Partido de órdago entre R. Madrid y Sevilla en el Bernabéu. Tras una primera hora de gran juego local, sobrevino la reacción sevillista para terminar en un intercambio de golpes desbocado. En medio del caos táctico se impuso el tenedor de los mejores púgiles, que golpeó más y mejor. El resultado (7-3), propio de los años 50.

Ancelotti dispuso su ya habitual 4-3-3 con Illarramendi de pivote; Khedira e Isco de interiores por delante completaban la medular. Arriba, toda la artillería con Ronaldo (izquierda), Benzema y Bale (derecha).

Unai Emery optó por un 5-4-1. Atrás tres centrales y dos laterales -Filgueras y Alberto Moreno- con teórica proyección ofensiva. Por delante, una línea de 4 medios para dejar en punta a Bacca.

Sabedor de su inferioridad para disputar el balón al Madrid, el técnico vasco enfatizóla faceta defensiva de su equipo para construirlo sobre ella. Intentóobstruir las vías interiores con tres centrales y dos pivotes por delante -Rakitic y Mbia-, situados en un marcado repliegue en campo propio. Era su opción para neutralizar el veloz tridente ofensivo madridista, evitando dejar grandes espacios a la espalda de su línea defensiva donde Ronaldo y Bale podrían resultar letales.

Esta disposición tan retrasada le supuso un efecto perjudicial: en caso de robo sólo le quedóla opción del contragolpe. Cuando Illarra o Khedira impedían la transición rápida de Rakitic, el Sevilla debía avanzar en ataque posicional. Y su juego en estático carece de consistencia y automatismos suficientes para atravesar 70 metros con el balón superando líneas de presión.

Por su parte, descartadas las grandes porciones de terreno, el Madrid debía desarmar con juego de posesión un entramado defensivo superpoblado. Y en un partido de dificultad, tras un resultado adverso y con calado en Barcelona, es cuando un entrenador tiene que aparecer. Ancelotti lo hizo frente al Sevilla.

Illarra e Isco llevaban el balón hasta las inmediaciones del área rival donde esperaba una línea de medios con -Vitolo-Rakitic-Mbia-Jairo. Escasos metros detrás, la línea defensiva de cinco miembros.  Ancelotti dotóa su equipo de automatismos suficientes para abrir el cerrojo andaluz. Isco, Ronaldo y Bale fueron socios de honor de un Benzema excelso, determinante en fase ofensiva cuando el equipo lo necesitaba. Es decir, mientras el partido mantuvo un cierto rigor táctico.

El dinamismo de los atacantes madridistas, su aparente anarquía, corresponde a una estrategia de desorden organizado para crear confusión y desequilibrio en la defensa en zona del rival. Intercambiaban sus posiciones entrando y saliendo con criterio a lo ancho de la frontal del área sevillista. El balón no volaba, pero sus trayectos eran precisos y desconcertantes. El objetivo último: hacer llegar la pelota con ventaja táctica a la espalda de los tres centrales del Sevilla. Y lo consiguieron en múltiples ocasiones.

"Cuando Benzema abandona la indolencia, es el socio ideal para el juego pausado y asociativo que pretende Ancelotti"

Isco regresaba con un punto de frescura conservando su magia y desequilibrio desde el interior izquierdo. El malagueño necesita una relación constante con el balón para estar conectado y elevar su influencia en el juego. Bale lució su capacidad asociativa en espacios reducidos y demostróno depender exclusivamente de su zancada a campo abierto para rubricar su primera gran actuación como blanco. Ronaldo, descomunal en el desequilibrio y la definición. Menudo cocktail.

Mención aparte para Benzema. Sobre el francés pivotó el caudal ofensivo del Madrid sobre todo en la primera media hora. Sus cifras anotadoras dicen menos que todo el  fútbol que atesora. Su inteligencia táctica y versatilidad hacen mejores a los demás. Cuando abandona la indolencia es el socio ideal para el juego pausado y asociativo que pretende Ancelotti. Impregnóel ataque madridista de calidad, fluidez y eficacia. Sus movimientos le otorgaron una amplia zona de influencia, regalando a sus compañeros superioridad numérica y posicional por dentro y por fuera ante la nutrida defensa sevillista. Resultó indetectable para los radares rivales.

En pleno caudal de fútbol local, el primer gol llegó de nuevo a la contra. Nadie terminarácon el instinto contragolpeador de este equipo. En el minuto 13, Bale culminó una estampida llevada por Isco y Benzema quién sirvió a Bale para anotar.

Continuó la exhibición local con el equipo instalado en campo sevillista, sólo interrumpida ocasionalmente por las contras de Emery llevadas por Rakitic y continuadas por Jairo, Vitolo y Bacca. Bale hizo el segundo en el 26 con el lanzamiento de una falta. Ronaldo en el 31 puso el 3-0 de penalti.

La aparente resolución del partido liberó al Sevilla. Ya no podía perder más de lo perdido. En el 37, Rakitic transformó un penalti de Ramos a Filgueras. Acto seguido, en el 39, Vitolo desarmóa Arbeloa por la derecha y Bacca hizo el 3-2.  A partir de aquí, gran contribución anímica la que supuso para los andaluces verse dentro del partido. En el min. 7 de la reanudación, Jairo pudo hacer el 3-3 en un mano a mano con Diego López y en la contra inmediata Benzema puso el 4-2. Fue la mecha que combustionó el partido.

Lo que había sido un atractivo duelo basado en el ataque posicional de unos y la réplica en forma de contras del Sevilla, se transformó hasta el final en una sucesión de transiciones en las dos direcciones -pareció volver el espíritu de Mourinho-. De la nueva situación saldría beneficiado el equipo más determinante en el área, el R. Madrid.

El campo se alargaba, las líneas defensivas se quedaban en la frontal de sus áreas esperando la siguiente acometida rival. En medio del caos táctico, Bale cambió su juego asociativo del primer acto por el desequilibrio vertical en el costado derecho. Destrozó el intervalo entre el lateral izquierdo Moreno y el central colindante Navarro. En este escenario se hizo inevitable la borrachera de goles hasta completar el 7-3 definitivo. Ronaldo (3), Benzema (2) y Bale (2). Rakitic hizo el tercero del Sevilla.

Se vio a un Madrid de certezas y de dudas. Excelente con balón en estático y a la contra frente a un Sevilla permisivo que defendiócon acumulación de hombres pero sin calidad táctica defensiva. En el debe de Ancelotti, la fragilidad defensiva cuando el partido se agitó. Entonces el equipo se partió. La escasa aportación defensiva de los tres de arriba e Isco impidió a Illarra y Khedira sostener al bloque. En este sentido, fue ilusionante la vuelta de Alonso en min. 63.

Esperanzador también resulta que las decisiones ambulantes de Ancelotti encontraran acomodo, un lugar donde instalarse para instaurar un modelo de juego plagado de buenas intenciones cuando el sentido común no abandona al italiano.

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Sobre el autor
José Tapias
Un lugar para el análisis de fútbol incidiendo en los sucesos tácticos que tengan verdadero impacto en el desarrollo del juego, e intentando descifrar cuándo y por qué ocurrieron. | Twitter: @FDescifrado | Entrenador de Fútbol Nivel III | Autor y editor de Fútbol Descifrado.