El romance truncado e infructuoso, el fichaje deseado e indeseado, el polémico rumor que acabó siendo realidad ha concluido con un adiós.

El amor comenzaba allá por el mercado de invierno. Víctor Pérez se lesionaba para largo tiempo y su sustituto, Sastre, además de no rendir al máximo se perdía un partido por sanción.

Víctor Pérez se fracturó el peronéLos problemas llegaban a la que fue casa de Djukic, golpeando cada vez con más fuerza. El dilema del medio centro se convertía en un quebradero de cabeza. Jorge Pesca no estaba maduro para debutar en Primera División, Carlos Lázaro se encontraba sentado en el banquillo del Huesca y la subida de Pape, de tan solo dieciséis años, al primer equipo, suponía miles de trabas burocráticas irresolubles en días antes del próximo encuentro.

A pocas horas de echar el cierre al mercado invernal un nombre esperanzador sonó en las radios vallisoletanas: Labinot Harbuzi. Los foros ya estaban que echaban chispas, su fichaje, según el medio que dio la información, era inminente. Tras la contratación del albano-kosovar nacido en Alemania y que jugaba en Suecia, Valdet Rama, ya nada era de extrañar. El mercado repartía ya sus últimas existencias mientras los aficionados del Real Valladolid agotaban las páginas donde buscar información sobre el jugador. El club no hacía nada oficial y los estertores del mercado invernal olían a fichaje frustrado.

La historia de Labinot era más que sorprendente, increíble. En ese momento se encontraba sin contrato y sin muchas más ofertas que la del Valladolid. Origen sueco-kosovar, tardía perla de Suecia, regateador, exjugador del Feyenoord, también del Malmoe e integrante de la plantilla sub-21 sueca pese a tener 27 años... cuanto menos, extraño.

Clausura que acabó en carencia. Nadie vino finalmente a Valladolid; pero ante tanto desconcierto, Djukic dio la cara y tajante, dijo: "Hay cosas que no tienen sentido y no las permito", "Aquí no puede venir cualquiera. Esto es un club de alto rendimiento, no un centro de estética".

Su estado era pésimo, llevaba tiempo sin jugar y se notaba que le sobraban kilos. El debate se cerraba totalmente; el entrenador decidía, y, de forma sabia, puso en práctica el dicho que ora: “Mejor poco y bueno que mucho y malo”.

A raíz de tal hecho, la relación entre directiva y entrenador se enfriaron. La liga sueca y sus jugadores kosovares empezaban a oler a gato encerrado. Muchos empezaron a pensar que Carlos Suárez y Alberto Marcos se llevaban un buen pellizco por su contratación, que muy lejos de ser acertada, hubiera resultado una estrepitosa ruina.

La temporada llegó a su fin, y ésta vez el mercado veraniego abría sus puertas. Alcatraz, Bergdich y Mariño han ido llegando a la casa blanquivioleta, con el trasfondo de rumores, miles de nombres y noticias, algunas de ellas absurdas; pero una siempre ha estado presente, la de Labinot Harbuzi; cuya sombra es alargada.

El verano empezaba con la supuesta contratación del sueco-kosovar, negociación que se vio más como un favor a su agente, HCM Sports Agency, que como un fichaje propiamente dicho. La historia de Harbuzi no se quedó en paparruchas sino que siguió paralelamente tras su frustrada llegada. Tuvo ofertas de “equipos punteros” de la liga chipriota pero finalmente se decantó por el Syrianska.

En el equipo sueco le rescindieron pronto el contrato y su forma, pese a que él mismo dice que se cuidaba, ha empeorado con el tiempo. Para no perder ritmo fichó por el Prespa Birilik, un equipo de semiaficionados militante en la Cuarta División de Suecia.

Un vídeo delataba su estrepitoso aspecto físico aunque en el partido marcaba dos goles, ambos de penalti. La negociación se paró y según fuentes muy conocidas, Labinot vendría a la capital del Pisuerga a hacer una prueba de diez días en pretemporada. Si convencía, se quedaría.

Ese vídeo dio lugar a jocosos comentarios, que aunque crueles, daban idea de lo descabellado del fichaje y las artimañas que debía de haber de por medio para que el Real Valladolid se fijara en un jugador así.

“Tocinete” o “McHarbuzi”, como ya le han apodado algunos, no hará siquiera la prueba en el Pucela, su estado físico ha dejado mucho que desear y Alberto Marcos desmintió que el sueco-kosovar tuviera posibilidades de vestir algún día la blanquivioleta.

Según el diario KvällsPosten, el bajo físico del jugador radica en la preocupación de una grave enfermedad de un familiar cercano y en las cantidades que le deben desde Turquía, cuando militaba, hace ya algún tiempo, en el Genclerbirligi Ankara; donde por cierto, juega Mervan Celik, el único jugador –aparte de Harbuzi- que representa HCM Sports Agency. También comenta que intentó ponerse en forma mediante ejercicios de crossfit a su medida para perder esos quilos que le sobraban.

El esfuerzo no ha obtenido sus frutos y esta historia de amor, que más bien podría ser calificada de tragicomedia llega a su fin. Labinot Harbuzi y Real Valladolid separan sus caminos, un divorcio no acordado que parece no dejar satisfecha a ninguna de las dos partes.

Foto 1 | Marca
Foto 2 | Svenskbaskettelevision