Hace solo unos días que saltaba la liebre en Vigo. Tras ratificar la continuidad de Abel Resino al frente del Celta la próxima temporada, el consejo de administración del club cesaba al técnico manchego y anunciaba la contratación de Luis Enrique por dos años. El gijonés, de 43 años, llega acompañado de sus colaboradores, con Juan Carlos Unzué como segundo, el preparador físico Rafael Pol, y Roberto Moreno como entrenador táctico y auxiliar. La presentación del cuerpo técnico está prevista para el fin de semana.

Las diferencias en la política deportiva fueron el detonante de la destitución del entrenador que salvó al Celta del descenso: Abel le pidió al club nueve o diez fichajes y en Plaza de España le contestaron que solo harían en torno a cinco incorporaciones; para todo lo demás le instaron a contar con la cantera. Las discrepancias se volvieron insalvables y la relación contractual entre técnico y entidad hallaba un final prematuro. El nombre del sustituto no se hizo esperar: en un comunicado en su página web, el club sacaba a la luz el nombre de Luis Enrique, ligado a una propuesta basada en el “juego alegre y ofensivo y en una inequívoca apuesta por la cantera”. El preparador asturiano recogía el guante y se presentaba al celtismo desde su cuenta de twitter.

Un trampolín mutuo

Que Luis Enrique fue un gran jugador con una contrastada carrera está fuera de toda duda. Sin embargo, su trayectoria como técnico todavía se encuentra en sus inicios. En 2008, con la promoción de Pep Guardiola a entrenador del primer equipo del FC Barcelona, el asturiano se hizo cargo del filial que militaba en 2ªB. Su trabajo fue brillante, logrando un ascenso a la Liga Adelante, categoría que el segundo equipo azulgrana llevaba once años sin pisar. Su buena labor no acabó ahí, ya que consiguió dejar al equipo tercero en la 2010-2011, mejor clasificación histórica del Barça B. Si el filial culé fue la luz, la Roma fue la sombra de su carrera. El club giallorossi le dio la oportunidad de dar el salto a la élite en la siguiente campaña. Sin embargo las sensaciones nunca terminaron de ser buenas. El equipo romano no llegó a jugar como Luis Enrique quería y los resultados tampoco acompañaron, quedando eliminado a las primeras de cambio en la Europa League y finalizando con un discreto séptimo puesto en la liga.

En el Barcelona B estuvieron sus luces. En la Roma, sus sombras

Después de su temporada en Roma, Luis Enrique no ha vuelto a entrenar, pasando la presente temporada en blanco. Su carrera ha entrado en un impasse y el Celta se ha convertido en el reto ideal para salir de ese estancamiento y poder seguir creciendo. Una posibilidad de invertir en sí mismo ya que un buen trabajo en Vigo le abriría las puertas a clubes de mayor envergadura. Por su parte, la entidad viguesa busca en el asturiano la persona que le lleve a consolidarse en la máxima categoría del fútbol español. Un trampolín mutuo en busca del salto de calidad.

La pelota y la cantera

Alrededor de Luis Enrique rezuma esa idea tan asociada a todos los entrenadores formados en el FC Barcelona. Gusto por la posesión y el juego asociativo, apoyado en una firme apuesta por la cantera. Estas fueron las ideas esgrimidas por la directiva para su contratación.

Es cierto que el asturiano bebe de las ideas de Can Barça. 1-4-3-3 como dibujo de base. Muchos apoyos y juego en dos toques en ataque posicional. Movilidad por delante de la línea de la pelota y laterales largos. En fase defensiva, la premisa es presionar la salida de la pelota del rival, acompañado de una línea de retaguardia adelantada y muchas ayudas. Habrá que ver como el gijonés lleva a cabo esta apuesta en el Celta. El modelo Barça requiere unos futbolistas de características especiales y no resulta fácil ponerlo en práctica si no se cuenta con las piezas apropiadas. Hay ejemplos como Stoichkov o Eusebio en el propio club celeste. Luis Enrique no es un entrenador encorsetado

A pesar de todo esto, Luis Enrique ha demostrado no estar encorsetado por un ideario. Sus fuertes lazos con el mundo del triatlón le hacen prestar una atención casi obsesiva a la preparación física y a la alimentación. A buen seguro que su Celta será un equipo bien trabajado en ese aspecto. Por otro lado, uno de sus ayudantes, Roberto Moreno, ha escrito un libro acerca del 1-4-4-2, con prólogo del propio Luis Enrique. Una muestra de que el nuevo cuerpo técnico no trabaja solamente con el 1-4-3-3 en mente. Sobre todos estos factores hay uno que sobresale: el fútbol es de los futbolistas. Por muchos juicios de valor que se hagan a priori, la propuesta de Luis Enrique en Vigo se cimentará en base a los jugadores que conformen la plantilla para la próxima temporada. Cuando la pelota eche a rodar se podrá ver a qué juega el Celta de Lucho.