegrini acostumbra a dejar. Y el Dépor consiguió hacer estallar de júbilo a sus seguidores cuando Pizzi, tras una magnífica jugada individual, conseguía perforar la portería de Willy Caballero. La victoria se quedaba en casa. La máquina confeccionada por Paciencia comenzaba a dar sus frutos y Riazor ya elogiaba la tremenda labor en tiempo récord del preparador luso. La afición se frotaba los ojos.

El efecto Paciencia todavía continuaría una semana más cuando el equipo coruñés visitó el campo de la Real Sociedad, un equipo que ya daba muestras por aquel entonces de conjunto serio atrás y tremendamente imaginativo y competitivo en ataque. El conjunto coruñés, que llegaba lanzado a Anoeta, se adelantó pronto en el marcador gracias a otra diana de un Pizzi en estado de gracia. La segunda victoria parecía factible. Pero dos errores, uno defensivo que provocó el empate a la postre definitivo de Vela al borde del descanso y otro que supuso la expulsión de Evaldo con casi toda la segunda mitad por disputarse, metió el miedo en el cuerpo al aficionado coruñés. Pero su Dépor aguantó estoicamente las envestidas de la Real y, con uno menos, arrancó un valioso punto de un estadio muy complicado. El deportivismo se rendía ante la labor de Paciencia.

De bruces con la realidad,el efímero paso de Domingos Paçiencia

La disolución del efecto provocado por la llegada de Domingos Paciência vivió su episodio final con la derrota sufrida frente al Granada en la jornada 23, en un partido que se antojaba una auténtica final ante un rival directo en la lucha por la permanencia. El técnico de Leça da Palmeira fue incapaz de motivar a sus jugadores ante la gravedad de la situación, y los contragolpes del Granada –acompañados de la inexplicable anarquía defensiva de los deportivistas- hicieron el resto. El panorama era desolador, y lo cierto es que tanto la afición como los componentes de la plantilla creyeron encontrarse en un túnel tan oscuro como interminable. No obstante, el primero en abandonar el barco fue el técnico portugués, que volvió a encontrar la horma de su zapato en una entidad sumida en una crisis institucional, al igual que le había ocurrido previamente en el Sporting de Lisboa con la llegada del presidente Luis Godinho Lopes.

Se evidenció entonces que los problemas del equipo no eran únicamente defensivos. La contratación de Paciência había venido avalada precisamente por eso, por su orden táctico y la necesidad de controlar la sangría de goles recibidos. Sin embargo, si con Oltra se achacaba al equipo la falta de acoplamiento colectivo y el bajo estado de forma física, Domingos no pudo equilibrar una balanza que lo que verdaderamente necesitaba era la promoción y recuperación de la faceta psicológica. Paciência mostró cosas interesantes como entrenador, como el hecho de ubicar a André Santos como un stopper adelantado –capaz de presionar la salida de balón rival y conectar con los extremos-, pero este detalle sólo fue efectivo en su debut contra el Málaga en Riazor. También puso en liza unos entrenamientos más exigentes para compensar la falta de preparación, aunque no fue suficiente. El juego previsible y ramplón del equipo hizo que desde la salida a Pamplona se volviesen a advertir los fantasmas del pasado. No había una respuesta clara. No daba la sensación de que los componentes de la plantilla y el cuerpo técnico se diesen cuenta del abismo al que se dirigían. El partido del Getafe fue la muestra viva de ello pero ya en el choque ante el Valencia –con un doloroso gol de Ricardo Costa en el último suspiro de la segunda parte- se advirtieron signos alarmantes. No se trataba simplemente de falta de efectividad en ataque. Sabedores de que el tiempo corría en su contra, los jugadores presionaron con rabia, pero no con inteligencia. Existía intensidad defensiva, pero no una cohesión clara, y cuando el corazón y la cabeza no trabajan a partes iguales el fútbol no perdona. Menos aún en situaciones extremas. El golpe definitivo vino con el desastre ante el Granada de Lucas Alcaraz.

La marcha de Domingos generó un intenso debate sobre sus capacidades como técnico. La sombra de Mendes volvía a planear sobre Riazor, y la repentina renuncia del portugués a continuar en el cargo fue nuevamente fruto de discusión. ¿Qué había fallado en la planificación en esta ocasión? ¿Era insuficiente el nivel de la plantilla? ¿Los numerosos problemas extradeportivos? Lo cierto es que el reloj no se detuvo, y tan fugaz fue la partida de Paciência como la contratación de Fernando Vázquez. Lendoiro se movió con presteza y recurrió a los servicios de un técnico que no ejercía desde hacía seis años, cuando el Celta de Vigo lo destituyó en la temporada 2006-2007 en un intento por evitar caer a Segunda División. Sin embargo, este aval previo no incomodó al dirigente de Corcubión a la hora de contactar con el técnico de Castrofeito.

Admirado y rechazado a partes iguales, Vázquez parecía ser una apuesta arriesgada en los intentos por eludir el descenso, pero sólo para quienes habían fundamentado sus críticas hacia él en las estadísticas. El mensaje del recién llegado se ciñó a la necesidad de, ante todo, crear un consenso para que club, jugadores y afición fuesen todo uno. Sabedor de que la posibilidad de mantenerse pasaba en gran parte por hacer de Riazor un fortín, Vázquez llamó a la hinchada a hacer un último esfuerzo. A hacer del estadio blanquiazul un Anfield. Un Celtic Park. Sus declaraciones evidenciaban lo que buena parte de la parroquia deportivista pensaba tiempo atrás. ¿Era incapacidad o simple falta de convicción? Ahí centró Vázquez su discurso a la plantilla, y si bien los resultados iniciales no fueron halagüeños, sí pareció que los jugadores comenzaron a ver el césped como una oportunidad de resarcirse y no como una trinchera. La comunión con la grada, sin embargo, se vio reforzada desde el momento en que el técnico gallego hizo patente su intención de no rendirse hasta que las matemáticas dijesen lo contrario.

El contraste del duro comienzo de Fernando Vázquez con la esperanzadora racha positiva

Los inicios de Fernando Vázquez como técnico blanquiazul no eran muy esperanzadores. El de Castrofeito afrontaba el tramo difícil del calendario con su llegada, Sevilla, Real Madrid, Barcelona o Celta eran las primeras piedras en un durísimo camino. Vázquez retomaba los banquillos en el Sánchez Pizjuán y allí perdía por 3-1 en un partido donde, de momento, no se atisbaba la mano del nuevo técnico. Era el encuentro previo a la visita del Real Madrid a Riazor, el activo entrenador blanquiazul se ganó rápidamente a un Riazor entregado a la causa y que se vino abajo con el gol de Riki que ponía en ventaja al Dépor ante los de Mourinho, que finalmente remontarían para llevarse la victoria 1-2.

Ante la esperada derrota frente al Madrid, los herculinos ponían en el partido ante el Rayo Vallecano en casa el inicio de la remontada pero un empate a 0 dejaban helada a la parroquia blanquiazul que entraron en crisis tras perder también ante el FC Barcelona en el Camp Nou por 2-0. Cuatro partidos con Fernando Vázquez y tan solo un punto de doce posibles en el “tourmalet”.

Estos datos no hicieron desvanecer los ánimos del nuevo técnico ni de la fiel afición coruñesa, conscientes que era un calendario complicado para sumar y que la Liga del Dépor estaba aun por comenzar ante todos sus rivales directos. Y, con este guión, llegaba a Coruña el mejor partido para comenzar la resurrección, el derbi ante el Celta. Y no se falló, el Deportivo vencía por 3-1 y nadie esperaba la increíble racha que el esperanzador horizonte ofrecía. La primera victoria a domicilio ganó en Mallorca por 2-3 a la que le siguió la del Zaragoza por el mismo resultado en Riazor, victorias fundamentales ante equipos de la zona baja. Las racha de cuatro partidos consecutivos venciendo se completó en el Ciudad de Valencia ante el Levante con la mayor goleada de la temporada, un 0-4 que inició la polémico de los amaños.

Tras encadenar estas cuatro victorias, el “sí se puede” que parecía un imposible, se hacía realidad y el Dépor salía de un descenso en el que llevaba 17 jornadas inmerso. En puestos de permanencia estuvo tres jornadas pero ante otros tantos empates, Athletic y Atlético en casa y Betis a domicilio, los hombres de Vázquez comenzaron a perder aire y de nuevo se metieron en un peligro que se agravó en Valladolid.

Un final doloroso

Y se llegaba al último mes de competición. La temporada se decidía en cuatro encuentros que presumían ser de infarto para la afición coruñesa. Ahora ya no valían las medias tintas. Las victorias eran más importantes que nunca en una pelea en la que parecía ningún equipo quería descolgarse. Todos los rivales por la salvación estaban más vivos que nunca.

Valladolid era la primera estación. Los pucelanos estaban prácticamente salvados pero necesitaban una victoria para cumplir su objetivo de manera matemática. Para su técnico Djukic era la ocasión para sellar la salvación. En un partido bronco en el que ninguno de los equipos evidenció sobre el terreno de juego su fútbol combinativo y atrevido, un tanto de Javi Guerra a los pocos minutos de comenzar la segunda mitad decidió el partido y la permanencia vallisoletana. El Dépor despertó demasiado tarde, con polémico gol anulado a Nelson Oliveira incluido, y no pudo evitar la derrota y continuar una semana más en posiciones de descenso. El Zaragoza, que continuaba en caída libre, marcaba la salvación a tan solo dos puntos de los coruñeses. Por su parte, mientras Osasuna y Granada ya caminaban hacia la permanencia, gracias a la victoria del primero ante el Getafe y el empate del segundo en Anoeta, Celta y Mallorca seguían sin levantar cabeza. El Sí se puede aún era más que posible.

El Espanyol llegaba a Riazor apurando la última bala que le quedaba para seguir aspirando a Europa. La victoria del Dépor era vital para seguir con vida. La afición lo sabía y Riazor se llenó prácticamente hasta la bandera. El tremendo ambiente llevó en volandas a un equipo coruñés que sufrió de lo lindo ante un cuadro perico que apretó en varias fases del partido. Pero un golazo de Bruno Gama y la posterior sentencia de Nelson Oliveira, mención aparte merece su inoportuna celebración mandando callar a una afición que siempre le reprochó no ofrecer su mejor nivel, dejaron los tres puntos en casa, tres puntos que servían para salir del descenso y meter en él a un Zaragoza que vio como el Athletic le remontaba en los últimos minutos. Sus rivales por la salvación ayudaron a aumentar las opciones deportivistas, ya que Osasuna perdía con estrépito ante un Granada que ya rozaba la permanencia y el Celta continuaba como colista a 4 puntos de la salvación. El único que parecía despertar era el Mallorca, que ganó con seguridad al Betis. Pero ahora el Dépor dependía de sí mismo. Solo quedaban dos finales.

Visitar Málaga nunca es sencillo, y más cuando el conjunto local quiere despedir a muchas de sus figuras (Pellegrini, Isco, Joaquín…) con una victoria tras un año histórico. El equipo malacitano fue claramente superior a un Deportivo que ofreció una menguada versión y terminó por imponerse por 3-1. La noticia positiva de la jornada fue la contundente derrota del Zaragoza ante el Betis, que dejaba a los coruñeses dependiendo de sí mismos en la definitiva jornada; y las negativas la victoria de un Celta que resurgía de sus cenizas y el empate de un Mallorca que llegaría al último partido con opciones de salvación. Con Osasuna y Granada salvados, cuatro equipos se jugaban tres plazas de descenso en un último fin de semana de infarto. Tocaba sufrir hasta el final.

Deportivo, Celta, Zaragoza y Mallorca. Cuatro equipos para una sola plaza. El único que dependía de sí mismo era el cuadro coruñés. El ambiente era espectacular… pero las cosas comenzaron a torcerse muy pronto. Como si de un deja vu de hace dos temporadas se tratase, el Celta se adelantaba en Balaídos a los quince minutos de juego ante un Espanyol sin nada en juego, y poco tiempo después la Real Sociedad anotaba el tanto en Riazor que le afianzaba en posiciones de Liga de Campeones. El Dépor caía al descenso. Solo le valía la victoria ante los donostiarras. Mientras el Mallorca goleaba al Valladolid buscando su particular combinación de resultados, el tanto perico no llegaba en Vigo. El equipo coruñés comenzó a ponerse nervioso, arriesgó, acumuló ocasiones de peligro… pero resultó imposible batir a un Bravo y a una Real en estado de gracia: paradón a tiro de Riki, balones al palo con remates de Abel Aguilar y de Íñigo Martínez en propia, remate fallado por Salomao en boca de gol…

Y el árbitro pitó el final del encuentro. El Deportivo era equipo de Segunda División. Toda la lucha desde la llegada de Fernando Vázquez no pudo desencadenar en el objetivo deseado por todos, y la afición rompió a llorar como dos años atrás. No se merecía tan cruel final. Unos seguidores tan fieles como los deportivistas, que siempre han apoyado a los suyos en las buenas y en las malas, no merecían caer al abismo del descenso otra vez. Pero el fútbol es así. Las lágrimas inundaron Riazor, más si cabe por la retirada de un Juan Carlos Valerón que no merecía un desenlace como ese en un club por el que dio la vida durante trece años. Pero el equipo volvió a recibir los aplausos y apoyo de una incansable afición que demostró, más que nunca, que con un estadio así nunca deben utilizarse las palabras fracaso y derrota, ya que esta hinchada es el mayor activo del Deportivo. ¡La afición, lo tiene claro : Voltaremos!

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