Un barakaldés de Teruel. Un turolense de Barakaldo. Lo mismo da. Germán Beltrán llegó a la localidad vizcaína para progresar en su carrera como futbolista y se quedó viviendo en ella. “Hasta ese punto el Barakaldo CF ha sido importante para mí”, admite.

Un jugador querido en el municipio de la margen izquierda que dio sus primeros pasos en el equipo de fútbol sala de su pueblo, Palomar de Arroyos, hasta que, con 14 años, se enrola en las categorías inferiores del Teruel. En ellas despuntó de tal forma que llamó la atención del entonces responsable de la cantera del Real Madrid, un tal Vicente del Bosque, quien llevó a Germán Beltrán para vestirse de blanco, en el C y en el Castilla, coincidiendo con figuras como Iker Casillas o Samuel Eto’o.

Tras la experiencia merengue, Germán jugó en el Reus de 3ª, con el que logró ascender y con el que hizo 11 goles, pero, a pesar de la buena campaña, la cabeza de Germán pedía un descanso, pedía volver con los suyos, a Teruel, para, así, tratar de reencontrarse consigo mismo.

La llamada del Barakaldo

Y lo hizo. El actual jugador del Laudio pasó dos años en casa que le hicieron madurar y volver a encontrar sentido a su profesión y es justo en ese momento cuando su teléfono suena para recibir la llamada del Barakaldo CF de Iñaki Zurimendi, actual míster gualdinegro, y Angel Vélez ‘Moska’, entonces director deportivo de la entidad vizcaína.

Una oferta de un equipo que Germán ya conocía. “Yo abría el periódico y veía los resúmenes de 2ªB y siempre veía al Barakaldo arriba”. Además, cuando se produjo la posibilidad de fichar, siguió los consejos de su padre. “Cuando me llegó la oferta del Barakaldo, me senté con él, que siempre ha sido un gran aficionado al fútbol, y me dijo que no me lo pensase, que es un club histórico, con mucha cultura futbolística... Y me vine y ha sido lo mejor que he hecho”.

Y llegó y, desde el principio, mostró su implicación con su nuevo equipo lo que le sirvió para ganarse el cariño de la afición fabril. “Yo estaba loco de ganas de jugar en 2ªB y sentía que militar en esta categoría y en este equipo era un premio que me había ganado y lo veía como una oportunidad que no podía desaprovechar”.

Germán quedó prendado del estadio de Lasesarre, consiguió adaptarse perfectamente y en el primero de sus cuatro años como gualdinegro, lo jugó casi todo, cuajando una gran campaña pese a que, casi al final de la misma, tuvo una lesión que lo apartó de los terrenos de juego durante casi ocho meses lo que provocó que su rendimiento durante su segunda temporada en el Baraka cayera, recuperando su mejor forma en la tercera y cuarta, ya con Iñigo Liceranzu en el banquillo de Lasesarre.

Esos dos últimos años fueron, sin duda, cuando Germán vivió sus momentos más intensos en Barakaldo y cuando demostró que, para él, el conjunto gualdinegro no era un equipo más. Fue al final de esa campaña 2007-2008 cuando pudimos ver, por primera vez, las lágrimas de Germán brotar de sus ojos. En Ponferrada, en El Toralín, en la última jornada de liga. Ese día el Barakaldo CF necesitaba vencer para colarse en los playoffs de ascenso a 2ª y Germán Beltrán fue el autor del gol del triunfo casi en el tiempo de descuento. El turolense lloró, se abrazó a sus compañeros y a la fiel hinchada que acompañó al equipo hasta la localidad berciana. Germán besó su escudo.

Una semana después tocaba encarar la primera eliminatoria de la promoción de ascenso. El Girona visitaba Barakaldo. “Se me pone la piel de gallina sólo de recordar cómo estaba Lasesarre aquel día ya cuando salimos a calentar. Era impresionante. Era toda la ilusión del pueblo. Fue increíble durante todo el partido. Y lo tuvimos muy cerca. De esa eliminatoria siempre se recordará el penalti en Girona, pero yo creo que la tuvimos en Lasesarre. Hicimos un buen partido pero nos faltó el gol. Se nos escaparon vivos”.

El penalti de Girona

El maldito penalti de Girona. Tenía que salir. A Germán se le humedecen los ojos. “Sin duda, ese fue el peor momento que viví como jugador del Barakaldo y el peor momento que he vivido en mi carrera deportiva”.

La escuadra gualdinegra visitaba Montilivi con el 0 a 0 de la ida, un resultado abierto que se desequilibró en la primera parte con un gol del Girona. Los locales se adelantaban pero un gol de los vizcaínos les metía en la siguiente eliminatoria. A poco más de 10 minutos para el final, penalti a favor del Barakaldo. Germán, que comenzó en el banquillo aquel partido, era el encargado de tirarlo.

“Antxon Muneta vino y me dijo que, si quería, lo tiraba él, pero le dije que no”, rememora Germán Beltrán. “Me veía con confianza. No había fallado ningún penalti durante toda la liga regular y veía que la racha iba a continuar”.

Germán lanzó desde los 11 metros, esquinado, el guardameta catalán adivinó la trayectoria y despejó el esférico. Poco después el Girona hacía su 2º tanto y el Barakaldo quedaba apeado, otra vez, de las aspiraciones de ascenso. En ese momento, Germán Beltrán se hunde.

“No lo podía creer. Ver a toda la gente que había detrás, tanta ilusión y ver que yo la había cagado. No tenía consuelo. Sufrí muchísimo. Recibí los ánimos y el cariño de mis compañeros y de la afición pero nada, no me aplacaba nada. Lo que es el fútbol: 15 días antes estaba en Ponferrada llorando de alegría y ese día, en Girona, mis lágrimas eran de una enorme tristeza”.

La trayectoria del fino mediapunta en el equipo vizcaíno acabó ese año. Posteriormente, Germán ha defendido los colores de equipos como Eibar y Girona en 2ªA y Zamora en 2ªB. El penalti de Montilivi parece que le persiguió, le hizo perder confianza en sí mismo. “Sufrí un golpe muy duro que aún me duele y me costó mucho recuperarme pero, con el paso del tiempo, lo he conseguido”.

Muy feliz en el Laudio

En la actualidad, Germán Beltrán milita, desde hace tres años, en el Laudio, equipo alavés recién ascendido a la 2ªB, cuyo gol del ascenso lo realizó el propio jugador aragonés. Allí ha recuperado su mejor versión. “Me siento muy querido en el Laudio, han apostado muy fuerte por mí en todos los sentidos y me alegra muchísimo haberles devuelto parte de lo que me han dado. Soy muy feliz y estoy muy a gusto en este conjunto”.

Este sábado Germán volverá a visitar Lasesarre pero vistiendo los colores rojiblancos del equipo alavés. “Volver a jugar contra el Baraka siempre es especial por lo que este club ha sido y es para mí. Yo quiero mucho al Laudio pero el feeling que tengo con el Baraka es especial. En fin, será bonito reencontrarme con la afición, la cual, en general, creo que guarda un buen recuerdo de mí, como yo guardo de ellos”.

Cuestionado acerca de si le hubiera gustado volver a vestir los colores amarillo y negro del Barakaldo, Germán admite que, “siendo realistas, es algo que, ahora mismo, parece imposible. Claro que me hubiera gustado volver al Barakaldo. Cuando has estado en un sitio muy especial, gusta volver pero, diciendo esto, no quiero desmerecer al Laudio, mi actual equipo. Como ya he dicho, soy muy feliz defendiendo sus colores y voy a dar el 100% por esta camiseta. Le deseo todo lo mejor al Barakaldo, excepto en los dos choques que tengamos contra ellos”.

"¡Germán, vuelve ya!"

Nadie debería dudar de su compromiso con el Laudio y de su sentimiento hacia el Barakaldo. Germán vive a escasos metros de Lasesarre, está integrado en la localidad y vaticina que, posiblemente, se quede a vivir en ella para siempre. No es raro verle como espectador en las tribunas del coliseo barakaldés y admite que se le pone la piel de gallina cuando aficionados del Barakaldo le dicen eso de “¡Germán, vuelve ya!”.

Las lágrimas de implicación y compromiso de Germán en Ponferrada y en Girona, su juego, su estilo, su carácter abierto y comunicativo son un patrimonio más del Barakaldo, como sus trofeos y su historia. Las lágrimas de Germán Beltrán, un barakaldés de Teruel o un turolense de Barakaldo, lo mismo da, son ya una auténtica leyenda en el equipo gualdinegro.