El Eibar ya es de Segunda.  Después de cuatro años en la tercera categoría del futbol español, el Eibar fue de nuevo la bestia negra de un luchador Hospi que no pudo contrarrestar la derrota por KO del asalto de Ipurúa.

Los tres goles de diferencia de la ida obligó a Miguel Álvarez  a buscar un juego mucho más vertical que de costumbre, y ante la necesidad de marcar pronto puso a Pol de lateral, aunque jugó mucho más de extremo que en defensa. Gaizka Garitano, con la tranquilidad que da empezar un partido con tres goles a favor, planteó una defensa cerrada, cediendo el balón y la iniciativa a los catalanes, con la intención de buscar los espacios y los contraataques.

Y no le salió mal la jugada al equipo vasco, que se pudo adelantar después que Craviotto saliera en falso a los diez minutos y regalara el gol a un Diego que no pudo finiquitar la eliminatoria a las primeras de cambio. Se le vio algo inseguro al portero local durante los primeros compases.  

El Hospi no asustó a un Eibar muy sólido    

Pero el Hospi quería creer. Quería intentarlo y devolver los golpes recibidos hace una semana. Sin el aliento de  una afición numerosa, la propia plantilla salió a morder. Ya antes del inicio se vieron muestras de esperanza y orgullo en los rostros catalanes, pero las ocasiones no acaban de llegar. Con más ganas que juego, se reclamó un penalti  en el área visitante por manos pero el árbitro no lo vio así. Poco antes, el Eibar mandó una jugada rápida al poste después que Craviotto rechazara el balón. Los de Garitano habían desaprovechado dos claras ocasiones para cerrar la eliminatoria, pero el Hospitalet tampoco ponía en aprietos a un Irureta demasiado tranquilo.

Pudo cambiar el partido un chute de Bacari que el guardameta mandó a córner cuando la afición cantaba gol a falta de cinco minutos. El balón de la esperanza se deshinchaba  poco a poco para los locales, que no veían como las ocasiones eran demasiado escasas para seguir soñando.

Segundo acto

Y si alguien esperaba otro arrebato local en la reanudación para poner nervioso al Eibar, se quedó con las ganas. No solo no se vieron cambios en el juego, sino que el Eibar estuvo a punto de aprovechar el desconcierto defensivo de los locales en los primeros minutos.

Únicamente una jugada de extremo de Aday, que permitió un peligroso remate de los de Miguel Álvarez dentro del área, era el pobre bagaje de un Hospitalet que apostaba su suerte a innumerables centros que no llevaban a ninguna parte. La Feixa Llarga, a falta de media hora, ya parecía Ipurúa a tenor de los gritos de la grada. Los aficionados azulgranas iban divisando más claramente las tierras de Segunda poco a poco.

Los locales colgaban balones, pero el marcador no se movió

 Y no solo los aficionados visitantes daban el partido por resuelto. En el terreno de juego ambos equipos pagaban el cansancio, e incluso el Eibar parecía estirarse algo más en busca del gol.  El Hospi ya no creía. Y cuando un equipo no cree, los imposibles no existen.

Los últimos minutos fueron una larga espera, alegre y desesperante a partes iguales, hasta que Capa tradujo en el marcador la superioridad vasca en la eliminatoria. Su gol, ya en el descuento, permitió que la fiesta ascenso acabara con victoria. El Eibar, cuatro largos años después, es de Segunda División.  

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Sobre el autor
Bernat Coll
Amante del deporte. Ciclismo en particular. Me gustan las historias humanas, las que no se ven pero se sienten.